QUEDA DINERO PARA ATENDER UN MES DE FUGA DE DEPOSITOS
Bancos en alerta rojo
La provocación del banco español Santander Central Hispano, que aquí controla el Río, instaló con toda claridad que el sistema ha colapsado. Las entidades apuestan al salvavidas del Plan Bonex II.
› Por Claudio Zlotnik
A los bancos les queda poco resto. La advertencia del Santander-Río de que posee liquidez por apenas tres meses no hizo más que sincerar la dramática situación por la que atraviesa el sistema. Ya no se trata de la salud de una determinada entidad o de la antigua pelea entre la banca privada y la pública. La crisis es sistémica y el límite antes del estallido es muy preciso: a los bancos les quedan tan sólo 3900 millones de pesos para responder a la constante fuga de depósitos.
Ante semejante escenario, se entiende la urgencia del Gobierno y de los propios banqueros por sacar la Ley Bonex 2002 lo antes posible. Las entidades financieras suman unos 7900 millones de pesos inmovilizados como encajes en el Banco Central. De ese total necesitan 4000 millones para operar en el día a día. Entonces, se estima que tienen libertad sólo sobre 3900 millones para devolverles a los ahorristas.
Este monto les serviría para cubrir apenas el 30 por ciento de la fuga potencial desde las cajas de ahorro. Según estiman los propios banqueros, de los 26 mil millones de pesos existentes en las cuentas a la vista, la mitad corresponde a ex plazos fijos que fueron pesificados en cajas de ahorro.
En vista de esta realidad, el Gobierno y los bancos tienen premura por poner en marcha el nuevo Plan Bonos. Para el Ejecutivo, el programa sería la tabla de salvación que le evitará seguir emitiendo dinero para socorrer a los bancos. Desde que empezó el año, el auxilio a las entidades financieras (redescuentos) alcanza la friolera de 7000 millones de pesos, prácticamente la mitad de los 12.800 millones que huyeron del sistema financiero en ese mismo lapso. Y si bien no existen datos oficiales, en la city estiman que esos 7000 millones fueron emisión pura por parte del BCRA. En este marco, entonces, la disyuntiva pasa por seguir asistiendo a los bancos, con el peligro de aumentar la presión sobre el tipo de cambio y la inflación, o lanzar un Bonex exitoso que impida quebrantos masivos en el sistema, al menos en el corto plazo.
El Plan Bonos, si finalmente resulta, podrá parar la hemorragia que sufren los bancos. A partir de que se aclare el panorama, el Gobierno tendrá que definir el modelo bancario que se viene. Como ocurrió en 1995, cuando se decidió profundizar la concentración y extranjerización de la banca, habrá llegado el momento de volver a tomar una decisión relevante para el sistema. Cuanto menos es esperable que esta vez los gobernantes no le vendan espejitos de colores a la población y se refunde una banca que esté al servicio de la expansión económica. Por ahora no existe ningún indicio de lo que vendrá.