Viernes, 4 de diciembre de 2009 | Hoy
TEATRO › GRACIA MORALES FRENTE AL ESTRENO DE LA PIEZA TEATRAL NN12
La dramaturga y actriz española, cofundadora del grupo Remiendo Teatro, presenta una pieza teatral cuyo tema tendrá aquí una resonancia particular: un desaparecido es testigo del trabajo que realiza un grupo de forenses para identificar su cadáver.
Por Hilda Cabrera
“Una forense estudia los restos de un cadáver sin identificar mientras la persona muerta es testigo de ese proceso de investigación.” La dramaturga y actriz andaluza Gracia Morales plantea esa situación en NN12, obra que junto con el elenco de Remiendo Teatro –del cual es cofundadora– presentará hoy, mañana y el domingo en el Teatro Celcit y llevará en breve gira a la ciudad de Córdoba, San Luis y Villa Mercedes. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y profesora en Literatura Hispanoamericana y Teatro en la Universidad de Jaén, Morales –-nacida en la granadina Motril– ha publicado teatro, cuento y poesía (Manual de corte y confección; De puertas para adentro). Entre sus obras figuran Un lugar estratégico; Formulario Quinientos Veintidós; Quince peldaños; Reflejos; Buscando a Caperucita Roja; Como si fuera esta noche (pieza montada tiempo atrás por Carlos Ianni en el Celcit); Y a ti ¿qué te da miedo? y A paso lento. Anticipando su debut en Buenos Aires, Morales dialoga con Página/12 sobre aspectos de NN12, estrenada en el Teatro Calderón, de Motril.
–Por declaraciones suyas sabemos que NN12 nació de la lectura de un reportaje al Equipo Argentino de Antropología Forense, publicado en El País, de Madrid. ¿Por qué crear un personaje víctima de desaparición y al mismo tiempo testigo de los trabajos que realiza un grupo de forenses para identificar su cadáver?
–La verdad es que, como dije en aquella declaración, esa imagen, la de la Forense y la persona desaparecida compartiendo el laboratorio, de alguna manera, “me cayó” encima. Apareció de pronto en mi cabeza, de una forma no consciente. Después, claro, reflexioné sobre las posibilidades de esa imagen y fui completándola con el resto de los personajes. En mi teatro me gusta crear mundos donde lo que solemos llamar “real” y lo que consideramos “imaginario” o “mágico” puedan convivir en un mismo espacio: con esa imagen primera podía explotar esa dualidad. Pero también había una cuestión más interna, con respecto al tema que estaba abordando: esta presencia de los dos personajes posibilitaba ligar la voz objetiva, científica y distanciada de la Forense con el discurso moral, testimonial, de alguien que lleva veintitantos años muerto y enterrado en una fosa común. Permitía, así, presentar miradas muy diferentes sobre un mismo suceso.
–¿Cómo fue la colaboración con el doctor José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada?
–Yo no le conocía, pero le escribí a su dirección de correo electrónico. Tuvo la amabilidad de recibirme y cuando le conté lo que quería escribir, le pareció muy interesante. Me ayudó con las cuestiones científicas que están integradas en el texto. Me recomendó bibliografía, me resolvió dudas y finalmente leyó mi texto, corrigiendo los posibles errores terminológicos o de procedimiento que había en él. La verdad es que su apoyo me resultó fundamental.
–¿Qué opina de las discusiones surgidas en España respecto de la exhumación de cadáveres de personas que padecieron desaparición forzada durante la Guerra Civil y el gobierno del general Francisco Franco?
–Es un tema muy complejo que está despertando verdaderos debates, tanto en el ámbito público como en el privado. En este país se trata de un tema no resuelto: una dictadura de treinta y seis años impidió que se hablase de esta cuestión y la transición prefirió no abordar tampoco un problema tan espinoso. No hay cifras oficiales de los desaparecidos durante la Guerra Civil (¿ciento diez mil?, ¿ciento cincuenta mil?), pero sus cuerpos siguen ahí, bajo nuestros pasos, no han sido exhumados. Ahora, cuando llevamos más de treinta años de democracia, muchas voces piden que se devuelvan los restos a sus familiares (siempre que los familiares los reclamen, claro). Pero sigue siendo difícil, incluso ahora. Hay gente que cree que estas iniciativas suponen una búsqueda de “venganza”, en lugar de entender lo que, desde mi punto de vista, es la consecución de un derecho: saber dónde está el cadáver de alguien querido y poder enterrarlo en el lugar que la familia elija.
