DESECONOMíAS
La reaccionaria pesadilla del máster
› Por Julio Nudler
Carrera de posgrado en una importante universidad privada argentina. Graduados de diversas carreras, desde abogados a químicos, cursan la Maestría en Administración de Empresas. Buscan así mejorar sus chances de seguir escalando posiciones en las compañías donde ya ocupan puestos de cierta jerarquía. La cosmovisión que se les transmite, asociada a materias técnicas, potencia la ideología que ya traen como profesionales exitosos. Se conectan con sus condiscípulos vía mail colectivo. Canalizan así cuestiones académicas, pero pueden también discutir de fútbol o dar rienda suelta a su creatividad. Es así como uno de ellos remitió a sus colegas una versión muy personal de la fábula de la hormiga y la cigarra. Aquella de la hormiguita que trabaja todo el verano para asegurarse cobijo y alimentos para el invierno, mientras la cigarra canta despreocupadamente. Esta morirá tras el otoño de hambre y de frío. En cambio la hormiga...
La versión actualizada de esta fábula comienza del mismo modo. Pero, en este caso, la cigarra es hallada al llegar el invierno al borde de un camino, sin techo ni comida. Este drama atrae a los medios, que muestran por televisión sus padecimientos. El caso moviliza de inmediato a un grupo de grillos piqueteros, que se manifiestan en la plaza principal del pueblo. Ante esto, un ciempiés diputado denuncia que la pobre cigarra sufre por culpa del enriquecimiento ilícito de la hormiga. En base a esta acusación, un juez ordena investigar a la hormiga, descubriendo que tres hojas de rosal que recolectó no podía justificarlas debidamente. Dispone por tanto su procesamiento.
Durante éste se le determina una fuerte deuda con el fisco, que no puede afrontar porque ha perdido sus pertenencias pagando abogados. Le confiscan el hormiguero, mientras a la cigarra, unida ya a los grillos piqueteros, se le otorga un plan Jefas y Jefes. Además, le conceden el usufructo de la vivienda requisada a la hormiga. La cigarra acude a los programas televisivos de mayor rating. El pueblo está convencido de que se ha hecho justicia. Mientras una fuente oficial culpa a la cumbia villera por lo sucedido a la cigarra, otros mantienen ocupada la comisaría, exigiendo el destierro de la hormiga.
Esta acaba desapareciendo entre la nieve, mientras la cigarra habita en la casa que le fue quitada a la hormiga. Pero un día, la cigarra es hallada muerta por una sobredosis de droga, en medio de su vivienda, casi derruida por el abandono. Al quedar deshabitada, una pandilla de arañas la usurpa, convirtiendo el otrora bucólico hogar de la hormiga en horrible madriguera, pera perenne terror del vecindario. Los vecinos han aprendido la conveniencia de mantenerse siempre lo más alejados posible de políticos, jueces, periodistas y esa clase de gente.