Viernes, 11 de julio de 2008 | Hoy
TEATRO › TERROR Y MISERIA EN EL PRIMER FRANQUISMO, EN LA NUEVA SEDE DEL CELCIT
Claudia Quiroga, Teresita Galimany y Carlos Ianni presentan la obra del dramaturgo valenciano José Sanchís Sinisterra, inspirada en el ejemplo de la clásica pieza de Bertolt Brecht.
Por Hilda Cabrera
Basta enlazar las palabras terror y miseria para que en el imaginario teatral surja Terror y miseria del Tercer Reich, otra obra imprescindible del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, escrita durante su exilio escandinavo y estrenada bajo su dirección en el París de 1938. Con el propósito de refrescar la memoria de los españoles, el dramaturgo, director y maestro valenciano José Sanchís Sinisterra recogió aquel título en Terror y miseria en el primer franquismo, ahora de estreno en Buenos Aires, en Moreno 431, nueva sede del Celcit (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Claudia Quiroga, Teresita Galimany y Carlos Ianni dirigen seis de los nueve cuadros que retratan los miedos y absurdos de la vida cotidiana bajo el régimen del general Francisco Franco. “Sanchís estuvo de acuerdo con nuestra selección –apunta Ianni–. Estas historias son las de mayor anclaje en nuestra realidad.”
–Sanchís Sinisterra comentó, en una entrevista a este diario, que había retomado la escritura de Terror..., iniciada en los años de la transición democrática, ante el deseo evidente de políticos y ciudadanos “de olvidar lo que fue el franquismo puro y duro”. ¿Cuáles son las semejanzas y cuáles las diferencias respecto de la obra de Brecht?
Carlos Ianni: –La similitud está en la estructura y en el rescate de lo cotidiano, pero se aparta de Brecht en el tratamiento. Estos cuadros, o pinceladas, tienen cada uno un color diferente. Algunas historias se presentan como tragedia y otras como farsa. Una es realista, otra surreal, y otra más sigue la línea del absurdo.
–¿Empezando por Plato único?
Claudia Quiroga: –Esa fue una imposición del franquismo. La acción transcurre en la trastienda de un taller de electricidad al que su dueño quiere darle el nombre de Por el amperio hacia Dios. Al principio, pensé que era un error plantearlo a la manera de nuestro grotesco, pero después descubrí que se le parecía. Un día de la semana se debía comer sólo una ración. Ese era el plato único para el pueblo. La escena es cómica, pero la circunstancia es terrorífica.
–Era la época de las cartillas de racionamiento.
C. Q.: –Pero esa imposición era una burla, porque a veces ni plato único había. La gente se moría de hambre. Los vencedores podían apretarse el cinturón, pero no los pobres.
–La experiencia de Dos exilios es también argentina.
C. Q.: –Porque habla del exilio interior y exterior. De estos hermanos, uno decide quedarse en España y otro emigra a México. Durante seis años no saben nada uno del otro, pero los dos sufren la separación, aunque Leandro, el que se queda y quema todo lo que pueda comprometerlo, diga que la nostalgia no es nada si se la compara con su situación.
Teresita Galimany: –La nacionalidad del exiliado y el lugar del exilio no tienen importancia. El desarraigo y el miedo es común a todos. Sanchís plantea también la necesidad del encuentro.
–¿Cuál es la particularidad de Atajo?
T. G.: –Mostrar con humor sarcástico la connivencia entre el poder económico y el religioso.
C. Q.: –Sanchís temía que esto no se entendiera en Argentina, pero nosotros creemos que sí se entiende. Es la misma hipocresía.
C. I.: –Está armado a la manera de una farsa, con un lenguaje elaborado y referencias al Opus Dei, pero el contenido es claro.
C. Q.: –Los personajes pueden ser cualquiera de los que vemos a diario, y que ante algo que funciona mal reaccionan pidiendo orden, sin importarles qué orden.
–El caso de El topo como forma de escape resulta único. ¿Cómo se traduce esta experiencia?
C. I.: –Con el más crudo realismo.
C. Q.: –La víctima de ese realismo es Julia, mi personaje. Ella pasó nueve años escondiendo al marido. Lo quiere pero no puede evitar la pelea. Sufre en carne propia las consecuencias de las requisas.
C. I.: –Esta obra, como Intimidad –que transcurre en una celda en la que se encuentran dos mujeres que sufren tortura–, se inspira en hechos reales. Los casos de gente que se enterró para no ser apresada o asesinada están documentados. Y los crudos monólogos de Intimidad son trascripción directa de lo narrado por sobrevivientes.
–¿Por qué tres directores para un mismo espectáculo?
T. G.: –Esa decisión es consecuencia de la reapertura del Celcit en un nuevo espacio. Nuestro deseo era celebrar la continuidad con un trabajo que reuniera a muchos de los que aportaron, y Terror y miseria... se prestaba, porque los cuadros son independientes, tanto por su temática como por su estilo y época.
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