Dom 06.08.2006
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CONTADO › CONTADO

Sueño de albañil

› Por Marcelo Zlotogwiazda

Roberto Macsemchuk y su mujer se esfuerzan para que su hijo Agustín de trece años pueda cumplir el sueño de estudiar y recibirse de paleontólogo. Para ello Roberto se desloma como albañil cuentapropista realizando trabajos en la construcción, con las herramientas y su camioneta Chevrolet 68 que usa sólo cuando resulta imprescindible, como único capital. La mujer con la que está casado hace veinticinco años se encarga de toda la tarea doméstica, que incluye la atención del hijo, las tareas hogareñas habituales, pero también la confección de la indumentaria que usa la familia, para lo cual hace tres años que estudia corte en la Casa de la Cultura dependiente de la Municipalidad de Malvinas Argentinas. Roberto reconoce que trata de “llevar una vida a la antigua, encargándome de traer los recursos necesarios para subsistir y dejando en mi mujer los trabajos de ama de casa”. Pero aclara que no se considera un “machista” porque a su esposa “le agrada lo que hace”. Roberto y señora cuidan hasta el centavo, y llevan cuidadosamente la contabilidad diaria de todos sus gastos. Es así que pueden saber con exactitud que en las primeras cuatro semanas de junio gastaron 38,10 pesos en achurería, 262,74 en almacén, 85,85 en carnicería, 46,55 en panadería, 74,60 en pollería, 10 pesos en sodero y 60,30 en verdulería, lo que totaliza 578,14 en rubros de alimentación, según consta en planilla.

Aplicando regla de tres simple, Roberto calcula que si en 28 días tres personas gastaron 578,14 en 30 días una familia tipo gastaría 825,91 pesos, es decir más del doble del valor de la canasta básica de alimentos que releva el Indec para establecer lo que se conoce como línea de indigencia. Esta claro que la metodología de Roberto es casera y carece de toda sofisticación. Pero eso es tan cierto como que la cifra a la que llega se aproxima mucho más que la oficial a lo que debería considerarse como un umbral digno para el presupuesto en comida, que en el caso de la familia de Roberto está basado en alimentos baratos: el minucioso registro que llevan de los menús indica, por ejemplo, que del sábado 3 al viernes 9 comieron en almuerzos y cenas tres veces pizza o pizzetas, dos veces milanesa (una con ensalada, la otra con tortilla), en otras dos oportunidades hamburguesas (en un caso con torrejas de arroz), y una vez en cada caso asado (pollo, chorizo y chinchulín), polenta con pollo, fideos con pollo, arroz con pollo, guiso de lentejas, filets con papas y puchero de rabo. Roberto explica que “la base de la mayoría de los platos es pollo ya que el precio por kilo de 3,80 pesos resulta muy inferior a los 8,60 pesos de las milanesas de cuadrada, por ejemplo”.

La contabilidad de la familia Macsemchuk no se agota en la comida. La planilla da cuenta de que en las cuatro semanas del 3 al 30 de junio gastaron 40,69 pesos en artículos de limpieza y tocador, 40 en nafta, 4,40 en carbón, 26,70 en cigarrillos, 13,40 en diarios, 8,20 en farmacia, 6 en ferretería, 26,90 en gastos escolares, 30,20 en impuesto municipal, 6,10 en mercería, 21 en teléfono y 39,10 en rubro “varios”. Si a eso se suma los 65 pesos de la boleta de luz y cable y la cuota de 96 pesos del mismo colegio privado al que fueron Roberto y su esposa, se alcanza los 1001,83 pesos que gastaron en esos 28 días. Como se advierte, no tienen gas natural por red, ni medicina prepaga, ni agua corriente, ni asfalto, ni cloacas, y tampoco les alcanza para conectarse a Internet pese a que sí tienen computadora. La familia no paga alquiler, porque vive en la casa que está a medio construir sobre la de sus padres, quienes sobreviven con una jubilación mínima. Roberto dice tener una clientela e ingresos bastante regulares para sus changas, pero que no le alcanzan para ahorrar y terminar con la construcción que le permitiría usar como comedor lo que por ahora es un precario dormitorio en los altos de la calle Palpa en el barrio Grand Bourg.

En esas condiciones materiales, de lo único que se queja Roberto es de los 18 pesos más por mes hasta fin de año que “este Presidente que dice estar con los que más necesitan autorizó como pago extra para las escuelas privadas”, y se pregunta “por qué el Gobierno no cubre esos 18 pesos, que no es mucho pero afecta, con todo el superávit que hay”. La respuesta no le corresponde a Kirchner sino al gobernador Felipe Solá, pero es lo menos importante. Lo que sí le compete al Presidente es la propuesta que hace Roberto para que “reclamemos a este gobierno y a los que vengan mayor equidad y mejor educación, para que el hijo de una ama de casa y de un albañil pueda llegar a ser paleontólogo”.

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