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› Por Marcelo Zlotogwiazda
Unctad es la denominación con la que se conoce por sus iniciales en idioma inglés la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, una institución creada en 1964 “para promover la integración de los países en desarrollo en la economía mundial dentro de un marco propicio para el desarrollo”. Tiene fama de ser un organismo escasamente ejecutivo, al punto que hace años que sus detractores ironizan afirmando que Unctad son las iniciales de under no circumstances take any decision, es decir que “jamás toma decisiones”. Pero lo cierto es que su propio estatuto establece que para cumplir el mandato realiza básicamente tareas de investigación y análisis, provee asistencia técnica y funciona como “foro de deliberaciones intergubernamentales en búsqueda de consenso”. En su informe anual difundido días atrás se refirió muy positivamente a la política económica aplicada por la Argentina, y en particular subrayó el uso de “instrumentos heterodoxos como la política de ingresos y la intervención directa en los mercados de productos y de trabajo”, incluyendo “la intervención en la determinación de precios”. El economista encargado de la presentación local, Andrés López, advirtió sin embargo sobre la necesidad de “reducir la dependencia exportadora de los commodities, que tienen precios volátiles”, y en ese sentido recomendó el uso de subsidios y protecciones permitidos por la Organización Mundial de Comercio.
Precisamente mayor protección es lo que tiene la industria de motocicletas a partir del anuncio realizado el miércoles pasado sobre la aplicación de licencias no automáticas a la importación. Sucedía que la fortísima recuperación de la demanda local estaba siendo abastecida en abrumadora proporción por productos extranjeros: sobre ventas proyectadas en medio millón de unidades para todo el año en curso, la tendencia apuntaba a que nueve de cada diez fueran importadas; en los primeros siete meses de 2006 la importación fue casi el triple que en igual período del año anterior, que a su vez ya había casi triplicado la importación de 2004. El aumento de la demanda también había multiplicado la fabricación local pero desde niveles bajísimos.
Desde su nacimiento en 1950 la industria local estuvo siempre limitada a la fabricación de motocicletas de baja cilindrada. En su esplendor llegaron a existir 30 fábricas y la producción tuvo un record de casi 150 mil unidades. Pero el modelo de dólar barato y apertura durante la convertibilidad fue una tragedia con serios daños y muchas víctimas. Hacia el 2000 la producción se había desplomado a apenas 23 mil, mientras que las importaciones trepaban a 113.500; sólo quedaban 7 fábricas. El derrumbe del modelo agravó aún más la situación, dejando apenas 3 fábricas en pie con una producción ínfima de 4 mil unidades, y una pérdida de 20 mil puestos de trabajo entre personal directo y proveedores. Mientras tanto, las industrias brasileñas y chinas siguieron creciendo hasta superar el año pasado el millón y los 16 millones de unidades producidas, respectivamente.
Pese a que desde el piso del 2002 la producción se multiplicó por diez, la capacidad potencial de producción y sustitución de importaciones seguía siendo enorme, lo que equivale a que el desaprovechamiento de recursos era grande, y eso motivó a Economía a alentar el proceso mediante la anunciada medida proteccionista “para lograr un adecuado equilibrio entre producción e importaciones”, según señaló el secretario de Industria, Miguel Peirano. El mismo día del anuncio y en evidente coordinación con los funcionarios, los representantes del sector prometieron inversiones por 80 millones de dólares para los próximos cinco años con una generación de 3500 puestos de trabajo. Por ejemplo, Zanella –la marca pionera en el sector– decidió invertir 12 millones de dólares para reactivar una fábrica en Cruz del Eje, que se sumará a las plantas que ya funcionan en Caseros y en San Luis. Un par de semanas antes, la japonesa Honda inauguró una nueva planta en Florencio Varela para producir, por primera vez en el país, un motocicleta de baja cilindrada que hasta ahora traían desde Brasil. La inversión en esa planta fue de 1 millón de dólares con generación de 50 puestos de trabajo, aunque hay proyectos para lanzar el año que viene un segundo modelo.
En la presentación del informe de la Unctad, López reivindicó la protección selectiva y puso como obvio ejemplo el antecedente de lo que hicieron los que hoy son países desarrollados. El rescate de este tipo de abordajes para sustentar un proceso de reindustrialización suma valor adicional atento que la protección brindada por la devaluación viene debilitándose lenta pero persistentemente como consecuencia de que el dólar se movió en una banda más estrecha que el aumento de costos.
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