CONTADO
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Si se confirma el anticipo que realizó el presidente Kirchner respecto de que el desempleo bajó en julio hasta el 7,8 por ciento (contando como ocupados a los beneficiarios de planes sociales), la variable ya estaría cerca de un piso difícil de perforar en el corto plazo, que es lo que se conoce como el núcleo duro del desempleo. La idea es que existe un conjunto de individuos con un perfil que no se adecua a los requerimientos laborales y que, por lo tanto, seguirán desocupados por más que siga en aumento el nivel de actividad y la demanda laboral.
Pero según un estudio coordinado por Diego Shlesser en la Subsecretaría de Programación del Ministerio de Trabajo, esa verdad instalada y repetida por muchos no se apoya en la evidencia empírica. El trabajo titulado ¿Existe un núcleo duro del desempleo en la actual coyuntura laboral? llega a la conclusión de que “la inserción laboral desde el 2003 no ha sido protagonizada por los desocupados con mejores perfiles laborales, tal como postula la hipótesis analizada”.
El estudio comparó la evolución de la tasa de desocupación agregada con la de los distintos grupos que en teoría conformarían el núcleo duro, y los resultados muestran que estas últimas se redujeron en un porcentaje mayor y en algunos casos muy superior al promedio: por ejemplo, mientras que la desocupación total cayó un 48 por ciento, la de los desocupados de bajo nivel educativo disminuyó un 58 por ciento, la de los desocupados de larga duración un 65 por ciento, y la de los desocupados sin experiencia laboral registró una caída del 51 por ciento.
La conclusión fue corroboraba por otra vía, testeando el siguiente razonamiento: “Si el núcleo duro existiera, la participación de los desocupados con atributos adversos para conseguir empleo debería haber aumentado sustancialmente en el total”. Pero la evidencia empírica prueba que entre comienzos de 2003 y el tercer trimestre del año pasado bajó la incidencia de los desocupados mayores, de los de bajo nivel educativo, de los de larga duración y de los que no tienen experiencia laboral. “En síntesis, la población desocupada se redujo a la mitad sin variar sustancialmente su composición”, señala el informe.
El estudio demuestra que “incluso los segmentos más vulnerables dentro de los grupos sociales con mayores problemas de inserción laboral no conforman un núcleo duro de desempleo, ya que presentan una reducción considerable y continua desde el año 2003”. Por ejemplo, mientras el desempleo femenino disminuyó un 46 por ciento, la caída fue diez puntos mayor entre las mujeres con nivel educativo bajo, y llegó al 67 por ciento entre las mujeres con bajo nivel educativo y sin experiencia laboral.
Pero más allá de rebatir la idea de que el núcleo duro opera como una restricción para que la desocupación siga descendiendo, el estudio advierte sobre dos tipos de problemas que la sola creación de empleo no resolvió ni resolverá para la población más vulnerable. El primero es que muchos de los puestos que consiguen son precarios y/o de bajos ingresos, lo que cristaliza la situación de vulnerabilidad.
La segunda alerta es sobre la dramática realidad y el futuro sombrío de los jóvenes que ni estudian ni trabajan ni buscan. De acuerdo con los datos del informe, sobre un total de 6,4 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años, un 57 por ciento estudia, un 24,1 por ciento no estudia pero trabaja, un 7,2 no estudia, no trabaja, pero busca, y un 11,7 por ciento no hace ninguna de las tres cosas. Son 755.000 personas.
El estudio reconoce que ése sí es un “núcleo duro de exclusión social”, dado que la cantidad de jóvenes en esa situación casi no se modificó a pesar de que la desocupación juvenil cayó a la mitad. Para ellos no hay crecimiento que sirva.
Si el piso para la desocupación no está tan cerca como algunos señalan, en el sentido de que hay margen disponible de fuerza laboral, una consecuencia macroeconómica sería que el mercado laboral va a estar con menos tensión de lo que se suponía. De todas maneras, los datos que difundió el Indec días atrás revelan que al menos hasta junio la demanda de mano de obra seguía muy firme (4 de cada 10 empresas realizó búsqueda de trabajadores), y que, además, a nivel macroeconómico hay sectores con escasez laboral: casi 12 por ciento de las empresas que buscaron personal no pudieron cubrir las vacantes. En la inmensa mayoría de los casos la escasez fue de personal para planta y mantenimiento.
Alcanzaría con que la tendencia no se revierta para alentar expectativas optimistas acerca de la evolución salarial.
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