Sábado, 6 de noviembre de 2010 | Hoy
E-CASH DE LECTORES
Perdón por llegar tarde a la polémica pero no puedo dejar pasar ciertas cosas. Puedo coincidir con ciertos aspectos de la nota de Eduardo Bustelo Grafigna (“El progresismo verde y la minería”, Cash, 17 de octubre de 2010). Es cierto que la “onda verde” actual no puede ser una reinterpretación de un romanticismo bucólico decimonónico surgido a la sombra de la revolución industrial. Es necesario que hoy en día la política verde esté orientada a la explotación de los recursos naturales en forma responsable. Lo que me pregunto es si es responsable extraer el oro de la rocas con cianuro. Pregunto también si es la única técnica para hacerlo y si no hay otros sistemas más limpios. Si el autor cree que el cianuro es “el dragón depredador que arrasa sin piedad, vomitando fuego a poblaciones indefensas e inocentes, talando bosques, envenenando las aguas, destruyendo glaciares y montañas”, no creo que esté tan errado. Sería útil para esclarecerlo indicar dónde quedan los 20 camiones diarios que entran en las minas luego del proceso industrial. ¿El 100 por ciento del cianuro queda pegadito a la molécula de cianuro de oro? ¿No existe el más mínimo desperdicio de veneno en el proceso? Sería beneficioso para nuestra autoestima que no nos tome por idiotas. Sin embargo el tema ambiental no es, a mi juicio, lo más criticable de las explotaciones minerales metalíferas en nuestra cordillera. Tampoco lo es el estatus binacional del proyecto Pascua Lama. Lo peor que tiene este proceso es que en este país, en mi país, en el país del autor de la nota, no queda un solo gramo de metal. Cero gramo de oro, cero gramo de cobre, cero gramo de cualquier otro metal que sale de nuestras montañas. Claro, me pueden decir que se pagan los cánones correspondientes. Me encantaría saber cuánto aporta a los erarios provinciales y nacionales. Como en la época de la conquista, se llevan el oro y nos dejan espejitos (papelitos) de colores. Además, y ya dejando un poco de lado el tema minero, estoy terriblemente indignado por la xenofobia de cabotaje a la que nos tienen acostumbrados los políticos del interior, echándoles la culpa de todos sus males a las políticas centralistas que les impiden progresar y someten toda voluntad de progreso. Le recuerdo, señor vicepresidente primero de la Legislatura de la provincia de San Juan, que, según la Constitución de 1994, los recursos del subsuelo de la patria les pertenecen a las provincias, y creo que tanto su provincia como Catamarca han hecho gala de un manejo irresponsable de estos temas.
Gerardo Yunis
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