Dom 14.11.2004
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CONTADO

En terapia

› Por Marcelo Zlotogwiazda

Mientras toda la expectativa está focalizada en el inminente anuncio de los acuerdos de complementación con China, la realidad del Mercosur es cada vez más preocupante y su futuro, incierto. Lo que para la Argentina debería ser la principal vía de acceso a la globalización está atravesando un momento crítico, peor aún que cuando el entonces ministro Domingo Cavallo amagó con iniciar su desarmado. Así lo admiten en privado funcionarios de los dos principales socios, que están analizando si hay manera de reencauzar el Mercosur antes de que sea tarde o, en el mejor de los casos, mucho más difícil. Los gobiernos de Lula y Kirchner coinciden en la necesidad estratégica de revitalizar y viabilizar el acuerdo, pero no disponen de una fórmula en común para lograrlo.
Entre el material de ayuda con el que cuenta el ministro Lavagna figura un documento que acaba de publicar la Comisión Económica para América Latina (Cepal) titulado Evaluación del desempeño y aportes para un rediseño del Mercosur. Una perspectiva desde los sectores productivos argentinos. En cuanto a la evaluación, el balance es muy negativo, y está expresado con un lenguaje crudo y nada habitual para ese tipo de organismos. En el resumen de las más de 200 páginas, se señala:
• “El Mercosur aumentó el tamaño del intercambio comercial argentino, aunque no produjo cambios sustantivos en el sentido de superiores niveles de exportación con mayores grados de elaboración.”
• “Se ha ampliado la brecha de competitividad entre los países y se han reproducido, en una mayor escala, las asimetrías estructurales originales, profundizando el daño en varios sectores productivos de la Argentina y afectando nuevas inversiones.”
• “Si bien el superávit comercial acumulado con Brasil en el período 1985-2003 fue de casi 6 mil millones de dólares, si se considera solamente el intercambio de manufacturas de origen industrial, resulta un déficit acumulado que alcanza los 12.266 millones de dólares.”
Para ilustrar las diferentes pautas de especialización –primarización en la Argentina, industrialización en Brasil–que acentuaron el Mercosur, el documento ofrece los siguientes ejemplos, entre otros:
• “En el sector madera y papel, la Argentina ha tendido a especializarse en las ramas de madera terciadas y aglomeradas y en pasta para papel, mientras que Brasil tendió a especializarse en la producción de muebles y de artículos de papel y cartón con valor agregado.”
• “Mientras la Argentina abastece de cueros a Brasil, éste los utiliza para elaborar y proveer de calzados a la Argentina.”
En la coyuntura, la luz de alarma más visible es, por supuesto, el desequilibrio en la balanza comercial, que terminará el 2004 con un déficit para la Argentina cercano a los 2 mil millones de dólares. Un dato complementario que impacta es que las importaciones procedentes de Brasil representarán un tercio del total de compras argentinas.
Pero el problema trasciende lo coyuntural porque, salvo mediante un replanteo profundo, es improbable que el intercambio pueda equilibrarse razonablemente. Es poco probable lograrlo de la manera que pretenden importantes sectores brasileños, o sea manteniendo a la Argentina como proveedor de materias primas, por la sencilla razón de que en los últimos años Brasil alcanzó un mayor grado de abastecimiento en alimentos y energía. Pero asimismo es bien difícil saldar las cuentas con más exportaciones industriales argentinas, dada la menor productividad relativa frente a los brasileños.
Esto último no es obra de la casualidad. Bernardo Kosacoff, el director de la oficina de la Cepal en Buenos Aires, demostró días atrás en el coloquio de IDEA cómo la industria textil local perdió desde 1998 a esta parte la mitad de la productividad que en aquel entonces igualaba a la de Brasil, debido a que mientras los textiles brasileños siguieron invirtiendo, en laArgentina la crisis frenó por completo el proceso de capitalización. Las ventajas de competitividad brasileñas no se explican, ni en éste ni en ningún otro sector, por diferencias salariales, dado que el costo de la mano de obra es muy similar medido en dólares.
Sin perder las esperanzas de mantener el Mercosur con vida, el citado documento de la Cepal que está en poder de Lavagna plantea una larga lista de requisitos, entre los que figuran: la coordinación de estrategias de especialización y complementación productiva, y la corrección de las asimetrías de política y de las distorsiones acumuladas a fin de permitir la reconversión de los perdedores, entre los que se encuentran sectores de la industria argentina.
De nada sirve que el Gobierno limite la importación de artículos brasileños si ello no va acompañado de medidas que promuevan una mayor fabricación local. Porque podría suceder que lo que se deja de importar de Brasil los fabricantes locales lo empiecen a traer de otros lugares. Que es precisamente lo que está ocurriendo con las heladeras, que ahora vienen con la chapita Fabricado en México o Hecho en Chile.

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