Domingo, 22 de noviembre de 2015 | Hoy
MITOS ECONóMICOS › TERGIVERSACIóN DE CIFRAS DE LA UNICEF
Por Andrés Asiain
Durante el último debate entre los dos candidatos a presidir el país, uno de los periodistas que deberían haber actuado como moderadores se apartó de su función. Fue así que, al introducir el bloque de temas vinculados con “Educación y primera infancia”, comenzó un discurso sobre la situación social de la niñez ante un país asombrado por la inesperada irrupción en el debate de un tercer candidato, Marcelo Bonelli, quien no dudó en ubicar la pobreza infantil en el 23 por ciento, atribuyendo la fuente de su información al programa Unicef dependiente de las Naciones Unidas.
Puede ser que Bonelli no sepa que Unicef no hace mediciones propias de pobreza infantil, sino que toma los datos del Indec. Por ello, la medición no es la tradicional de pobreza por ingresos que el organismo público ha dejado de publicar. Es la medición por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que se realiza a partir de información sobre acceso a la vivienda, servicios sanitarios, educación y capacidad económica de los hogares, extraída de los censos poblacionales.
El último dato de pobreza infantil medida por NBI, es la que surge de la información del censo 2010 del Indec. Es presentada por Unicef en su página web (http://www.unicef.org/argentina/spanish/overview_11124.htm) y ubica la pobreza en el 19,6 por ciento de los menores de 0 a 17 años. Es decir,3,4 puntos porcentuales menos que lo señalado por Bonelli en el marco del debate presidencial. Por otra parte, la institución dependiente de Naciones Unidas indica que de acuerdo al censo anterior de 2001, la pobreza infantil por NBI era de 25,2 por ciento, mostrando un descenso de 5,6 puntos porcentuales en una década.
La pobreza por NBI es mucho más estable que la más conocida de línea de pobreza, que se ubica en el 16,1 por ciento de la población según la medición del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz realizada a partir de estadísticas de precios provinciales, y que se redujo en más de 30 puntos porcentuales desde el 2003. Es que los ingresos de la población se encuentran más vinculados a la volatilidad del ciclo económico, empeorando bruscamente en las debacles y recuperándose velozmente en las crecientes. No sucede lo mismo con las condiciones de vida que considera la metodología NBI.
Por caso, una familia que habita una casa que satisface los requisitos de materiales y hacinamientos para no ser pobre según NBI puede pasar a tener ingresos por debajo de la línea de pobreza si su jefe de hogar queda desocupado en el marco de una crisis económica. Sin embargo, ello no implica que pase a ser pobre según la metodología NBI. Por el contrario, el habitante de un rancho puede pasar a tener ingresos por encima del umbral de la pobreza si consiguió un empleo en el marco de una recuperación económica, pero ese salario no necesariamente es suficiente como para que acceda a una vivienda digna en los términos que considera la metodología NBI.
Ello no significa que pobreza por ingresos y por NBI estén desvinculados. Situaciones de shock, como saltos abruptos del valor del dólar que reducen en forma significativa el poder de compra de los ingresos de la población, provocan fuertes aumentos en la pobreza medida por ingresos. En esas situaciones, los hogares humildes difícilmente puedan resolver algunas de las necesidades básicas de vivienda, servicios sanitarios, educación y capacidad económica de los hogares, que conforman la pobreza según la metodología NBI.
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