Dom 23.02.2003
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AGRO › TRABAJADORES EN LA RECOLECCION DE PERAS Y MANZANAS

Golondrinas en la cosecha

Por Susana Diaz

En el Alto Valle del Río Negro y Neuquén, los primeros cuatro meses del año son los de la cosecha de peras y manzanas. La “temporada de la fruta” no es sólo para los chacareros, empacadores y exportadores, sino también para los trabajadores. Es entonces cuando la mano de obra se vuelve escasa y comienza la lenta negociación salarial. Los convenios logrados por los sindicatos suelen ser favorables. La presente temporada no fue la excepción y se logró un ajuste en torno del 50 por ciento. Si bien el número es inferior al aumento de más del 200 por ciento obtenido por los productores tras la devaluación, resulta favorable en comparación con los restantes sectores de la economía.
Las buenas noticias no tardaron en llegar al resto del país y, como todos los años, la región recibió la visita de los llamados trabajadores golondrina. La afluencia es buena para los empleadores, pues el aumento de la oferta de trabajo reduce las presiones salariales. Pero la armonía tiene límites. Al final de la temporada se repite un fenómeno recurrente. Algunos grupos de golondrinas suelen quedar varados en la zona y deben ser asistidos por las distintas comunas.
Para evitar este problema social y humano, y también para preservar los empleos para los trabajadores “locales”, desde los estados de las provincias de Río Negro y Neuquén se optó, a través de una variada legislación, por desincentivar el ingreso de los temporarios. Debido a que las “fronteras interiores” fueron constitucionalmente abolidas en el siglo XIX, el camino elegido por las autoridades provinciales fue la verificación de las condiciones de contratación. La amenaza resulta efectiva dado el alto índice de empleo en negro existente en la región. Pero a poco de iniciada la cosecha, los empresarios hicieron escuchar su malestar y demandaron una “flexibilización” de los controles de ingreso de los golondrina. Según declaraciones del vicepresidente de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén, Juan Carlos Fiñana, a pesar del alto índice de desocupación y los buenos salarios ofrecidos, faltaría mano de obra . A juicio del chacarero esto se debería a que los desocupados preferirían el cobro de los 150 pesos del plan jefes de hogar a trabajar por alrededor de 1000 pesos. La experiencia de temporadas anteriores, sin embargo, refleja otra realidad. Según se verifica en las denuncias gremiales, los golondrinas aceptan trabajar fuera de convenio y en las condiciones impuestas por el empleador que, en las chacras, suele ser el trabajo a destajo, es decir, tantos pesos por cajón cosechado.

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