Jueves, 29 de mayo de 2008 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA AL MULTIFACéTICO LUCIANO CAZAUX
El actor, director y autor se refiere a los temas que marcan al teatro y al cine alternativos, espacios en los que se mueve con llamativa versatilidad. Dice que se requiere especial equilibrio para armonizar carrera artística y vida personal.
Por Hilda Cabrera
Lograr una cierta armonía entre la profesión de actor y la vida personal requiere especial equilibrio, opina Luciano Cazaux, quien debutó a los 11 años en un comercial para televisión junto al entonces popular Marcelo Marcote. Un medio al que regresó tiempo después, ya con experiencia escénica. Profesor a los 24 años, dirigió talleres del ciclo básico común en el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde contó con dos profesores a su cargo. “Estuve allí desde 1986 hasta 1992 –cuenta–, cuando Leopoldo Sosa Pujato era director del Centro. Estaban Claudio Nadie, Cutuli...” Protagonista y adaptador de El día que Nietzsche lloró, pieza de Irvin Yalom con puesta de Lía Jelín (en cartel en el Teatro de la Comedia y próximamente en gira), subraya la dificultad de combinar lo personal con la vida artística, asunto que, sin embargo, no le ha restado empuje.
Cosechó elogios y premios con espectáculos de su autoría, en los que actuó, como el monólogo Carne y uña y Bang Bang y somos historia, mientras en cine se ocupaba de la dirección de actores, entre otros films en la coproducción cubano-argentina Al fin, el mar. Participó en Hasta la victoria siempre, Bajo bandera, Felicidades, Lisboa, Mi fiesta de casamiento y Regresados, un estreno reciente de los directores Flavio Nardini y Cristian Bernard, donde compuso al conflictuado Guido. Finalizó dos guiones para largometrajes y continúa apostando a la producción, donde ya tiene historia: “En otro tiempo estuve asociado a Morgana Producciones –apunta–. Me encargué de la dirección de actores en el cortometraje Seda negra, que protagonizaron Cristina Banegas y Guillermo Angelelli, película que fue invitada a festivales y ganó premios, y en la miniserie de televisión Desde adentro, con música de Fito Páez y actuaciones de Miguel Angel Solá, Juan Leyrado y Cecilia Roth. Con esa misma productora presentamos en 1992 Eva y Victoria, con China Zorrilla en el papel de Victoria Ocampo y Luisina Brando en el de Eva Perón. Allí hice la adaptación junto a Susana Anaine”, resume Cazaux.
–¿Qué lo atrajo de esa obra de Mónica Ottino?
–La importancia de una época que debe ser revisada. Cuántos males se hubieran evitado si hubiese habido un diálogo entre los poderes que cada una de esas mujeres representaba. A la distancia, vemos que los enfrentamientos están vigentes. Parece que no aprendemos de la historia. Después me desvinculé de Morgana, pero seguí con mi trabajo de actor y director. Soy egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), de la carrera de puesta en escena, que cursé con Rubens Correa. Estuve haciendo un poco de todo por necesidad.
–¿Qué le aporta la televisión a su diversidad artística?
–Volví a la tevé a mediados de los ’90 y tuve la suerte de que me contrataran para varios capítulos de la telenovela Los ángeles no lloran, que dirigió Hugo Moser en 1996. La protagonista y productora era Patricia Palmer. En el elenco estaba Eleonora Wexler, una actriz que admiro y quiero mucho. Mi participación más reciente es en la tira Mujeres de nadie, donde intenté componer un personaje raro en nuestra televisión, un policía o detective tipo Columbo (el célebre personaje de Peter Falk), con aspecto de bohemio y algo despistado.
–¿De qué tratan sus guiones?
–El de la película París está tan lejos, que va a dirigir Daniel Barone, lo escribí en colaboración con Adrián Batista, que es también actor. Es una comedia policial. El otro guión es resultado de mi personalidad de kamikaze y mi afición al cine, que mantengo desde los 9 años. Es una comedia de amor del tipo de las de Woody Allen. Los personajes son surrealistas: una mujer se vuelve transparente y un hombre es perseguido por una sombra. Con el título de Sombras y transparencias pretendo homenajear a la película Shadows and fog (Sombras y niebla), de Allen. En las dos hay humor, y Sombras... se relaciona con temas de pareja y de hijos.
–¿Por qué hoy el teatro y el cine alternativos insisten en esos temas?
–Creo que es generacional. La película de Tatiana Mereñuk, Yo soy sola, por ejemplo, los trata desde una mirada femenina. Los que estamos entre los 35 y 45 años pertenecemos a una generación que era muy joven en 1983, cuando se recuperó la democracia; que quiso producir cambios, pero se desmoralizó y no fue ajena a los años de la pizza con champán. La energía que nos contagió la vuelta a la democracia –que para nosotros se convirtió en “movidas” y creación de nuevos grupos– se fue gastando, primero entre desilusiones y después, durante el gobierno de Carlos Menem, en tratar de vivir la euforia del uno a uno y el gasto, sin ver las consecuencias. Ahora, creo, hemos vuelto a la intimidad.
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