Dom 23.09.2007
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CONTADO

King Maradona

› Por Marcelo Zlotogwiazda

Los que están en desacuerdo con que Diego Armando Maradona haya perdido frente a Juan Manuel Fangio en la votación que hizo el programa “El gen argentino” para elegir al deportista más representativo tienen sobrados elementos que justifican su disconformidad con el resultado. Maradona es inigualable en el ámbito deportivo. Y su trascendencia a partir del fútbol ha alcanzado tal dimensión, que su juego inspiró hasta una teoría académica formulada por una de las personas con mayor poder en el mundo financiero.

El actual presidente del Banco de Inglaterra, Mervyn King, presentó hace un par de años en una conferencia dictada en una universidad londinense la “Teoría Maradona de la tasa de interés” como modo de explicar mediante una analogía con el legendario segundo gol a los ingleses en el Mundial 86 la política monetaria que él aplicaba como titular de un banco central. King expuso: “Maradona comenzó la jugada en su campo, recorrió 50 metros, y pasó a cinco jugadores ingleses antes de hacer el gol. Lo interesante es que Maradona hizo todo ese recorrido casi en línea recta. ¿Cómo pudo pasar a cinco jugadores corriendo en línea recta? La respuesta es que los jugadores ingleses reaccionaron en función de lo que ellos esperaban que Maradona hiciera, que era moverse a izquierda y derecha, que no fue lo que hizo”.

Según King el ejemplo ilustra el rol central de las expectativas en facilitar la tarea de los bancos centrales. La idea es que si la gente espera que la tasa de interés oficial se mueva de determinada manera, las tasas de mercado se modificarán de ese modo por sí solas, haciendo parte del trabajo del Banco Central.

Pero así como Maradona tuvo mucho más mérito que el que se desprende del relato que hizo King al exponer su ingeniosa teoría, los mercados financieros no son posibles de domar sólo con expectativas. Con frecuencia, requieren de acciones, y a menudo de acciones muy drásticas. Como las que tuvo que tomar el mismísimo King en las últimas semanas. Primero inyectando miles de millones de libras de liquidez al mercado para apagar el incendio trasmitido por la explosión de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, y días atrás saliendo al rescate del banco Northern Rock cuando estaba a punto de quedar desangrado por una corrida.

Incluso King tuvo que salir a defenderse de las críticas que le llovieron por no haber salido mucho antes en auxilio de los bancos, y en particular del Northern Rock, la tercera entidad hipotecaria en importancia en ese país, que había sufrido una pérdida de más del 10 por ciento de los depósitos. El jueves pasado tuvo que dar explicaciones ante un comité parlamentario, donde dijo que él hubiera preferido actuar anticipadamente como prestamista de última instancia, pero no pudo hacerlo porque la legislación se lo impedía. Esa queja, junto al anuncio del Tesoro inglés que limita la garantía para los nuevos depósitos en ese banco, y ciertas sospechas sobre irregularidades en la compraventa de sus acciones, causaron que el miércoles y el jueves la acción volviera a caer estrepitosamente.

Si hay alguien a quien King no se parece en estos días es al Diego del Mundial ’86.

Cruzando el Atlántico, el que sí exhibió contundencia el martes pasado fue el titular de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que con una rebaja de medio punto en la tasa de interés de referencia desató la euforia en los mercados. Que como tal no duró más que un par de días. Los nubarrones no tardaron en reaparecer en el horizonte de la economía estadounidense, y el jueves ya se volvió a conjeturar sobre las probabilidades de recesión. El antecesor de Bernanke, el mítico Alan Greenspan, que sigue siendo una opinión considerada más allá de las pavadas que escribió en su flamante libro sobre la Argentina, pronosticó que pese a la rebaja de la tasa de interés la recesión sigue teniendo un tercio de probabilidad.

Creer que con un simple retoque en la tasa de interés se resuelven problemas complejos como los que atraviesa la primera potencia mundial equivale a creer que la magia es más que una ilusión.

Y la magia ni siquiera fue atributo de un Maradona.

Por supuesto que tampoco de Juan Manuel Fangio.

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