Domingo, 4 de diciembre de 2005 | Hoy
ROBERTO FRENKEL
economista
CEDES
“Lo más importante para revertir la distribución desigual del ingreso es el aumento del empleo. La clave es mantener la inflación bajo control, en el nivel actual o un poco más baja, y seguir creciendo como hasta ahora, con la generación de empleo actual, que es resultado del mercado, de tener los precios relativos más favorables a la absorción de empleo de lo que eran en los ’90. Eso va a rendir frutos, pero no va a resolver todo porque el mercado no resuelve todo el tema distributivo. Lo demás es política social más que política laboral. Hay que dar educación, mejorar el acceso a los servicios básicos, mantener los planes sociales. Por más que el Gobierno quiera, no se va a reconstruir en tres años lo que llevó treinta años destruir, pues las fuerzas del mercado operan y si cambian van cambiando lentamente. En los ’90, el camino para mejorar la distribución a través de la educación era tortuoso porque la inserción internacional de Argentina con tipo de cambio apreciado lo único que hacía era destruir empleo y, obviamente, es imposible mejorar la distribución educando desempleados, pero con el cambio en los precios relativos y la economía en crecimiento, las mejoras en la educación servirán para mejorar la distribución del ingreso en los próximos diez años.”
JAVIER LINDENBOIM
economista
Ceped/UBA
“Para modificar la distribución desigual del ingreso, la discusión no sólo debe estar centrada en lo que hace el Estado cuando captura recursos a través de impuestos sino en la distribución primaria. Tenemos que discutir cómo se genera la desigualdad del reparto en la producción de bienes y servicios. Ahí el Estado tiene que tener un papel más activo del que acepta en los tiempos modernos. Se deben fijar pautas que permitan orientar la acción empresaria hacia una redistribución media más alta de sus asalariados. La mejora salarial es factible cuando uno mira cómo se reparte la torta. Si se entra en la discusión de cada empresa, es posible encontrar situaciones propicias o de dificultad. Los que esgrimen dificultades deberían hacerlas explícitas para que se les dé algún tipo de paliativo y evitar que el incremento de salarios se traslade a los precios. En relación con la distribución secundaria, lo importante es no sólo fijarse cuán eficiente es el gasto para beneficiar a los más pobres, como propone el Banco Mundial, sino impulsar una reforma impositiva que grave la renta financiera y las ganancias obtenidas por la transferencia de patrimonios para que paguen más los que más han ganado y siguen ganando.”
ALBERTO BARBEITO
economista
de CIEPP
“Pensar que la tragedia distributiva de la Argentina, producto de un proceso estructural de largo plazo y de escala inusitada, se puede resolver por vía del derrame de crecimiento es una demostración de ignorancia o de hipocresía. Para revertir la situación, se requiere colocar en el centro de los objetivos de las instituciones la recuperación de mayores niveles de equidad y de justicia social y llevar adelante un conjunto amplio de políticas macroeconómicas, sectoriales y sociales consistentes entre sí. El esquema tradicional donde la distribución del ingreso está jugada exclusivamente en torno del mercado de empleo y la remuneración del trabajo asalariado es insuficiente. Hay un enorme ejército de reserva que va a actuar negativamente sobre el mercado de trabajo por largo tiempo. Es necesaria una intervención directa de políticas redistributivas por fuera del mercado, que complementen los ingresos de las personas. Hay que modificar la estrategia seguida en las políticas sociales terminando con un Estado estigmatizante y clientelista para dar lugar a políticas de carácter universal, como el ingreso a la niñez y los mayores adultos. Esas políticas tienen que ser financiadas con recursos genuinos mediante una reforma tributaria.”
VALERIA ESQUIVEL
economista
de la UNGS
“En los últimos dos años la masa salarial creció debido a la importante generación de empleo; los salarios reales se fueron recomponiendo (sin llegar a los niveles de 2001) y la desigualdad de los ingresos del trabajo se redujo, revirtiendo su tendencia, pero es muy difícil esperar que esta configuración se mantenga, aun cuando la economía continúe creciendo. Es probable que la dinámica de generación de empleo no siga como hasta ahora, porque la elasticidad Empleo/Producto a la salida de la crisis ha sido muy alta y atípica. En los próximos años será menor, limitando el crecimiento de la masa salarial por esa vía. Además, el modelo de dólar alto funcionando a pleno no necesariamente es igualador. Es posible un funcionamiento macroeconómico en el que los sectores exportadores con base en recursos naturales generen las divisas para sostener el equilibrio externo, mientras se consolida una pauta de consumo doméstico acorde con la distribución desigual del ingreso. En este escenario es esperable que los salarios presenten mayores niveles de desigualdad, debido al comportamiento diferencial entre sectores. Sigue habiendo una muy importante cantidad de gente con ingresos por debajo de la línea de pobreza, cada vez más asociada al fenómeno de ‘trabajadores pobres’ y menos al desempleo. Mi impresión es que la consolidación de esta situación no aparece como una preocupación y que los niveles presentes de pobreza serán cada vez más difíciles de morigerar sin políticas activas.”
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