Dom 04.05.2003
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AGRO

La hacienda no engorda

TENDENCIA A LA REDUCCION DEL STOCK GANADERO

Por Susana Díaz

Los datos del reciente Censo Nacional Agropecuario mostraron la tendencia a la reducción del stock ganadero, un fenómeno yuxtapuesto al desplazamiento de la ganadería a tierras marginales. Aunque no son pocos los analistas que asocian la Argentina de las “vacas gordas” desarrollada bajo el auge agroexportador del medio siglo que va de 1880 a 1930 al liberalismo económico de la época, el regreso de esta inspiración a partir de 1976 tuvo efectos diametralmente opuestos.
Mientras que en 1977 existían en el país 61,1 millones de cabezas de ganado, en el 2002 el número se había reducido a 47 millones, esto es un 23,1 por ciento menos. Y si bien a principios de la década del ‘90 se registró una leve recuperación, luego de 1994 la caída se hizo casi permanente. Este proceso, que se produjo en paralelo al aumento del área sembrada, tuvo un sensible efecto en términos de precios. De acuerdo con el último Informe Económico de Ciccra, una de las cámaras que agrupa a la industria frigorífica local, en julio de 1998 el valor de los novillos llegó a 1,19 dólar el kilo. Dado el atraso cambiario, la relación novillo/maíz llegó a ser de 12 a 1, lo que permitió un freno transitorio en la caída de stocks. Sin embargo, desde 1998 hasta la fecha, salvo algún período en el 2000, la baja en la cantidad de animales fue permanente. “En este escenario, la realidad indica que los niveles de producción del sector frigorífico vacuno se encuentran entre los más bajos de la historia reciente”, detalla Ciccra. En el primer bimestre del año, comparado con igual período del 2002, “la faena habría acumulado una retracción de 4,3 por ciento”. Las explicaciones dadas por los técnicos del sector sorprendieron por su franqueza: por un lado, la imposibilidad de revaluar stocks para el cálculo del impuesto a las Ganancias generaría un incentivo para la evasión. Por otra, la caída de poder adquisitivo frente a los mayores precios de los cortes vacunos representarían un obstáculo para la recuperación del consumo interno y, por lo tanto, de la producción.
Sin embargo, luego de tres meses consecutivos de que la hacienda en pie baje de precio en el Mercado de Liniers, acumulando una baja del 8,1 por ciento en lo que va del año, los precios pagados por el consumidor final, los mediados por la industria frigorífica, no registran variaciones. Y, según la industria, tampoco lo harán. La explicación dada es que mientras el precio de la hacienda aumentó el 200 por ciento desde el fin de la convertibilidad, el precio de la carne al público “sólo” lo hizo un 80 por ciento.

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