Dom 13.01.2013
cash

DEBATE › MOVIMIENTO OBRERO E IMPUESTO A LAS GANANCIAS

El materialismo como brújula II

En las últimas ediciones del Cash se desarrolló un interesante intercambio sobre el paro del 20N y el reclamo por el Impuesto a las Ganancias a trabajadores en relación de dependencia.

› Por Cristian J. Caracoche

Hace casi 130 años, la mente más brillante que pisó este mundo sostenía que “la manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría”. Es a partir de esta afirmación que tratar de explicar la realidad social meramente con lo que sus actores “visibles” declaran en los medios de comunicación es, por lo menos, incompleto.

El presente artículo forma parte de un intercambio que surgió cuando Seijo y Montesino sostuvieron que el paro del 20 de noviembre tuvo como eje central el Impuesto a las Ganancias, queriendo deslegitimar la medida y generalizando los motivos de los participantes en la simple desestabilización del gobierno kirchnerista (“Curiosos reclamos”, Cash, 16/12/12). Ante este planteo, luego de debatir los argumentos (a mi parecer) erróneos que utilizaron los autores, creo haber demostrado por medio de datos oficiales que la situación de la clase trabajadora es al menos alarmante, a la par que los empresarios continúan registrando tasas de ganancias record, lo que forma un contexto donde las banderas levantadas por los asalariados participantes del paro fueron (y son) más que justas, y sobrepasan el mero “mínimo no imponible”, desestimando además cualquier consigna destituyente (“Con el materialismo como brújula”, Cash, 23/12/12).

Frente a este último escrito, los autores interpretaron en “Propuesta de reforma” (Cash, 06/01/13) que mi artículo defendía las posturas de Moyano y compañía, desentendiéndose de todo el contenido central, tanto cualitativo como cuantitativo, poniéndome así en un lugar en el que nunca estuve, ni quiero estar.

Avanzando en su argumentación, y continuando sin analizar la esencia de mi respuesta, los firmantes intentaron nuevamente deslegitimar la movilización subrayando por un lado la convocatoria y participación de la burocracia sindical y la Sociedad Rural Argentina, y sosteniendo por otro lado, en referencia a los cortes y piquetes, que “nunca antes en la historia del movimiento obrero fueron necesarias tales maniobras”. Sin embargo, en cualquier libro de historia que supere las exigencias escolares básicas se encuentran vastos ejemplos de la utilización de este recurso en importantísimas huelgas, tales como la Semana Trágica, La Patagonia Rebelde, la huelga de la construcción del ‘36, la toma del frigorífico Lisandro de la Torre en el ‘59, y la huelga general del ‘75, entre otros episodios, en los cuales además, en su mayoría, o fueron convocados por la misma burocracia o recibieron gran apoyo de ésta, ejemplificado esto último hasta en el mismísimo Cordobazo.

Cerrando su artículo, los economistas presentan una lista de propuestas fiscales, a las cuales se les puede agregar infinidad de medidas, tales como la recomposición de los aportes patronales a los porcentajes de la preconvertibilidad, la imposición de un gravamen progresivo sobre la renta financiera, la mayor presión tributaria sobre los juegos de azar, entre muchísimas más cosas que cualquier mente bien pensante pueda imaginar. Sin embargo, es necesario ver las limitaciones que tiene este gobierno (y cualquier otro gobierno capitalista) en relación con su capacidad de acción política y los intereses materiales a los cuales responde. Desde esta visión, no es casual la reducida presión fiscal (en términos relativos) que posee la minería como actividad extractiva, ni es aleatoria (entre otras cosas) la desestimación del proyecto de ley que planteaba la participación obrera en las ganancias. Son estas circunstancias las que no debemos desestimar, entendiendo al Estado a veces como un simple mediador de la conflictividad social y a veces, lisa y llanamente, como una herramienta de opresión de una clase hacia otra.

Son éstas características estructurales del sistema capitalista, demostradas por la misma historia. Es por todo esto que, a fin de no ir a la caza de molinos de viento, debemos recordar aquellas sabias palabras que enunciaban que “la única verdad es la realidad”, palabras pronunciadas por una de las cabezas más universales de la historia, hace ya más de 2300 años

* Economista UNLZ.

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