Vie 13.06.2008
espectaculos

TEATRO › DESDE HOY SE PRESENTA MUNDAR EN EL EXCENTRICO

Juan Gelman para cello y voz

El espectáculo que proponen Cristina Banegas y el músico Claudio Peña es más que una lectura de poemas con acompañamiento: “Se trata de encontrar un mundo para cada texto”, dice el dúo, que ya hizo una puesta similar con País que fue será.

› Por Diego Fischerman

Podría ser una serie de poemas con acompañamiento musical. Pero no. Cristina Banegas, actriz, Claudio Peña, cellista y compositor, se presentan como codirectores de Mundar y, en gran medida, son también coautores, junto al poeta Juan Gelman. “No se trata de acompañamientos”, dice Peña y Banegas asiente: “Se trata de encontrar un mundo para cada texto”. En el trabajo de elaboración de la obra, que hoy se estrena en El Excéntrico (Lerma 420) y que se presentará todos los viernes y sábados a las 21 hay, también, otro autor. “Iván Nirich, el diseñador de iluminación, es responsable de mucho de lo que se ve en escena”, dice Banegas.

La obra cuenta con producción general de la Unsam (Universidad Nacional de San Martín, Secretaría de Extensión Universitaria y Bie-nestar Estudiantil) con la que El Excéntrico, un lugar pionero fundado por la propia Banegas, realizó un acuerdo permanente. “Mundar es un neologismo, obviamente, y para nosotros tenía un contenido que remitía al movimiento, a la mudanza, al desplazamiento”, cuenta. “Con Claudio Peña compartimos La señora Macbeth y un concierto, para cello y voz basado en País que fue será. Y también trabajé con música junto a Iris Scaccheri en Salarios del impío. No es un concierto sino una performance con música y palabras, y donde los verdaderos protagonistas son los textos de Juan Gelman, un poeta que descubrí cuando salió Gotán, en 1962, cuando yo todavía estaba en la secundaria, y que no me abandonó nunca.” Peña, un cellista cercano a algunas corrientes del jazz más experimental, es, en algún sentido, discípulo de Ernst Reijseger, un holandés que fue parte del notable Clusone Trio y que está entre los músicos más importantes dentro de las corrientes experimentales del jazz. Y, como él, ahonda en las posibilidades de ampliar los horizontes del instrumento en cuanto a timbres y modos de ataque. “Por supuesto, hay muchísima improvisación –dice el cellista–; en la mayor parte de la obra, el origen está en el propio poema pero, a veces, lo que terminó definiendo cuál sería el clima de ese momento fue la decisión acerca de un recorrido y fueron los movimientos los que determinaron el sonido.” La música, aclara, “en ningún momento intenta ser descriptiva; por lo menos no conscientemente”. “La idea no era que la música fuera ilustrativa. Para qué decir con el cuerpo y con el sonido aquello que ya fue dicho por el propio texto. El espectáculo toma como material poemas del libro más reciente de Gelman. El no quiere que digamos ‘su último libro’ porque piensa seguir escribiendo, por supuesto. Y es, podríamos decir, un trabajo alrededor de los bordes de la palabra. De su sentido, pero también de su sonido y de su ritmo.”

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