MITOS ECONóMICOS › BUITRES, DEUDA Y RESTRICCIONES ECONóMICAS
› Por Andrés Asiain
En una reciente entrevista televisiva, el presidente Mauricio Macri justificó su propuesta de acuerdo con los fondos buitre señalando que “ningún país es viable aislado del mundo”. La alternativa al acuerdo sería el “ajuste o la hiperinflación” ya que “la forma de salir gradualmente del desastre de partida que dejó el kirchnerismo es un ajuste gradual” que sólo podría sostenerse mediante el acceso al crédito internacional. El diagnóstico de Macri parece olvidar que desde la crisis de la convertibilidad hasta su reciente asunción como presidente, han pasado 14 años donde Argentina estuvo en cesación de pagos de una parte de esa deuda y bien o mal, ha continuado funcionando sin ajustes bruscos ni hiperinflaciones. Asociar el cierre parcial de los mercados financieros externos para la colocación de deuda pública con el “aislamiento internacional”, implica desconocer que en los últimos 14 años nuestras exportaciones anuales promedio han superado en un 95 por ciento las ventas del período 1992-2001 (cuando la deuda estaba regularizada), pasando de 31 mil a 61 mil millones de dólares (a precios constantes de 2015, es decir, descontando la pérdida de valor del dólar por inflación).
La inversión extranjera tampoco se vio disminuida por el “aislamiento”. Por el contrario, cuando se descuenta la compra de empresas pre-existentes (asociadas al proceso de privatización y extranjerización de la cúpula empresarial de los años ‘90), los aportes de las multinacionales para inversiones productivas fueron de 3253 millones de dólares anuales durante la convertibilidad, contra 3809 millones de dólares en el período 2002-2014 (a precios de 2014). Por su parte, la reinversión de utilidades que fue de 389 millones de dólares anuales promedio en los años noventa, alcanzó los 3115 millones de dólares promedio anual entre 2002 y 2014.
Por otro lado, las dificultades que enfrenta la economía argentina hoy -elevada inflación y escasez de dólares que frena la producción, el empleo y el poder de compra de los ingresos-, son las mismas que viene padeciendo hace más de 4 años. La repentina urgencia de avanzar con un acuerdo con fondos buitres y holdouts so pena de brutales ajustes o hiperinflaciones, parece más un apuro de la nueva gestión por recibir al presidente de los Estados Unidos con el conflicto de la deuda resuelto, que una necesidad real de la economía.
Por su parte, el regreso al endeudamiento externo no implica la solución de los problemas económicos reales. La elevada inflación exacerbada por la reciente política de shock del dólar y las tarifas, requiere de un pacto social que frene la inercia nominal de la puja distributiva, y no reemplazar el financiamiento del déficit vía créditos del Banco Central por créditos externos como imagina el fundamentalismo monetario de la actual gestión.
La reducción de la fuga de capitales depende más de una política antiinflacionaria y creación de instrumentos de ahorro en moneda nacional, que del ingreso de dólares financieros que permita financiar la fuga. Los déficits industriales y energéticos lejos estarán de solucionarse caminando hacia tratados de libre comercio con potencias industriales y desarticulando la política de soberanía hidrocarburífera de YPF, tal como se orienta la actual gestión.
La opción no es elegir entre buitres, ajustes o hiperinflación, sino entre buscar la solución a los problemas reales de la economía o esquivarlos con un endeudamiento que termina por agravarlos
@AndresAsiain
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