–NN12 alude al estudio del cadáver de una mujer hallado “en una fosa común de un país indeterminado”. ¿A qué se debe el número doce y por qué optó por referirse de manera general a las desapariciones y los NN?
–El número 12... realmente no lo sé. Pensé en otros números, pero cuando el 12 sonó en mi cabeza supe que éste era el adecuado. Opté por no localizar los sucesos que ocurren ni en el tiempo ni el espacio, porque yo no quería hablar de la cuestión concreta española, argentina, chilena o bosnia. Se trata de una situación que se ha dado (y se sigue dando) en distintas geografías y distintas épocas: secuestrar a las personas y hacerlas desaparecer me parece una de las formas más terribles (y efectivas) de aterrorizar a una población. Ese no saber, ese seguir esperando sin saber... Y también creo que otra cuestión tristemente universal es que sean las mujeres y los niños quienes resulten las víctimas más débiles en este tipo de situaciones.
–¿Cómo se trae a escena el pensamiento de un desaparecido? ¿Qué elementos son imprescindibles para “darle voz”?
–No ha sido fácil, porque la voz de NN es también la voz de alguien que lleva dos décadas muerto y enterrado. Tengo que insistir en que NN12 es un texto teatral, no es un reportaje ni un documental de investigación, y por tanto su voz es la voz de un personaje ficticio, en la que he trabajado mucho, no sólo en lo que dice, sino en cómo lo dice. La voz de Patricia, que es como se llama la protagonista de esta historia, es, formalmente, una voz rota, llena de agujeros, de grietas: me valí de recursos lingüísticos y poéticos para poder crear una forma de expresión especial para alguien cuyo cuerpo lleva veintitantos años entre la tierra, junto con otros cadáveres. Es, por otra parte, una voz en donde aún está presente el dolor, pero también la fuerza, la dignidad y, sobre todo, la necesidad de ser escuchada.
–¿De qué manera influye en su dramaturgia el hecho de ser actriz y dedicarse a la literatura y la poesía?
–Creo que especialmente al personaje de NN lo llegué a entender más como actriz que como autora. Los actores aprendemos a ponernos en el cuerpo y la voz del otro; de algún modo, intenté hacer esto también con mis personajes, sobre todo con ella, con NN. Para mí cada personaje posee una voz propia y la labor del autor es encontrarla. En ese sentido, la capacidad que el actor desarrolla para acceder a la emoción del otro me parece una herramienta muy útil. Por otra parte está mi vinculación con la literatura y con la poesía. Soy muy autoexigente en el uso del lenguaje, de la forma. Hay una intuición de esa voz que es la del personaje, pero también, en mí, está el cuidado literario, la conciencia de que es necesario encontrar la palabra precisa (como exige la forma poética).
–¿Cómo fue la reacción del público cuando estrenó NN12 en su ciudad? ¿Interesa esclarecer hechos de desaparición forzada?
–En mi ciudad la gente reaccionó desde el respeto y la emoción. En la sala se podía notar la atención del público, su entrega con la situación que se les estaba planteando. Y con eso me basta, con sentir que el público sale del teatro reflexionando sobre un tema sobre el que quizá no se había atrevido a posicionarse. Yo no pretendo esclarecer nada; yo no escribo para los políticos, sino para la gente sencilla, normal. Pero esa gente sencilla somos los que, juntos, hacemos una sociedad.
–¿Qué expectativas tiene respecto de su gira por Argentina?
–Sé que esta situación que yo intento retratar ha sido ya abordada muchas veces acá y, sobre todo, ha sido vivida en primera persona por gente que puede venir a ver la representación. Eso, es cierto, produce ¿cómo decirlo?, ¿vértigo? Pero bueno, eso es algo que los creadores tenemos que estar dispuestos a aceptar, sobre todo cuando nos interesa abordar este tipo de temas. Sólo me gustaría que cada espectador le dé a NN12 la posibilidad de ser escuchada. Y después... cada quien hará su propia lectura del espectáculo, como debe ser.
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