ENFOQUE
› Por Claudio Scaletta
Esta semana la ministra de Industria, Débora Giorgi, decidió destacar información conocida una semana antes: los datos del Intercambio Comercial Argentino que mensualmente difunde el Indec. La funcionaria señaló que por primera vez en la historia las MOI (Manufacturas de Origen Industrial) superaron a las MOA (Manufacturas de Origen Agropecuario) en la integración de la canasta de exportaciones. Tomando los primeros diez meses del año, las MOI fueron el 34 por ciento de lo exportado y las MOA el 33.
Este “sobrepaso técnico” sería un indicador indiscutible del éxito industrialista del modelo, una muestra de la mayor complejidad alcanzada por la estructura productiva y, a la vez, de una menor determinación de su base agraria. De hecho, la señal de la continuidad relativa en la composición de la canasta exportadora fue una de las principales críticas escuchadas entre los economistas preocupados por el desarrollo y, también, por buena parte del establishment, siempre dispuesto a destacar el peso de los sectores tradicionales del agro, perspectiva que, de paso, abonaba la teoría falsa del viento de cola como explicación completa del crecimiento.
Si bien el dato resaltado por Giorgi es muy potente, es recomendable antes de abrazar las conclusiones de los grandes agregados analizar los números en perspectiva histórica y ver qué tienen adentro.
A modo de comparación: si en los primeros diez meses de 2010 las MOI fueron el 34 por ciento de las exportaciones y las MOA el 33, en 2002 esta relación era de 30-32 y en 2007 de 31-34. Este leve aumento de la participación relativa de las MOI se produjo además dentro de una magnitud en crecimiento. El total de ventas al exterior en los primeros diez meses de 2002 sumaba 21.226 millones de dólares, mientras que en enero-octubre de 2010 alcanzó 56.952 millones, un crecimiento de casi el 170 por ciento. Esto significa que, en el período, las exportaciones de MOI debieron más que triplicarse, pasando de unos 6400 millones de dólares a 19.500 millones, siempre para ese mismo período del año.
El dato más importante a considerar es el de las cantidades físicas. Entre 2002 y 2010, las exportaciones de MOA crecieron 181 por ciento en divisas, sus precios lo hicieron 94 por ciento y las cantidades, 39. Las exportaciones de MOI, en tanto, crecieron 205 por ciento en divisas, 33 en precios y 128 por ciento en cantidades. En buena medida las MOA deben el mantenimiento de su participación exportadora a los mayores precios internacionales, mientras que las MOI son tributarias de las mayores cantidades físicas exportadas. Se trata de esfuerzos sectoriales de naturaleza muy diferente, de una superficie de vela muy distinta para aprovechar el viento de cola. Si no fuese por la mejora en los términos del intercambio, quizá hoy se hablaría de “la revolución de las MOI”.
Pero el punto más delicado del comportamiento industrial es su integración: cuáles son los sectores que participan del auge exportador y si, efectivamente, este auge se traduce un una mayor complejidad de la estructura productiva interna.
Buena parte de la expansión se explica por los sectores industriales “tradicionales” con el automotor a la cabeza, un sector altamente integrado internacionalmente, desde las terminales a las autopartistas, y que, por este carácter global de la producción, es deficitario en el balance comercial. Sus ventas externas se expresan principalmente en el rubro “material de transporte terrestre”, que representa un tercio de las ventas de MOI, casi 6500 millones de dólares en enero-octubre últimos. El segundo rubro en importancia, con el 19 por ciento de las exportaciones, es la industria química y el tercero, con el 11 por ciento, la metalurgia, sector donde se destacan los tubos sin costura y el aluminio. Recién en el cuarto lugar viene un infiltrado en materia de “complejidad industrial”. Se trata de la gran minería (9,5 por ciento de la canasta exportadora), donde se destacan el oro y en muy menor medida la plata que se venden en bruto a Canadá y Europa. El rubro siguiente, con el 9,3 por ciento, es el de Máquinas y Aparatos. El último capítulo entre los más relevantes, 6 por ciento de las exportaciones, es la industria plástica.
Este breve recorrido por los grandes rubros acerca la primera respuesta. Los sectores tradicionales de la industria local, automotor y metales, continúan a la cabeza de los sectores dinámicos. Luego aparece un rubro nuevo, que en rigor es de naturaleza extractiva antes que “industrial”, como los metales preciosos, y se destaca, sí, la evolución de las industrias plásticas y químicas, en la que se incluyen los agroquímicos y el sector farmacéutico.
Desde una visión del comercio exterior lo que se observa a partir de la salida de la convertibilidad no es una transformación profunda de la estructura productiva, aunque sí un cambio lento y persistente en materia de crecimiento y diversificación exportador. De todas maneras, si se quitasen los metales preciosos, prácticamente inexistentes durante la convertibilidad, el cambio de tendencia destacado por Giorgi no se habría producido: las MOA seguirían por delante de las MOI. La primera conclusión es la necesidad de seguir avanzando en una mayor agregación de valor. La segunda, que sólo se observa si se suman las importaciones, es la demanda de una mayor integración local con sustitución de compras del exterior. En particular por el carácter comercialmente deficitario que tienen algunas de las principales ramas industriales, como la automotriz y la química
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