ENFOQUE
› Por Enrique Aschieri y Demian Dalle *
El 22 de julio pasado, el Ministerio de Industria fijó un derecho antidumping (calculado sobre los valores FOB) de 24 por ciento para las importaciones hacia Argentina de procesadoras y multiprocesadoras provenientes de Brasil y de 202,79 por ciento para aquellas traídas de China. Concluía así una investigación que había comenzado en enero de 2009 y que determinó que, por efectos del dumping, se generara un “daño importante” a este sector de la producción nacional. También se aplicó antidumping a los tejidos de poliéster y se establecieron otros tipos de medidas defensivas para más productos.
El caso de los electrodomésticos es un buen botón de muestra para tomarle el pulso a la política comercial en marcha. O se frenaban las importaciones con precios non sanctos –tal como se demostró en un proceso ajustado a la normativa internacional– o el sector que abastece este mercado con producción nacional debía empezar a despedir trabajadores y probablemente peligrara su propia existencia a no muy largo plazo. Esta preocupación por el empleo de los argentinos en lo que concierne al comercio mundial se plasmó en la sanción del Decreto 1393/08, por el cual se agilizaron los procedimientos administrativos y se acortaron de dieciocho a diez meses los plazos máximos para resolver las investigaciones sobre dumping y subsidios que afectan la producción nacional.
Este negocio importador facturó en 2008 unos 12 millones de dólares y tiene como proveedores casi exclusivos a China y a Brasil, con marcada preeminencia de los asiáticos. En 2009, producto de la crisis, se redujo a unos 8 millones de dólares, una caída del 35 por ciento. Hasta el mes de mayo de este año, se importó por un valor de 1,3 millón de dólares.
En el ámbito internacional, cada unidad de estos electrodomésticos cotiza por encima de los 32 dólares. En 2008, los brasileños exportaron a un valor promedio de 26 dólares, en 2009, de 25 dólares, y en 2010, de 29 dólares. En tanto, los chinos lo hicieron a 21 dólares en 2008, a 22 dólares en 2009 y a 16 dólares este año.
No obstante, sucede que ese valor promedio fluctúa mucho. A mediados de cada año ronda alrededor del precio internacional –aunque siempre un 10 o 15 por ciento por debajo–, pero a principios y finales baja a menos de 20 dólares. El caso de China es bastante más agudo que el de Brasil, de ahí las diferencias en las compensaciones establecidas. Por ejemplo, en diciembre de 2009, las multiprocesadoras chinas entraron a la Argentina a razón de unos 8 dólares por unidad. En enero de 2010 el precio había saltado a 29 dólares y en mayo del corriente bajó a 13 dólares la unidad.
Estos datos no sólo ponen en evidencia que el arancel del 20 por ciento (valor FOB) que pagan las procesadoras para entrar al país resulta insuficiente para atender importaciones a todas luces subsidiadas dado el precio de referencia internacional, sino que el mercado argentino es un apéndice que sirve a la estrategia de colocar lo que sobra como corresponde: a precio de remate. Esta estrategia tiene también en cuenta que nuestro país sólo representa 0,5 por ciento del total de las ventas externas chinas. El mercado argentino no mueve el medidor de estas exportaciones.
Estos precios tan bajos aparecen cuando en China la industria electrónica es justamente una de las que hace punta en el aumento de costos vía aumentos salariales, episodio que tiene a todo el mundo debatiendo acerca de si ha concluido o no la etapa china de competitividad por bajas remuneraciones.
Más allá de esa polémica, entre nosotros se palpa bien en concreto el viejo truco de más costos internos, más subsidios a la exportación. Y por si fuera necesario aclararlo, la productividad por trabajador ocupado es tres veces mayor en la Argentina que en China. Ello significa que los mayores salarios argentinos están compensados en el costo por su mayor productividad con respecto a los chinos, que tienen salarios mucho más bajos, aunque ahora estén subiendo.
Ciertos análisis se interrogan si, a partir de estas medidas, no se estará borrando con el codo lo que se firmó con la mano en la reciente visita presidencial a China. Como las medidas defensivas puestas en vigencia están enmarcadas en la legislación internacional de comercio, la que está en falta es China, país que sigue encabezando la lista de medidas antidumping establecidas por la Argentina. Nadie toma en serio a un país que no se empieza por tomar en serio a sí mismo y ese ranking lo atestigua
* Economistas y coordinadores del Departamento de Política y Comercio Internacional de la Sociedad Internacional para el Desarrollo, Capítulo Buenos Aires (SID-Baires).
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