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Southern Winds, la empresa del escándalo de las narcovalijas, también supo en el 2001, en plena caída del sistema financiero, fugar al exterior cerca de 31 millones y medio de dólares. Lo curioso es que a pesar del monto de las divisas, la firma está concursada y recibía un subsidio estatal de 8 millones de pesos por mes. Hace pocos días se publicó en la colección Economía Política Argentina de la editorial Siglo XXI el Informe Final sobre Fuga de Divisas en la Argentina. El informe, elaborado con el asesoramiento técnico de investigadores de Flacso, explica que la fuga no se originó en la inestabilidad y riesgo financiero del país. Estos dos factores sólo contribuyeron a acelerarla. Por el contrario, desde los años ’70 las corporaciones empresarias colocaron sus fondos en inversiones de activos en el extranjero, que no regresan al país bajo formas productivas. Fugar divisas da cuenta de un particular patrón de acumulación de capital. El informe indica que únicamente en el período 1992–2001 los activos en el exterior ascienden a 114.154 millones de dólares. Asimismo se concluye que una parte significativa de los montos fugados podrían ser el fruto de evasión y/o elusión impositiva, explicando la vocación por este modelo de comportamiento económico. En total durante el año 2001 la fuga ascendió a 30 mil millones de dólares. El 87 por ciento de la fuga fue realizada por empresas. Sólo el 70 por ciento corresponde a las primeras 200 firmas de mayor facturación. De ellas, las primeras 50 concentran el 60 por ciento del total de dinero remesado al extranjero. El ranking de ventas y ranking de activos extranjerizados parece ser el ensamble explicativo de la terrible concentración de capital que sumió a nuestro país en la quiebra, con el 50 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza y un panorama productivo si no ausente, poco sustentable. Junto al nombre de Southern Winds aparecen otros de gran importancia, como Aerolíneas Argentinas, que remesó al extranjero la escasa suma de 48 millones de dólares. Ellas fugan capitales, quiebran sólo a los ojos de la Justicia, despiden a miles de trabajadores y vacían al país, pero se enriquecen con medios ilícitos y recursos públicos. Mientras tanto, la mortalidad por desnutrición infantil creció un 44 por ciento y la pobreza alcanza a más de la mitad de la población. Sin embargo, por esas casualidades somos el primer productor mundial de alimentos. Injusticias que no encuentran justificación. La crisis argentina la pagaron trabajadores y pequeños ahorristas que fueron confiscados. Los empresarios y banqueros responsables de la fuga siguen impunes. Deberían estar bajo la lupa de la Justicia y del fisco por desestabilizar la economía, transferir deuda y evadir impuestos. ¿Alguna vez cambiará la Argentina de los poderosos?
Pedro Biscay
Director del Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica
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