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Domingo, 14 de junio de 2015

ESCENARIO › LA DEUDA GRIEGA

Prueba de fuego

 Por Diego Rubinzal

La economía griega acumuló seis años de caída ininterrumpida en el período 2008-2013. El leve repunte del año pasado (0,6 por ciento) resultó insuficiente para revertir el dramático cuadro económico-social. La intensidad de la crisis se refleja en los siguientes indicadores: contracción acumulada del PIB cercana al 25 por ciento, ratio de endeudamiento del 177 por ciento del PIB y tasa de desocupación del 27 por ciento. Por su parte, el desempleo entre los jóvenes menores a 25 años supera el 50 por ciento. La troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo) continúa exigiendo la aplicación de nuevas medidas de ajuste. Las autoridades europeas instalaron la idea de que la crisis es responsabilidad de los desmanejos presupuestarios griegos.

La avanzada de esos planteos son los periódicos alemanes que, sin eufemismos, califican a los griegos de “vagos”. Algunos de esos medios le reclamaron a Grecia que pusiera en venta sus islas para cancelar la deuda externa. Las autoridades conservadoras griegas no llegaron a tanto pero, a pesar de eso, avanzaron en la liquidación del patrimonio público. Por ejemplo, el periodista y diputado Stelios Kouloglou cuenta en “El golpe de Estado silencioso” (Le Monde Diplomatique, edición 192) que “entre las ventas escandalosas se destacan las efectuadas por el Estado griego en 2013 de veintiocho edificios que continúa utilizando. Durante los próximos veinte años, Atenas deberá pagar 600 millones de euros de alquiler a los nuevos propietarios, o sea, casi el triple de la suma que percibió por la venta”.

El “austericidio” implementado por el gobierno conservador culminó en el triunfo electoral de la izquierda griega. El 22 de enero de este año, apenas tres días antes de la celebración de los comicios, el presidente del BCE (Mario Draghi) advirtió que el programa de apoyo financiero sólo sería concedido bajo determinadas condiciones. El mensaje estaba destinado a impedir el triunfo de Syriza. El eje de campaña de esa novel formación de izquierda, encabezada por Alexis Tsipras, era el rechazo de las condicionalidades de la troika.

Los griegos rechazaron en las urnas ese abierto chantaje. La victoria electoral de Syriza agitó las aguas del mundillo financiero internacional. La estrategia del nuevo gobierno fue ganar algo de tiempo para renegociar la agobiante deuda pública. En ese sentido, los vencimientos de junio constituyen una prueba de fuego para Syriza. Grecia debe reembolsar cuatro cuotas consecutivas al FMI: 300 millones de euros el 5 de junio, 340 millones el 12, 567 millones el 16 y 340 millones el 19. El primer ministro, Alexis Tsipras, logró aplazar los pagos hasta el 30 de junio. El gobierno intentará alcanzar un acuerdo razonable con los acreedores antes del plazo límite, cuando deberían desembolsarse 1400 millones de euros. La firma del convenio implicaría recibir el último tramo de los 7200 millones de los préstamos internacionales acordados por el anterior gobierno. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, declaró que las diferencias entre Atenas y la troika son “todavía bastante grandes”.

Los puntos más conflictivos pasan por las exigencias acreedoras de aplicar impuestos a las facturas eléctricas y recortar las pensiones. Además, el gobierno griego pretende que la agenda de discusión incluya la reestructuración de la deuda.

El antecedente argentino es tenido en cuenta por la dirigencia de Syriza. En 2012, Alexis Tzipras lo citó como “un ejemplo para todo el mundo de cómo se puede superar una crisis y una tragedia humana gracias al pueblo que está en la vanguardia”. En su último informe al Parlamento, el primer ministro sostuvo que “el gobierno griego no puede dar su consentimiento a las propuestas absurdas de los prestamistas”. Las primeras medidas gubernamentales fueron a contramano de la lógica del ajuste. La reincorporación de empleados públicos y la puesta en marcha de diversos programas sociales (ayuda alimentaria, electricidad gratuita, libre acceso a salud) fueron mal recibidas por la troika. La batalla clave continúa siendo la disputa alrededor de la renegociación de la deuda. Por lo pronto, Tzipras parece decidido a no dejar sus convicciones en la puerta del edificio ubicado enfrente de la plaza Sintagma.

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