Dom 15.04.2012
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DEBATE › TEORíA CUANTITATIVA E IDEOLOGíA

Moneda e inflación

Sólo la ortodoxia sostiene la teoría cuantitativa que dice que la emisión monetaria es igual a la inflación. Además de los marxistas, el keynesianismo y otras escuelas le encuentran defectos y debilidades.

› Por Alfredo T. Garcia *

La lectura consuetudinaria de los periódicos en busca de la información relevante de coyuntura siempre depara sorpresas que desafían los conceptos preexistentes de un lector metódico.

Una de esas oportunidades fue la lectura de “Algunas reflexiones sobre la inflación”, de Orlando J. Ferreres aparecida en La Nación del 4 de marzo pasado. En ella, Ferreres expresa que “para tener una perspectiva aceptada hasta por los marxistas, nos referiremos a la principal ecuación de la teoría económica respecto de la moneda: la teoría cuantitativa del dinero”, una aseveración que no deja de sonar bizarra.

Puede escribirse mucho sobre el tema, pero para refutar esta afirmación de OJF, puede citarse a una experta marxista en teoría del dinero, Suzanne de Brunhoff, quien expresa que “la noción de capital dinero es propia de Marx, en relación con la de la plusvalía. Está ligada a su concepción de la moneda que excluye la teoría cuantitativa”. “Al principio del libro 1º de El Capital, Marx expone su concepción de la circulación de mercancías en relación con los valores de cambio y la moneda. En ruptura con todas las teorías cuantitativas, introduce la moneda como ‘equivalente general’, con su valor y sus diferentes formas y funciones.”

La cita fue extraída de Notas sobre las Finanzas, una contribución de Brunhoff a un Seminario de Estudios Marxistas del 2 de junio de 2005, breve texto muy interesante, puesto que además indica varias de las características conflictivas del sistema financiero que harían eclosión dos años después, con la crisis de las hipotecas subprime.

En realidad, sólo la ortodoxia sostiene la teoría cuantitativa, dado que, además de los marxistas, el keynesianismo y otras escuelas le encuentran defectos y debilidades.

Sin embargo, Ferreres hace recaer todo el peso de su reflexión sobre la fórmula de la teoría cuantitativa, a la que él mismo define: “Es una ecuación que se cumple siempre, es decir, es una tautología, es siempre verdadera”. ¿Cómo confiar entonces en el poder explicativo de una tautología? Según escribe, el aumento de los precios (P) es igual al aumento de los medios de pago (M2) por la variación de la velocidad de circulación del dinero (V), dividido por el aumento de la actividad económica (PIB)” (sic). En su nota toma el incremento que espera para M2, le resta el crecimiento del Producto y de allí deriva la inflación para este año, teniendo en cuenta “que la velocidad del dinero, siendo optimistas, podemos suponer que no se modificará mucho en este año”.

Sin embargo, la velocidad de circulación del dinero cayó un 10 por ciento en 2010 y un 8 por ciento en 2011, magnitudes que influyen significativamente en la fórmula propuesta y no resulta eficiente descartarlas. Porque en realidad están indicando que se requiere mayor volumen de medios de pago (M2) para obtener la misma masa monetaria total para satisfacer la totalidad de las transacciones. Más precisamente, estarían justificando el aumento de un 18 por ciento en M2 en el bienio, si las otras dos variables, PIB y los precios, se hubiesen mantenido congeladas. Una cuestión que los economistas ortodoxos suelen no tener en cuenta cuando se desesperan ante el menor aumento de M2, temerosos de la inflación que pueda causar.

Más allá de los valores asignados a cada variable, este abordaje es meramente contable, no puede aplicarse a un verdadero análisis económico. Es un análisis tan estricto, que ni siquiera admite los efectos sobre los precios de excesos de demanda o estrecheces de oferta como también lo analizan los neoclásicos. Ni hablar del impacto sobre la economía doméstica, de los aumentos de precios internacionales de las materias primas. Derivar que el aumento de los precios es causa de las variaciones en los otros miembros de la ecuación es una cuestión puramente ideológica: los factores que inciden en la formación de precios son múltiples, y exceden a los agregados que expresa esa ecuación.

Partamos de otro enfoque de la inflación, que sitúa sus orígenes en la puja distributiva. Ante un aumento de salarios, los empresarios de mercados oligopólicos aumentan los precios, para captar parte o la totalidad de ese mayor poder de compra que el aumento salarial les otorga a los trabajadores.

En ese caso, los precios aumentan independientemente de las otras variables de la teoría cuantitativa, pero si no se convalidaran los mayores saldos de dinero demandados por el aumento de precios, sin duda ello afectaría a la producción, puesto que se produciría una contracción de la misma en términos reales. Es lo que plantea la teoría cuantitativa y que hoy se aplica en Europa: frenar la inflación con enfriamiento de la actividad económica.

Analizando el mismo fenómeno desde otro punto de vista, hay una ecuación sobre la cual los economistas ortodoxos nunca hablan, y que es la distribución funcional del ingreso, es decir, qué parte de la torta le corresponde al salario y cuál a las ganancias empresarias. Si ante un aumento de precios por sobre la variación de costos generado por la presión de los empresarios que actúan en mercados oligopólicos, la emisión monetaria no se incrementa, ello termina por convalidar el aumento de la ganancia de los formadores de precios. En el mediano plazo, probablemente la menor expansión monetaria tienda a reducir la inflación futura, pero a costa de un menor nivel de actividad y de una menor participación de los salarios en el PIB. Es decir, el clásico ajuste ortodoxo que inclina el fiel de la balanza hacia las ganancias empresarias y contra los salarios.

Por eso hay que poner todas las relaciones relevantes sobre la mesa, como así también reconocer los determinantes ideológicos que se encuentran tanto en la economía ortodoxa como en la heterodoxa. Porque, en definitiva, la ciencia económica es una ciencia social, y no una ciencia dura matemática. Esta última también es una definición ideológica

* Economista jefe Banco Credicoop.

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