CONTADO
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Miguel Peirano tiene motivos de sobra para “monitorear con mucha atención la evolución de las importaciones de China en aquellos sectores mano de obra intensivos o más sensibles”, tal como anunció el martes pasado. Basta con leer la letra chica de las muchas pautas publicitarias alusivas al Día del Niño que se festeja hoy. Carrefour insertó un catálogo especial en diarios ofreciendo veinte artículos de la línea Barbie de los cuales trece eran de origen chino, lo mismo que todas las muñecas Bratz, casi todos los autitos de carrera, los robots y la línea de juguetes Shrek; los castillos para nenas y los sets para armar también made in China sin excepción, al igual que los videojuegos y los trece productos electrónicos entre computadoras, televisores, cámaras de fotos y variantes de mp3.
La cadena francesa no es la excepción. Frávega publicó una página entera que mostraba todos productos (videojuegos y mp3) de procedencia china, y en otra página las tres cámaras del mismo origen. La página entera de Jumbo mezclaba juguetes y electrónica pero todos fabricados en China. En la de Musimundo cinco de los ocho artículos electrónicos eran de allí. Igual que todos los juguetes que llenaban la página de Coto. Philips aprovechó el día para promocionar a toda página un modelador de pelo para niñas que fabrican en China, y entre tanta publicidad para niños la marca holandesa coló una página entera promocionando siete variedades de aspiradoras, de las cuales cinco eran chinas.
El ministro de Economía no necesita leer el diario, al menos para enterarse del aluvión chino. Sabe por las cifras del Indec, que en este caso sí son confiables, que en la primera mitad del año las importaciones desde ese país subieron un 54 por ciento (hasta alcanzar los 2040 millones de dólares), lo que duplica holgadamente el ya elevado 24 por ciento de suba en el total importado. Y todo indica que al ritmo dispar que viene creciendo lo que se les compra y vende (en el primer semestre las exportaciones crecieron un 31 por ciento y sumaron 2149 millones), el año cerrará con saldo en rojo por primera vez desde el 2000. El experto Dante Sica, de la consultora Abeceb.com, calcula que podría llegar a los 800 millones de dólares.
Pero tan o más preocupante que los montos o el saldo del intercambio es la composición muy desigual de lo que va y viene. En cuanto a las exportaciones, el Indec muestra para el período enero-junio que el 97,2 por ciento fueron productos primarios, manufacturas de origen agropecuario y petróleo con sus derivados. Mientras que en las importaciones no hay nada de materias primas: están repartidas entre bienes de capital, insumos y bienes de consumo.
Dante Sica exhibe esto último de manera muy didáctica. Por un lado señala que mientras las manufacturas industriales representan el 3 por ciento de las exportaciones a China, significan el 99 por ciento de lo que de ahí se importa. Y presenta esta segunda e ilustrativa comparación: por cada kilo que se vende a China ingresan en promedio 0,34 dólares, mientras por kilo de importación se está pagando en promedio 3,5 dólares, es decir diez veces más. Es la diferencia entre producir y exportar aceite de soja como la Argentina, o motocicletas, computadoras y artículos electrónicos, que son tres de los cuatro principales rubros (el otro es el glifosato) que se traen de China.
El aluvión chino no sólo está penetrando el mercado local. Además, está desplazando a la Argentina como proveedor de otros mercados. Por ejemplo, el gigante asiático ya se encaramó como segundo vendedor al Brasil con 11.500 millones de dólares estimados para este año, rebajando a la Argentina al tercer lugar con 10.500 millones. Hay algunos productos que Brasil está importando de ambos países, como por ejemplo neumáticos y autopartes, por lo que sus fabricantes locales son los más amenazados de ser barridos total o parcialmente del socio mayor del Mercosur.
Es correcto que Peirano se ocupe de resguardar el mercado interno. Pero además de amenaza, China es una enorme oportunidad que hasta ahora ha sido pobremente aprovechada. Un país que cada año agrega decenas de millones de personas al consumo abre un abanico de necesidades infinitamente más amplio que el pequeño espacio ocupado por las exportaciones argentinas, de ínfima diversidad y muy escaso valor agregado.
Por supuesto que en la deficiencia el Gobierno está acompañado por los privados.
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