CONTADO
Sida en el Fondo
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Hay quienes sostienen que el Fondo Monetario Internacional es uno de los responsables de que el virus del sida se propague por el mundo entero a un ritmo aterrador que justo esta semana quedó reflejado en el informe “Situación de la epidemia del sida 2004”, que difundió la Organización Mundial de la Salud, según la cual la cantidad de afectados se elevó el año último en 3,9 millones de personas hasta alcanzar casi 40 millones. El documento también señala que en el año murieron por esta enfermedad 3,1 millones de individuos, y que la cantidad de infectados en la Argentina es de alrededor de 130.000.
Un par de meses atrás, las organizaciones no gubernamentales Action Aid, Global Aids Alliance y Student Global Aids Campaign dieron a conocer un trabajo titulado “Bloqueando el progreso: cómo la lucha contra el HIV/SIDA es socavada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional”. Resumidamente, el fundamento de la crítica es que los préstamos de ambas instituciones condicionan a los países a obtener metas de exagerada e innecesaria baja inflación que conducen a reducir el gasto público y, como resultado de ello, a restringir los fondos destinados a la salud en general, y a la lucha contra la epidemia en particular.
El documento divulgado en septiembre activó un febril debate entre los autores y el FMI, quien de inmediato salió a rebatir las acusaciones, señalando que el informe de las ONG “está básicamente equivocado en el rol que le asigna al Fondo en la lucha contra el HIV/SIDA”. El Fondo defiende a rajatabla sus políticas tendientes a reducir al mínimo la inflación, argumentando que “unos puntos más de inflación no promoverían mayor crecimiento económico ni aumentarían el margen para gastar en la lucha contra el sida”. El FMI señala, como siempre, que “promueve la estabilidad macroeconómica porque la considera una condición necesaria para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, sin las cuales no se pueden obtener mejoras perdurables en las condiciones de la salud pública”.
A la luz de la experiencia argentina y latinoamericana de la última parte del siglo pasado, en el dilema entre inflación y gasto público el que sale mejor parado de la discusión es indiscutiblemente el FMI. Lo que sucede es que esa disyuntiva, y mucho más en la actualidad, es extemporánea y falaz en lo que a la región respecta. Como fácilmente se puede observar en la Argentina (y no sólo aquí), ni el exceso de gasto público ni el riesgo inflacionario son problemas reales dignos de demasiada atención. El país sufrió un golpe inflacionario en 2002, pero por efectos de la devaluación originada en el desequilibrio fiscal provocado por un excesivo peso del endeudamiento y no por un nivel desmedido de gasto público interno. Y desde entonces, la macroeconomía no está amenazada por ningún fantasma inflacionario, y si hay desequilibrios presupuestarios son hacia un descomunal superávit, que este año oscilará en los 6500 millones de dólares, es decir el equivalente a 4 puntos del Producto Bruto Interno.
La crítica de las ONG está bien apuntada pero equivocadamente fundamentada, al menos en lo que a la Argentina y a la región se refiere. El ajuste que pide el Fondo no es para bajar la inflación, que casi no existe, sino para garantizar sobrantes fiscales para pagar deuda externa. Que es parecido pero no es igual.
Pero el error de fundamentación es, al final de cuentas, una cuestión secundaria, porque ya sea para bajar la inflación o para pagar deuda, es indiscutible que el Fondo ejerce una sistemática presión para contener el gasto público y para limitar la intervención del Estado, lo que a efectos del problema del sida resulta lo verdaderamente pernicioso y relevante.
Se ve que el ataque de estas ONG ha removido cargos de conciencia dentro de la institución. Además de la inmediata respuesta ya mencionada, el FMI preparó un libro completo sobre el tema del sida (toda una rareza en latradición editorial del organismo) que estará a la venta desde el próximo miércoles. El volumen editado por Markus Haacker se titula La macroeconomía del HIV/SIDA, y es una recopilación de papers con enfoques economicistas sobre la materia. Según el adelanto promocional del libro que circula, en uno de los capítulos se analizan, por ejemplo, “los efectos del sida sobre el crecimiento económico, el ahorro y el comportamiento de la inversión”, y se exploran los vínculos entre “los efectos macroeconómicos de la epidemia y su impacto en la pobreza, la inequidad y el bienestar”.
Seguramente el FMI carga con alguna responsabilidad referida a la difusión del sida, pero es muy difícil medirla con alguna exactitud. Tan difícil como medir cuánta responsabilidad le cabe a la Iglesia en este tema, que se empecina en boicotear los esfuerzos públicos y privados para fomentar la educación sexual.