MITOS ECONóMICOS › CONVENIOS COLECTIVOS, SINDICATOS Y SALARIOS
› Por Andrés Asiain
En una reciente nota de opinión, Lucio Garzón Maceda sostiene que la Unión Industrial Argentina apunta a que el próximo gobierno modifique el actual esquema de negociación salarial en paritarias por rama, sector, actividad o industria. De acuerdo al abogado laboralista, la asociación empresaria trabaja por el pasaje a negociaciones paritarias descentralizadas por empresa, escondiendo ese objetivo en el marco de un llamado a un gran “acuerdo social”. Esa “negociación de máxima centralidad, prudente y moderada, ceñida a variables macro” sería articulada “a nivel de la empresa” atomizando las negociaciones paritarias. Quienes cuestionen la nueva institucionalidad laboral, serán presentados como “enemigos sociales, aliados y promotores corporativos del flagelo inflacionario”.
La advertencia del ya veterano militante cordobés, permite anticipar el debate por venir en torno a la conveniencia o no de las paritarias por empresa. A su favor, se suele señalar que las actuales paritarias imponen aumentos salariales que no toman en consideración la situación de cada empresa particular, especialmente de aquellas pequeñas y medianas cuya rentabilidad no aguanta para sostener los niveles salariales acordados. También, que al tratarse de una multitud de pequeñas negociaciones que no alcanzan por sí misma una gran trascendencia social, evita la competencia a nivel de grandes sindicatos por quien consigue el mayor aumento, permitiendo una negociación más realista
Comenzando por este último argumento, vale señalar que esa misma escasa trascendencia de las negociaciones por empresa suele facilitar negociaciones menos transparentes, donde los representantes sindicales son fácilmente cooptados por la parte empresarial. La experiencia internacional parece indicar que la mayor cercanía entre el trabajador y su representante no alcanza a compensar la debilidad de representaciones atomizadas a nivel empresarial, especialmente en aquellas de menor planta laboral. De esa manera, bajo la definición “acuerdos realistas” se esconde la intención de obtener resultados desfavorables para la parte laboral.
Por su parte, la experiencia de los últimos años ha mostrado que el Estado en su interacción con las partes, ha sido el encargado de encauzar las paritarias en niveles que tengan en cuenta la situación económica general, además de la sectorial. Ciertas paritarias acordadas “políticamente” actúan como referencia para las posteriores negociaciones, evitando un desmadre competitivo en los pedidos de incremento salarial.
A su vez, la paritaria por rama, sector, actividad o industria, reduce las diferencias salariales entre trabajadores del mismo oficio más allá de la empresa en que se desempeñan. Si bien ello puede conducir a que las empresas de menor rentabilidad vean comprometidas su situación y en algunos casos opten por no formalizar a su planta laboral, la solución a esa problemática no pasa por aceptar legalmente una mayor desigualdad en el mundo laboral.
Al respecto, la última paritaria bancaria ha dado una original respuesta a esa problemática al acompañar el aumento salarial general, con la participación de los trabajadores bancarios en las ganancias empresariales. Lo novedoso del acuerdo es que los trabajadores participan en las ganancias globales del sistema financiero y no en las de la empresa en que trabajan. De esa manera, se homogenizan las remuneraciones del sector, pero se evita que las mismas afecten especialmente a las empresas de menor rentabilidad relativa.
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