Roberto Bouzas, economista de la Universidad de San Andrés.
¿Los problemas financieros de Estados Unidos pueden provocar una crisis global?
–Todo depende de la profundidad de la recesión y de las turbulencias financieras asociadas. Si el problema es breve no debería tener un impacto global muy significativo, pero si se extiende podría generar inconvenientes en otros países, particularmente en las economías asiáticas, que siguen siendo muy dependientes del mercado norteamericano.
¿Qué cree que pasará?
–El proceso de diversificación de instrumentos hace que cada turbulencia financiera sea potencialmente más compleja que la anterior. No obstante, mi impresión es que ya hay bastante claridad sobre lo grave que podría ser una recesión profunda. Además, éste es un año electoral en Estados Unidos. Por lo tanto, las probabilidades de que el gobierno norteamericano y la Reserva Federal intervengan activamente son altas.
Se habla de una baja de tasas como parte de la solución, ¿es conveniente bajar la tasa en un contexto de inflación mundial creciente?
–La inflación del último tiempo tiene que ver con el precio de los productos primarios y responde sobre todo a un crecimiento que se viene dando fuera de Estados Unidos. Ese componente va a seguir estando. Lo que no veo son presiones inflacionarias importantes en otros sectores. El principal riesgo de la baja de tasas es que no tenga un efecto expansivo. Que se genere una trampa de liquidez donde la baja no sea suficiente para cambiar las expectativas en los mercados financieros y termine con una situación parecida a la que atravesó Japón en los últimos años. En ese país, la tasa de interés nominal cayó prácticamente a cero, pero la economía siguió con deflación. No es el caso de Estados Unidos, pero sí podría haber una deflación de activos que es lo que está asociado a una crisis financiera o inmobiliaria. Ese escenario es más preocupante que el de la inflación.
¿En qué medida la Argentina se puede ver afectada?
–La Argentina está relativamente acolchonada porque ha tenido una enorme ganancia en términos de intercambio en los últimos cuatro años y porque hay cierto margen para que esa ganancia se deshaga sin caer en una situación de gran debilidad. Además, no tiene una necesidad de financiamiento en el corto plazo que la lleve a depender imperiosamente de los mercados internacionales de capital. Eso también permite tener un mayor margen de maniobra. El país está mejor que en otros momentos. No es una situación que se pueda proyectar indefinidamente en el tiempo, pero da un margen de relativa tranquilidad para un período de hasta 24 meses.
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