Dom 30.09.2007
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E-CASH DE LECTORES

Microcreditos

El pasado 15 de septiembre, en un lujoso hotel céntrico de la Ciudad de Buenos Aires, la candidata presidencial por la Concertación Cívica presentó a su futuro ministro de Economía, Adolfo Prat Gay, quien aprovechó la ocasión para exponer los puntos centrales de su Plan Productivo 2007-2011 en caso, claro está, de alzarse con el gobierno. La moderna presentación del economista, que estuvo asistida con gráficos proyectados sobre una pantalla gigante, no hizo otra cosa que afirmar cuál será “su prioridad ineludible”, es decir, “mejorar radicalmente la distribución del ingreso”.

Es un secreto a voces que un tema muy poco estudiado en la academia y en los propios organismos internacionales resultan los relacionados al sistema de cooperación internacional. Un ejemplo de ello es la implementación del sistema de “microcréditos” en los llamados “países del Tercer Mundo” o “países en vías de desarrollo”, como el nuestro. Muchas de las organizaciones sociales se constituyen en verdaderos brazos de los poderes internacionales que buscan operar en los países de la región a través de poderosas organizaciones cuyo objetivo podría enmarcarse en la despolitización de los conflictos sociales, a fuerza de apoyar políticas de corte asistencialistas y, por qué no, en la filosofía de la microempresa. Uno de los programas de moda para esta temporada electoral 2007 viene de la mano de Prat Gay, y se trata nada menos que de la implementación de los “microcréditos” que operan, claro está, bajo la filosofía de la microempresa. Este sistema, según el vanguardista Prat Gay, nos permitirá a los argentinos sacar de su estado de pobreza a todos aquellos compatriotas que día a día cartonean para darse un mínimo de alimento en el país exportador de granos. Así es de esperar que numerosos contingentes que hoy viven bajo la línea de la pobreza se modernizarán, progresarán y se harán fundamentalmente “libres”. Es cosa sabida que muchos de los proyectos del Banco Mundial, FMI y BID tienen vínculos con las instituciones de poder y que estos proyectos representan el interés del país donante y no precisamente, como lo hemos vivido en la Argentina, de los países receptores de los créditos. ¿Pueden “los microcréditos” erradicar la pobreza? ¿Es que, acaso, nuestros dirigentes fueron tan ignorantes que han desconocido esta panacea durante años y han hecho que la gente fuera incapaz de endeudarse “felizmente” y de por vida, para cambiar así un destino merecido por su “pasividad”? La respuesta es un rotundo no. Algunos observadores y analistas consideran que la aplicación de este tipo de sistema aplicado a los países del sur es pura y simple demagogia, y se trata en realidad de un proceso extensivo de economía bancaria. En esta pretendida panacea de los microcréditos hay más bien una capacidad de diluir las responsabilidades políticas e institucionales del propio Estado nacional, propiciando la penetración de capitales extranjeros a través de la banca local. La pregunta que deberíamos hacernos es si es posible que a nuestros candidatos “progresistas” se les ocurra algún otro modelo de política pública que apoye las transformaciones sociales y que mejore el acceso de los más desfavorecidos a bienes públicos.

Lic. Claudia Guebel
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