MITOS ECONóMICOS › AHORRO, FINANCIAMIENTO, TASA DE INTERéS E INVERSIóN
› Por Andrés Asiain
La teoría de los fondos prestables señala que el ahorro constituye la base que financia las inversiones en una economía. Así, los inversores deben competir entre ellos por hacerse de esos fondos para poder realizar sus planes de negocios. De esa competencia por la utilización del ahorro social, se determina la tasa de interés que refleja por un lado el rendimiento de las inversiones y, por el otro, el premio a los ahorristas por abstenerse de consumir sus ingresos. Por su parte, una política monetaria expansiva sólo impulsará, en el mediano plazo, el nivel de general de los precios y la tasa de interés nominal, pero no tendrá influencia sobre el valor real de las inversiones, los ahorros y la tasa de interés que dependen de políticas que estimulen el ahorro o la productividad.
Frente a esa concepción, la heterodoxia señala que las inversiones no requieren de un ahorro previo, sino la existencia de oportunidades de negocios y de acceso al crédito para poder realizarlos. El ahorro social no es una condición previa para realizar inversiones sino su consecuencia, ya que las mismas ponen en actividad recursos productivos desempleados u ocupados en tareas de menor productividad, generando una nueva fuente de ingresos sobre la que se ahorra. Por ejemplo, si un empresario accede a un crédito para construir una fábrica, demandará materiales, maquinarias y mano de obra, incrementando el volumen de producción, empleo e ingresos de las empresas proveedoras. Sobre esos ingresos (diseminados a lo largo de diversos rubros económicos de acuerdo a los sucesivos gastos que desencadena), se genera el ahorro social equivalente a la inversión realizada.
Pero si, como decía Keynes, “ningún acto de inversión puede evitar que el residuo o margen, que llamamos ahorro, deje de aumentar en una cantidad equivalente”, queda sin explicación como se determina la tasa de interés, que ya no resultaría de la puja entre ahorristas y empresarios en torno a la conformación y uso del “fondo prestable”. Desde la perspectiva heterodoxa, las tasas de interés nominales son determinadas en forma institucional. Es decir, la reserva federal (banca central estadounidense) fija la tasa nominal de referencia mundial, y los distintos bancos centrales del mundo hacen lo propio en base a ella y la situación financiera externa de su economía, influyendo en la determinación de las tasas de depósitos y créditos de su sistema financiero. La determinación real de las tasas es más compleja, ya que depende también de la inflación de cada economía donde la política de tasas es sólo uno de múltiples elementos que la afectan.
Respecto a la política monetaria expansiva, desde esa perspectiva heterodoxa, puede estimular la realización de inversiones y, por lo tanto, incrementar el ahorro. Aunque en ausencia de un clima propicio de negocios, simplemente puede aumentar la liquidez bancaria y la compra de divisas (que es como se manifiesta la “trampa de liquidez” en economía con monedas débiles). Por su parte, también existen límites a la expansión de la actividad económica, como pueden ser los cuellos de botella en materia energética y/o de divisas. En esos casos la realización de inversiones con la consiguiente expansión de las corrientes de ingresos y gastos, tenderá a presionar sobre esos límites desatando reacciones como racionamientos de energía y divisas o su encarecimiento, que tienden a deprimir el clima de negocios, la realización de inversiones y el ahorro social. Pero el problema no se soluciona estimulando un mayor ahorro como se derivaría de la teoría de los “fondos prestables”, sino con políticas destinadas a estimular la oferta energética y la mejora de las cuentas externas de la economía.
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