OPINIóN › LA CRISIS INTERNACIONAL Y SUS EFECTOS
› Por Esteban Actis *
Habiendo transcurrido apenas tres años del inicio de la crisis financiera y económica internacional, dos cuestiones parecen evidentes. La primera, que su duración tiende a prolongarse en el tiempo al igual que la famosa depresión del capitalismo iniciada en 1929. En aquella oportunidad, la recuperación llevó más de diez años. La segunda, que también, como en aquella crisis sistémica, que comienza a vislumbrar una mudanza en la matriz del capitalismo que trastrueca fundamentos económicos, políticos y sociales conocidos hasta el momento. Desde el 2008 se ha suscitado un conjunto de hechos inimaginables e impensados un lustro atrás. Día a día, mes a mes, aparecen distintas noticias que marcan de manera tangible las transformaciones globales. Ningún prestigioso analista político, economista o experto en relaciones internacionales hubiese vaticinado:
- Que Wall Street haya estado ocupado por miles de manifestantes que se quejan de la injusta distribución de la riqueza en los Estados Unidos.
- Que una calificadora de riesgo (S&P) les baje la nota a los bonos del tesoro norteamericano de AAA a AA+.
- Que el gobierno de Estados Unidos salve a la General Motors produciendo una “estatización” de hecho.
- Que se ponga en cuestión al modelo de integración europea y a su moneda única.
- Que Brasil capte deuda en los mercados internacionales más barata que Italia (4,96 contra 6,66 por ciento en noviembre de 2011).
- Que una empresa brasileña (Electrobras) ofrezca comprar parte del paquete accionario de una empresa eléctrica portuguesa (EDP) que intenta ser privatizada.
- Que haya desaparecido la banca privada de inversión.
- Que China y otros emergentes les pidan condiciones a los países desarrollados para prestarle dinero al FMI y al reciente Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).
- Que en distintos círculos políticos y económicos del mundo se hable de imitar la “solución argentina” para afrontar una crisis en los países centrales.
- Que miles de jóvenes de países como Grecia y España emigren de sus países ante la falta de oportunidades.
Un análisis integrado de todos estos fenómenos muestra la magnitud de lo que está aconteciendo. Estamos siendo testigos de un cambio de época, de un momento bisagra en el devenir de la realidad global. Lo que hasta hace poco era extraordinario y anómalo hoy deja de sorprender. Parafraseando al filósofo francés Claude Lefort, se está en presencia de la “disolución de los marcadores de certidumbre”
* Licenciado en Relaciones Internacionales/Becario Doctoral del Conicet.
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