OPINIóN › DEBILIDAD ESTRUCTURAL PRODUCTIVA DE ESPAñA Y SU ACTUAL CRISIS
› Por German Herrera *
En un ejercicio de reflexión histórica que resulta tan saludable como infrecuente, Federico Bernal señaló en un artículo publicado en la edición del domingo pasado en Cash ciertas herencias del pasado imperial de España que condicionaron el desarrollo posterior de su sector productivo y ayudan a explicar la crisis de hoy. En una ilustración de lo que la disciplina económica llama “la dependencia del sendero previo”, España ingresa en el siglo XX con una estructura industrial poco desarrollada –excepción hecha por el pionero polo catalán– con relación no sólo a Gran Bretaña sino también a otros vecinos europeos.
Durante la dictadura franquista (1939-1975) se sucedieron distintas etapas en términos de política económica. A unas primeras décadas de autarquía extrema, en las que la lucha contra el hambre constituyó el gran desafío de buena parte de la población, siguió un período de acercamiento político con EE.UU. y mayor apertura frente a la inversión extranjera como estrategia para conseguir las divisas que permitieran escalar posiciones en la industrialización sustitutiva. El Instituto Nacional de Industria, rector de la política productiva española de entonces, procuró impulsar estrategias de vinculación con empresas extranjeras, siendo la experiencia de SEAT –la automotriz española creada por el INI en 1950 en asociación con la italiana Fiat– el ejemplo paradigmático de esa etapa.
Al igual que lo sucedido en otros países durante las décadas que siguieron a la segunda posguerra, la estrategia industrialista en España no alcanzó un carácter completo e integrado y, en consecuencia, no se consolidó una burguesía industrial fuerte con interés directo en el desarrollo productivo nacional. Este hecho es central para entender lo que sucedió a partir de la transición democrática, etapa que coincidió con el giro económico neoliberal que se vivió globalmente. El politólogo argentino Sebastián Etchemendy lo analizó en un artículo publicado hace unos años en la revista Desarrollo Económico, donde explica que los capitalistas hegemónicos de la era franquista fueron los grandes bancos españoles: “Cuando se comparan los grupos financieros, y las empresas energéticas por ellos controlados, con la burguesía industrial nacional, la debilidad de ésta se hace evidente”. Esa debilidad heredada de la etapa sustitutiva dejó a los industriales españoles con pocas chances para reestructurarse exitosamente en el nuevo escenario de liberalización e integración plena a la UE que transitó España durante las últimas dos décadas del siglo XX.
No es casual que si se pregunta hoy por grandes “iconos” del sector empresario español se mencione a firmas como Repsol (energía), Telefónica (comunicaciones) y El Corte Inglés (tiendas minoristas), bancos globales como el HBSC (Grupo Santander) y el BBVA, pero cueste mucho más dar con algún conglomerado industrial de renombre internacional. Para quienes entienden que la industria –núcleo central del aprendizaje productivo y la innovación tecnológica– sigue siendo una pieza indispensable para el desarrollo armónico de un país, la debilidad estructural del tejido productivo de España y la gran crisis económica que atraviesa hoy su economía son aspectos profundamente vinculados entre sí
* Economista de UNQ y AEDA.
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