“La Unión Industrial Argentina ha lanzado una fuerte campaña exigiéndole al Gobierno una mayor devaluación de nuestra moneda de modo de adquirir mayor competitividad en el mercado externo, particularmente para hacer frente a la competencia originada en la devaluación del real. En compensación no ofrecen nada. Estiman que sólo la política cambiaria es la herramienta que mantendrá su rentabilidad. Es evidente que la estrategia de un dólar alto se inscribe entre uno de los instrumentos que le ha permitido al país, junto con los superávit fiscal y externo, fuertes reservas en las arcas del Banco Central y reacomodamiento de la deuda pública tanto en plazos, montos y tasas, crecer en un contexto de una mejor distribución del ingreso. Un proceso como el reclamado tiene que ser cuidadosamente evaluado, considerando el impacto en los costos internos de los sectores más vulnerables. La apreciación del peso, por sobreactuación del BCRA, dificulta hoy avanzar en las medidas reclamadas. Partir de los 3,23 pesos del primer trimestre hubiera facilitado un revalúo mayor. Hoy hubiera significado una devaluación de alrededor del 5 por ciento y no de más del 12 por ciento tomando la cotización de 3,04 pesos de fines de junio de 2008. En un escenario tan complejo, al que la crisis internacional agregó complejidad extrema, resulta extraño que uno de los sectores más beneficiados por la política económica se manifieste en forma tan egoísta sin hacer la menor mención sobre cuáles van a ser sus aportes. Desde luego, no es el único sector que se manifiesta con esta actitud: lo hacen los sectores agroexportador y el financiero. Pero extrañamente no aparecen actitudes colaborativas para atender las particularidades de un escenario tan delicado. Nada dice la UIA de mejorar e incrementar su producción, reduciendo costos y aportando bienes al mercado local. Nada dice de reclamar al sector financiero políticas en materia crediticia y reducción de tasas ni de un compromiso de formalización de todo su personal ni de mejorar la capacidad de consumo de la población ni de reducir la rentabilidad de sus negocios ni de aceptar una reforma tributaria que mejore la distribución. En fin, nada dicen de contribuir en la crisis. Sólo se inscriben en la lista de reclamos sectoriales. Sólo piensan en su salvataje corporativo.”

*Profesor honorario de la UBA