La evolución de las exportaciones agropecuarias y de los complejos agroindustriales es una buena señal indirecta para conocer el humor sectorial y, por extensión, el humor del conjunto de la economía local. No sólo por el peso relativo del agro y la agroindustria, sino por la ubicación geográfica de esta producción, concentrada donde reside la mayoría de la población.

Aunque los precios internacionales mantienen una buena tónica, las restricciones chinas a las compras de aceite de soja local y la crisis internacional con epicentro en Europa están provocando una fuerte contracción de las ventas externas del complejo oleaginoso. Con el habitual retraso de los análisis estadísticos públicos, esta semana se difundieron los datos sobre “Evolución de los complejos exportadores provinciales”, elaborados por la Dirección de Información y Análisis Sectorial del Ministerio de Economía. De ese informe interesa en particular la evolución de la zona productora núcleo, que absurdamente excluye a La Pampa, provincia que, más absurdamente, se adscribe a la Región Patagónica, con la que no comparte ninguna de las características geológicas, fitogeográficas e incluso históricas y de integración de complejos productivos que generalmente unifican a las áreas en regiones.

Dejando de lado esta digresión geográfica, durante el primer trimestre de 2010 las exportaciones registraron un crecimiento del 7 por ciento interanual. En el mismo período las ventas externas de la Región Centro y Buenos Aires prácticamente no registraron variaciones respecto de un año antes (0,1 por ciento). Según el informe, “los cinco complejos que registraron mayores valores de exportación durante el primer trimestre de 2010 representaron el 75 por ciento del total regional”. Estos cinco complejos son el automotor, el petrolero-petroquímico, el oleaginoso, el cerealero y el ganadero.

- El complejo oleaginoso sufrió una caída del 33 por ciento. Esta disminución estuvo asociada a los menores volúmenes vendidos de harina y pellets de soja, que retrocedió 29 por ciento interanual, y de aceite de soja en bruto, contracción que fue de un impresionante 60 por ciento, en un contexto de “demora en la comercialización” por restricciones en destino.

- El complejo cerealero, en tanto, tuvo un leve incremento en sus ventas externas. Sus precios internacionales crecieron 7 por ciento y las cantidades vendidas, 5 por ciento. La merma del trigo en la última campaña provocada por la fuerte sequía dio lugar a que los saldos exportables cayeran, afectando el comportamiento del complejo en su conjunto. Sin embargo, el valor de las exportaciones del maíz en grano se acrecentó acompañado por un alza en el volumen vendido.

- El complejo ganadero (incluido lácteos) contabilizó un incremento de aproximadamente 7 por ciento. Entre las principales ventas se encuentran los productos bovinos: carnes frescas y congeladas, cueros y lácteos. Siempre según ese documento oficial, los cueros curtidos crecieron el 48 por ciento en precios y el 64 en cantidades comercializadas. Intrasectorialmente, esto compensó la caída de los volúmenes vendidos de carnes frescas, que se desplomaron el 31 por ciento, y la congeladas, que se retrajeron el 34 por ciento. Asimismo, la leche entera en polvo aumentó su valor exportado un 22 por ciento, lo que equilibró la caída del 24 por ciento en las cantidades vendidas.

Quizá no sea muy aventurado predecir que, de continuar esta evolución, el conflicto del sector con la actual administración se mantendrá en los niveles clásicos, con persistencia únicamente de los reclamos tradicionales: menos retenciones y menos controles

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