Dom 07.06.2009
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ENFOQUE

FMI o Banco del Sur

› Por Juan Santiago Fraschina *

El fracaso del paradigma neoliberal en América latina impuesto por el FMI en representación de los países centrales produjo el surgimiento de gobiernos críticos a la visión monetarista de la economía. En este sentido, distintas administraciones de la región implementaron planes opuestos a los programas de ajuste, privatización, desregulación de los mercados y la apertura comercial. En la Argentina, este descontento con las políticas neoliberales se materializó a partir del gobierno de Néstor Kirchner donde la intervención del Estado junto con la integración regional se transformaron en las dos premisas fundamentales para el desarrollo de un nuevo modelo de valorización productiva. En éste la industria manufacturera volvió a transformarse en uno de los sectores económicos más importante de la economía y la creación de trabajo se consolidó como la política central de la inclusión social. Los gobiernos latinoamericanos decididos a romper con la tradición neoliberal comenzaron la tarea de construir una nueva arquitectura financiera que le diera más independencia económica. Esta implica librarse de las condicionalidades impuestas por los organismo internacionales que se materializó en dos medidas relacionadas: por un lado, el pago al Fondo Monetario Internacional y, por otro, la constitución del Banco del Sur.

El accionar del FMI fue funcional a los países desarrollados. En particular en la Argentina, fue funcional a los distintos sectores dominantes locales y extranjeros y en contra de los intereses de los sectores populares, pero también de la clase media. La intervención del Fondo ha condicionado el desarrollo del país. Una de las funciones centrales que comenzó a tener el FMI fue la de conceder recursos a los distintos países, sobre todo los subdesarrollados que son los que tienen menos posibilidades de acceso al financiamiento externo. Cuando el organismo internacional otorgaba un respaldo financiero al gobierno argentino, como a cualquier otro, este último debía comprometerse a adoptar una serie de medidas de política económica con el objetivo central de garantizar el cumplimiento en el pago de la deuda externa. Ese compromiso se conocía como “condicionalidad”.

Cuando se analiza la trayectoria seguida por la economía argentina desde mediados de la década del ’70 hasta el 2001 se vislumbra claramente el objetivo a largo plazo del FMI. El resultado de estos programas fue el crecimiento de la deuda externa y la fuga de capitales, la extranjerización de la economía, la desindustrialización y el aumento de la exclusión social. Este organismo internacional a partir de la década del ’80, y utilizando como condicionante el fuerte endeudamiento externo generado durante la dictadura militar, ha intervenido en forma creciente en la aplicación de diferentes políticas económicas funcionales a los sectores dominantes a cambio de la posibilidad de acceder al financiamiento externo.

Con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia se inició un nuevo modelo de desarrollo distinto al que se venía aplicando desde mediados de la década del ’70 en consonancia con los programas del Fondo Monetario Internacional. No sólo el sector productivo volvió a ser el centro de la economía, sino además el sector manufacturero fue una de las actividades que más creció. Después de la construcción, el sector industrial fue el que más se expandió durante esta etapa. Con respecto a la mayor solidez de la economía se sumó el proceso de desendeudamiento en términos del Producto. Esto se debió a la reestructuración exitosa de la deuda pública que implicó una quita de capital e intereses y al pago de la deuda contraída en años anteriores con el FMI. Este rasgo de la economía permite afrontar con más fortalezas la actual crisis internacional.

Es cierto que mayor solidez no significa invulnerabilidad. Las crisis mundiales siguen repercutiendo en nuestra economía. Sin embargo, no con el nivel de profundidad que impactaba en la década del ’90. Por ese motivo, en este nuevo modelo la construcción de una nueva arquitectura financiera es fundamental. El pago al Fondo Monetario Internacional no debe ser analizado en forma aislada. El objetivo central de la creación del Banco del Sur es la constitución de una banca subregional para contrarrestar el poder de la banca internacional en general y de la banca multilateral de desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).

En este sentido, la constitución del Banco del Sur se inscribe en la construcción de una nueva arquitectura financiera regional y la búsqueda de nuevas modalidades de financiamiento al desarrollo de los países de América del Sur. Esto se debe a que en el financiamiento a proyectos de desarrollo realizados por la banca multilateral continúan las mismas presiones llevadas a cabo con anterioridad por el Fondo Monetario Internacional enmarcados en el paradigma monetaristas y neoliberal.

La disyuntiva es clara. O se vuelve al Fondo Monetario Internacional para que a través de sus condicionalidades imponga nuevamente los programas económicos que generan desindustrialización y exclusión social, o se consolida el Banco de Sur para fortalecer el modelo de valorización productiva con inclusión social

* Economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (Geenap).

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