Dom 31.05.2015
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GáRRIZ Y PANIGO. LA INVESTIGACIóN GANADORA DEL CONCURSO AEDA

La Política Automotriz Común

› Por Javier Lewkowicz

“La Política Automotriz Común (PAC) pareciera haber contribuido a la consolidación de un perfil brasileño-dependiente de la industria autopartista local, causa fundamental de su fragilidad externa”, es una de las conclusiones principales de Ana Gárriz y Demian Panigo en su trabajo “El impacto de la Política Automotriz Común sobre la industria autopartista argentina”, ganador del concurso Nuevas ideas para el Desarrollo en el sexto congreso de AEDA.

Los investigadores advierten que la industria automotriz a nivel global se despliega bajo entramados institucionales de protección. La particularidad en Argentina y Brasil es que las regulaciones en ambos países han intentado, además de promover el comercio intrabloque, crear un complejo automotor sustentable a nivel externo, es decir, balanceado en términos de divisas, según los objetivos planteados en las normas que definen el entramado institucional.

El instrumento más relevante de regulación del sector es la Política Automotriz Común (PAC) establecida en 1990, que ofrece protección arancelaria respecto de terceros mercados y desgravación tributaria hacia adentro del bloque Mercosur. Uno de los objetivos explicitados en ese momento era el de “mejorar el balance de divisas, tendiendo a generar saldos positivos en el intercambio con terceros países”. En ese punto, Gárriz y Panigo advierten que la evolución del sector en Argentina y en Brasil pone en tela de juicio la efectividad del acuerdo. Ofrecen entonces los datos del desequilibrio comercial durante todo el período de vigencia de la PAC. A modo de ejemplo, en 2013 Argentina registró un déficit del bloque automotor (autos + autopartes) de 6300 millones de dólares, mientras que en Brasil ese cifra se elevó a 11 mil millones. La desventaja adicional para Argentina es que parte del déficit se explica por Brasil, ya que se le compra el país vecino 1500 millones más de lo que se le vende.

Tanto Argentina como Brasil se beneficiaron del incremento del comercio por el esquema regulatorio, aunque el país vecino lo hizo en mayor medida. Incluso los autores destacan que Brasil “ha utilizado al bloque como un refugio ante la caída de sus mercados extrazona tras la crisis internacional”. En cambio, la PAC no fue efectiva para promover a la región como una plataforma de exportación, de ahí el déficit comercial estructural, aunque en ese caso también la situación de Brasil queda un poco matizada, ya que los autores advierten que en ciertos períodos “hubo impacto exportador positivo en Carrocería y Chasis y sistema de transmisión y Motores y Partes”.

“Si bien la PAC ha sido beneficiosa para Argentina, pareciera haber contribuido a la consolidación de un perfil brasileño-dependiente de la industria autopartista local, causa fundamental de su fragilidad externa”, consideran Gárriz y Panigo.

Este año los gobiernos de ambos países tienen que renegociar la PAC. La posibilidad más cierta es que se vuelva a prorrogar su vigencia por un año, como sucedió en 2014. Eso echaría por tierra la intención de Argentina de desdoblar el coeficiente flex –que define el máximo desequilibrio comercial posible– en función de los dos segmentos que componen el complejo automotriz: vehículos y autopartes. El gobierno nacional también busca que Brasil incorpore a las autopartes argentinas dentro de su plan de beneficios fiscales (Plan Innovar-Auto). Gárriz y Panigo entienden que esas propuestas representarían un avance “en pos de apuntalar el desarrollo autopartista de nuestro país”

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