E-CASH DE LECTORES
Soy de los que piensan que todo el mundo puede y debe opinar de todo. Gracias a ello podemos entender la realidad y tratar de mejorarla. Más aún, es indispensable que todos aportemos ideas cuando el tema se relaciona con la economía de la Argentina, porque se trata de una cuestión que históricamente nos ha resultado errática, difusa y confusa, que no terminamos de dominar; casi una permanente asignatura pendiente. Pero, aun así, no consigo comprender cómo un suplemento como Cash que, supongo, debe aspirar a hacer un aporte serio, tanto al análisis de la realidad como al debate de las ideas económicas, en su nota de tapa del domingo pasado somete un tema candente como es la paridad cambiaria a una inútil conversación entre Miguel Bein y Juan Llach: dos funcionarios de primera línea de sendos gobiernos que, en materia económica, serán recordados por la historia con términos como “recesión”, “pobreza”, “marginalidad”, “hambre”, “mortalidad”, “desocupación”, “vaciamiento”, “entrega”, “caos” y, en definitiva, como períodos de inmensa frustración. ¿Cuál era la idea? ¿Ironizar sus opiniones? Si es así, faltó picardía. ¿Cotejar ideas sin importar su procedencia? Entonces faltaron otras voces, menos desautorizadas por las derrotas que aún todos padecemos. ¿Quizá lo que se buscaba era mostrar el pensamiento de gurúes representativos de determinados grupos o sectores de la sociedad? Entonces debieron ponerse claramente los puntos sobre las íes para saber a quién representa cada uno. En fin, en tren de preguntarnos: si de la paridad cambiaria se hablaba, ¿por qué no se consultó a José Alfredo, Juan Vital o al mismísimo Felipe Domingo (los apellidos sobran), que por ahí ahora le pegaban con algún pálpito, no? Soy de los que piensan que todo el mundo puede y debe opinar de todo. Pero dejémonos de joder. Tengo memoria y buen gusto.
Carlos Javier Martínez
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Importaciones
En vuestro diario del día 14 de agosto de 2005 hay tres comentarios muy interesantes explicando la suba de las importaciones. A mi entender, el principal problema es la gran cantidad de importaciones inútiles y la llave para cerrar ese ingreso la tienen los consumidores. Las multinacionales utilizan los países como factorías y producen en cada lugar lo que les conviene: Química Estrella, Lever, Johnson & Johnson, Nestlé, Gillette, y muchas más, fabrican en Brasil, Chile o Uruguay, ingresando vía Mercosur lo que quieren. Como generalmente sus productos son líderes, no hay fabricante local que se queje, porque lo hicieron desaparecer o es muy marginal su participación en el mercado. Si los argentinos tomamos conciencia de que al comprar industria argentina nos damos trabajo a nosotros mismos y cuando compramos importado le damos trabajo y bienestar a otro país, otro sería el panorama. Compremos “nacional”, aunque cueste algo más, y no importa si no conocemos la marca: nosotros mismos la convertiremos en líder y compartiremos los beneficios de un país con pleno empleo.
Gaspar R. Cano
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