CONTADO
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Maradona o Pelé. Fangio o Senna. Las garotas o las argentinas. La rivalidad entre los dos grandes del Cono Sur acaba de ser reavivada por la revista inglesa The Economist en una nota titulada “Brasil y la Argentina: la tortuga y la liebre”. Sin embargo, la preferencia del artículo no es lo que sugiere el título sino la ilustración, que muestra a una liebre con la camiseta argentina pasando rápido por encima de una tortuga con los colores brasileños, pero a tanta velocidad que está a punto de caer a un precipicio. Más allá de las exageraciones del título y del dibujo, lo que plantea la prestigiosa y conservadora publicación es que si bien en los últimos años la Argentina ha crecido mucho más que Brasil, el hecho de que la política económica de Lula Da Silva haya sido a juicio de ellos mejor que la del kirchnerismo les va a permitir alcanzar el ritmo argentino y también los deja en mejores condiciones para el futuro. La revista se inclina a favor de la “ortodoxia monetaria”, del “cuidado por atraer inversiones externas” y de la “flotación cambiaria” con los que caracterizan a la política brasileña, que contrasta con la “fijación de precios”, con la “prohibición e imposición a las exportaciones” y con “la mentira acerca de la tasa de inflación” propias de la “picardía” argentina.
Reconoce que la devaluación “funcionó”, pero sostiene que mientras en la Argentina el exceso de gasto público y el mantenimiento del peso devaluado han hecho saltar la inflación al 20 por ciento, “la menor inflación brasileña hace que el ingreso real de los brasileños esté comenzando a parecerse al de los argentinos”. Y agrega que Brasil está mejor pertrechada para enfrentar un eventual deterioro del favorable contexto internacional que tuvieron hasta ahora ambos países, gracias a que siguió una política fiscal y monetaria más moderada que le permitiría aumentar el gasto y emitir, y que además recibió más inversiones productivas externas (en la Argentina subieron 12 por ciento el año pasado y en Brasil 84 por ciento hasta un record de 35.000 millones de dólares), que se traducen en ventajas de competitividad. Se dice que Lula, como aquí Alfonso Prat Gay, suele manifestar que prefiere un crecimiento sostenido del 5 por ciento a lo largo de quince años a que el país se enriquezca más rápidamente recorriendo un camino poceado.
Es probable que en un futuro quede en evidencia que la fórmula brasileña es más conveniente, tal como sostiene The Economist. Pero, como la misma revista apunta, lo cierto hasta ahora es que los economistas que en los últimos cinco años vaticinaron que se venía la desaceleración se equivocaron, y que “la Argentina ha demostrado que un país puede sacrificar la estabilidad de precios en aras del crecimiento por más tiempo del que señalaban sus críticos”.
Tan indiscutible como que en el último quinquenio la Argentina creció más que Brasil resulta el hecho de que la evolución exportadora del Brasil ha sido mucho mejor. En un trabajo titulado Sector Externo: tendencias exportadoras comparadas del Cono Sur, del economista Tomás Oberst, de la Universidad Católica Argentina, se observa que mientras en el período 2000-2007 las exportaciones argentinas aumentaron un 112 por ciento, Brasil casi logró triplicarlas (191,5 por ciento) hasta alcanzar los 160.000 millones de dólares el año pasado.
También fue superior el incremento de las exportaciones chilenas. El total aumentó un 260 por ciento, hasta los 67.200 millones, es decir, superando en unos 11.000 millones a las argentinas. Y aun excluyendo a las exportaciones de cobre y de otros minerales que constituyen casi el 60 por ciento del total y que se quintuplicaron desde el año 2000, el resto también subió más (155 por ciento) que las argentinas.
Además de la superioridad cuantitativa, Brasil logró una canasta mucho más diversificada y sofisticada. Aquí el complejo oleaginoso representa un 30 por ciento del total, y si se le suman los cereales la porción se aproxima al 40 por ciento. Antes de que el aumento de las retenciones a la soja, el girasol y sus derivados desatara el conflicto dominante en estos días, el autor escribió que “el proceso de sojización podría llevar al país al monocultivo en los próximos años”, ante lo cual advierte la “necesidad de redinamizar la inserción internacional, tanto en países, bloques, como en variedad de productos”.
En cambio, en Brasil no hay ninguna actividad que concentre más del 10 por ciento de sus ventas externas, y como claro ejemplo del mayor grado de elaboración de sus exportaciones está el caso de los aviones de Embraer, que en 2007 exportó 4719 millones de dólares. Más que la suma del trigo y el maíz que exportó la Argentina.
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