¿Por qué aumentaron tanto las protestas contra la minería?

–Hay un contexto general que promueve la expansión de una industria sin tener en cuenta la opinión de la población de la zona. La gente tiene que hacer mucho ruido para que los políticos se decidan a hacer un plebiscito. En San Juan hay mucha oposición en comunidades chicas y en viñateros. De Andalgalá (Catamarca) también nos vinieron a ver propietarios de tierras en los alrededores del proyecto, que según la ley deberían haber cobrado por el transporte del mineral por sus campos, y nadie les pagó un centavo. A veces la gente piensa que es imposible que se vayan, pero pide que por lo menos paguen.

¿El problema es sólo el cianuro que se usa en las minas?

–La lixiviación con cianuro se usa como un método bastante expandido para extraer el oro a cielo abierto. Es solamente la punta del iceberg, la tecnología que les permite acceder a los yacimientos. Los drenajes ácidos van a seguir existiendo. Nosotros promovemos que se prohíba ese tipo de tecnología porque permite acceder a determinados yacimientos que no deberían explotarse.

Entonces están en contra de que se extraiga oro.

–El oro es un metal de pocos usos en la actualidad. Hoy se usa sólo para la acumulación de riquezas. Así que habría que pensar si vale la pena seguir extrayéndolo. Mal podría decirse que es necesario porque los usos que da la industria ocupan un porcentaje muy bajo de lo que se extrae.

¿Cómo se maneja el riesgo ambiental en otros países?

–Hay restricciones con el cianuro. En Estados Unidos lo prohibió el estado de Montana y en Turquía hubo un fallo de la Corte Suprema. En Estados Unidos y en Canadá las empresas pagan un seguro de caución para construir plantas de tratamiento de agua río abajo después de años de cerrada la mina, porque los problemas de contaminación pueden aparecer incluso décadas después, y cuando aparecen, las empresas ya no están.

¿Cómo evalúa la política del Gobierno hacia el sector?

–Tiene la misma política que la de Duhalde y la de Menem en materia de minería. Quieren ver a Argentina entre los primeros lugares del mundo de desarrollo de la industria minera. Están poniéndose del lado de las mineras: en el caso de Esquel había que escuchar a (el secretario de Minería, Jorge) Mayoral y a Aníbal Fernández decir que el problema era que la gente no había entendido.

¿Cambió algo después de las protestas de Esquel?

–En Esquel nunca han estado inactivos. Ahora siguen tratando de permear en la sociedad contratando a la agencia Braga-Menéndez para una campaña de publicidad y comunicación en la zona. En Santa Cruz también. No creo que por Esquel haya mayores controles. Lo único que cambió es que buscan venderlo mejor.