Las acciones permiten a las empresas capitalizarse en forma pública: una empresa que requiere fondos para invertir ofrece estos papeles. El dinero de todos los que operan permite capitalizar la empresa. Entonces, si la empresa es buena y contabiliza ganancias, el inversor también se beneficiará con ese buen desempeño. La operatoria actual difiere de la concepción que muchos tienen, con ejecutivos gritando por celular órdenes de compraventa. El recinto de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires es actualmente un lugar para visitas guiadas. Para operar basta con conectarse a Internet y registrarse en la web de algún broker, abrir una cuenta y, desde esa página electrónica, elegir qué activos comprar o vender, para después dar un simple click. Los corredores dicen que lo habitual para empezar es probar con acciones “clásicas” como Pérez Companc, Banco Galicia, Tenaris o Siderar. Pese a las facilidades que ofrece la tecnología, la negociación continúa estando monopolizada por grupos inversores.
La estatización de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP) implicó el retiro de un jugador clave, que, con dinero de los trabajadores, apostaba en la Bolsa. En aquel momento las operaciones en acciones rondaban los 300 millones de pesos, para reducirse luego a la mitad. Más tarde se retiraron grandes inversores extranjeros, llevando el volumen negociado a un promedio que oscila en 40 millones diarios. La poca profundidad (bajo volumen) de las negociaciones incrementa la volatilidad del mercado, dado el escaso monto requerido para establecer una tendencia en la plaza. Hasta el año pasado las compras de activos se focalizaron en acciones de Tenaris, Petrobras e YPF.
Los principales operadores en el mercado son las compañías de seguro, agentes institucionales y cooperativas. El mercado argentino contó además con participación de hedge fund, como el de Warren Buffet, Pimco o Templeton. Este último volvió a recomendar activos argentinos, aunque por el estatuto de este tipo de fondos –debe invertir en activos con nota de grado de inversión– no puede comprar acciones locales. Las Sociedades de Bolsa cobran por la compra de acciones locales el 0,5 por ciento del monto negociado si es a través de Internet y 1 por ciento si se realiza por teléfono, con un piso de 60 pesos para la primera vez. En los bancos que ofrecen el servicio las comisiones son más altas.
La clave de este segmento viene dada por el fuerte proceso de desendeudamiento que llevó a cabo el gobierno nacional, el cual deja un horizonte de vencimientos de apenas 1,5 por ciento del PIB anual para el período 2013-2020. Este año el Estado cancelará el último vencimiento de los bonos Boden 2012 que se entregaron a los ahorristas que quedaron atrapados con el corralito y corralón de 2001. La demanda por este papel se incrementó notablemente. Esto se debe a que los inversores utilizan este activo, así como las series 2013, 2015 y Bonar XVII, para dolarizar sus carteras, dadas las restricciones actuales para comprar divisas.
Las posibilidades de acceso a este mercado son similares a la operatoria con acciones. Los grandes jugadores son también los mismos. Los títulos negociados habitualmente se reducen a las emisiones nacidas con el canje de 2005, como los bonos Descuento, PAR y cupones atados a la marcha de la economía. También se operan los denominados bonos “posdefault”, entre los que se cuentan los Boden, Bogar y varios títulos provinciales y los que son ajustados por CER.
Otra opción son los títulos “dollar linked”. Son bonos en pesos que ajustan por el tipo de cambio, son de corto plazo, se pagan en pesos y los vencimientos de capital e intereses también son en pesos. Esta herramienta la utilizaron la provincia de Buenos Aires, en mayo; la Ciudad, en diciembre, y el Banco Hipotecario e Impsa. Para ingresar se necesita un mínimo de 20.000 pesos. Mientras, los fideicomisos financieros están hoy apalancados por el consumo, siendo una opción segura –nunca registró incumplimientos– para el corto plazo
Es un mercado pensado para abastecer a exportadores e importadores, pero la huella traumática que dejó la experiencia financiera del último medio siglo lo convirtió en la “opción de ahorro” preferida por la mayoría. La operatoria en el segmento mayorista estuvo liderada por bancos de origen extranjero. Según cifras del Banco Central, el Citibank, el Santander, HSBC, BBVA Banco Francés, el Galicia y el Standard Bank, concentran la mitad del volumen operado por entidades financieras y cambiarias con sus clientes.
La mayoría de las compras de estos bancos se realizan a pedido de sus clientes y de las casas matrices, demandantes de fondos por la crisis que azota las economías centrales. Por su parte, la oferta está compuesta casi en su totalidad por el superávit comercial, es decir, de exportadores y, particularmente, de granos. La sequía que vivió el país en las principales zonas agrícolas y la menor demanda brasileña determinaron una menor oferta de divisas, lo que motivó la aplicación de controles para la administración de las reservas.
Existen también distintos tipos de mercados informales: el blue, que se vende en las cuevas y ofrecen los arbolitos de la city, y el contado con liquidación, utilizado por grandes empresas, que consiste en la compraventa de activos bursátiles en el país y el exterior. En el blue se comercializan entre 10 y 15 millones de dólares por día, poco más del 2 por ciento del volumen operado por el mercado formal, el cual ronda entre 400 y 600 millones diarios. El contado con liquidación, que tuvo su momento de mayor esplendor con el lockout del campo en 2008 (se fugaron casi 3000 millones de dólares en octubre de ese año utilizando esta herramienta), hoy mueve un monto similar al blue
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