¿Hay posibilidades de que los acreedores que rechacen la propuesta tengan éxito por la vía judicial?
J.L.B: –Las probabilidades son bajas.
C.L.: –La lógica de esta estrategia fue descargar sobre los acreedores más débiles el peso de la quita. Es una estrategia convencional. Por lo tanto, no veo que aparezcan problemas por ese lado. El problema es no minimizar los pagos y complicar los grados de libertad de la política económica para asumir un proyecto de reindustrialización y redistribución del ingreso.
Pero los acreedores siguen presionando.
J.L.B.: –Lo que pasa es que el planteo del Gobierno les dio pie a los acreedores para que sigan negociando porque hubo un cambio en la propuesta original. Hay un margen que ven para negociar.
C.L.: –Es una pena que la Argentina haya desperdiciado la capacidad de dividir el frente acreedor, pero igual no creo que puedan obtener por los bonos más del 30 por ciento.
¿Es necesario que para terminar de acercar posiciones el FMI y el G-7 den alguna señal de aprobación a la propuesta argentina?
J.L.B: –Las señales no van a ir más allá del “sigan negociando”, lo que significa un consejo para que acerquen posiciones.
C.L.: –El Gobierno pensó que al definir a los multilaterales como privilegiados éstos no iban a tener influencia en la discusión con los bonistas, pero eso no fue así. Por lo tanto, va a seguir apretando en contra de la Argentina.
J.L.B.: –Cuanto más tiempo se demora más posibilidades tienen los acreedores para armar coaliciones.