Lun 05.07.2010
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TEATRO › ENTREVISTA A LOS TRANSFORMISTAS CUBANOS FRANKIE KEIN Y MANUEL ARTE

Una diva ya pronto serás

En su nueva visita a Buenos Aires, pondrán en escena lo más conocido de su repertorio: Marilyn Monroe, Barbra Streisand, Julie Andrews y Liza Minnelli cobrarán una vida distinta a través de sus interpretaciones. “No parodiamos a los personajes que imitamos. Los sublimamos”, dicen.

› Por Cecilia Hopkins

Nacidos en La Habana, Manuel Arte y Frankie Kein trabajan juntos desde 1974 en el arte del transformismo. En realidad, quien sintió primero la pasión por imitar hasta el menor detalle a las divas del cine o de la canción fue Kein, por entonces, un adolescente. Ambos se habían conocido en Miami. Y cuando Kein decidió interpretar a Liza Minnelli en su famoso rol de Cabaret, pensó que Arte podría asumir el personaje que en la película encarnaba Joel Grey. Pero el convite no fue aceptado de entrada: dieciséis años mayor que él, Arte había dejado atrás un pasado exitoso de concertista de piano para dedicarse a la actuación. Ya graduado en la universidad, por entonces tenía muchas propuestas de trabajo en grandes producciones con artistas locales. De modo que sólo aceptó asesorar a Kein en todo lo relacionado con la producción de sus presentaciones. Finalmente, decidió sumarse a la propuesta teatral de su amigo la vez que se dejó maquillar a la manera del presentador de Cabaret. Se vio tan parecido que no pudo negarse a interpretarlo. Después de debutar con ese personaje, Arte preparó una larga lista de divas. Ahora, con 37 años de trayectoria, desde el viernes próximo Arte y Kein vuelven a Buenos Aires, al Teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875) a presentar sus personajes más exitosos: Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Barbra Streisand, Julie Andrews, Sara Montiel y, por supuesto, Liza Minnelli y Joel Grey. Como artistas invitados, los acompañarán la cantante bailantera Lía Crucet y el imitador Mauro Troussel.

En una entrevista con Página/12, Kein cuenta cómo descubrió el transformismo en los años ’70: “Tenía 17 años y me había colado en una discoteca gay: ahí vi por primera vez a un transformista y quedé anonadado por las posibilidades de la actuación y el maquillaje. Aquello que vi me intranquilizó para el resto de mi vida”, asegura. Después de esa experiencia, Frankie comenzó a hacer imitaciones en fiestas, y Arte, al ver la magia que tenía en escena, lo animó a preparar un show de imitaciones de personajes latinos. “Fueron tres números muy rudimentarios, con poca luz y en un espacio muy pequeño”, recuerda Arte, en la misma entrevista. Pero aquel breve show les sirvió para comprobar que el público sabía apreciar ese estilo de espectáculo. De modo que, el estreno siguiente fue en una sala prestigiosa de Miami Beach, donde Kein mostró todo lo que sabía hacer: hizo el strip tease de Gipsy Rose Lee, imitó a Julie Andrews y Sara Montiel, además de bailar una versión solista de “La muerte del cisne” y cantar la habanera de Carmen, entre otras canciones interpretadas con su propia voz, es decir, sin recurrir al playback.

La primera vez que visitaron Buenos Aires fue en 1978. De esa gira recuerdan no haber podido ir juntos a almorzar al programa de Mirtha Legrand porque Kein no podía aparecer vestido de mujer ante las cámaras. Fue por eso que sólo estuvo presente Arte, caracterizado como Joel Grey. Además de actuar en el Xirgu, en sucesivas visitas se presentaron en el Maipo, el Metropolitan y hasta en el desaparecido Odeón. “Entre una y otra gira, estuvimos casi siete años y medio en la Argentina”, contabilizan. Ambos llevaron a sus personajes de gira por toda Latinoamérica y hasta llegaron a actuar en Japón, donde su arte fue comparado al de los onnagata, los actores del Kabuki que se especializan en roles femeninos. Con 71 y 55 años respectivamente, Arte y Kein viven en Las Vegas y si bien comparten la misma casa, “cada uno tiene su vida y su pareja. A nosotros nos une una relación de admiración y respeto mutuo”, según afirman.

“Salí de mi país con 5 dólares”, recuerda Arte, quien decidió exiliarse luego de ganar becas internacionales. Ya en Estados Unidos siguió con sus estudios de música mientras trabajaba en una fábrica: “El piano fue mi tabla de salvación; el trabajo, mi padre y mi madre: a mí, gratis, no me dieron nada”, resume, antes de subrayar que terminó obteniendo el tercer puesto en un concurso, en el Carnegie Hall. Fue a los 33 años que comenzó a estudiar teatro en Miami, donde se graduó cuatro años después. “Mi vida fue más fácil”, admite Kein, “porque mi padre pudo sacarme de Cuba a los 11 años y, al ser yo tan chico, no viví como un exilio esto de irnos a los Estados Unidos”, recuerda. Ya en Miami, Kein estudió actuación, piano, pintura y ballet. En la época en que comenzó a trabajar junto a Arte en sus shows de transformismo, ambos actores ensayaban en la playa porque no tenían un estudio propio. Finalmente, el primer show que prepararon juntos fue un éxito total. Blanquita Amaro los recomendó entre sus empresarios conocidos y así comenzaron las giras internacionales. Arte tuvo que renunciar a su puesto en el banco donde trabajaba y ambos exiliados debieron poner en regla sus papeles.

–¿Cuál será el programa de este nuevo espectáculo?

Manuel Arte: –Traemos lo mejor de nuestro repertorio. Los personajes son los mismos, porque no encontramos estrellas más talentosas que éstas.

Frankie Kein: –Y como queríamos tener con nosotros una estrella que brillase con luz propia, invitamos a Lía Crucet. Ella tiene otro estilo y nos gusta la idea de que rompa con lo que nosotros proponemos. Junto a ella esatará un imitador cómico con un repertorio interminable de políticos y actores argentinos.

–¿El arte del transformismo depende mucho del maquillaje?

F. K.: –Es una parte muy importante. Nosotros empezamos a maquillarnos tres horas antes del show. Hay que hacerlo con cuidado: es una tarea que nunca se vuelve mecánica, es como pintar un óleo.

–¿Ustedes mismos se maquillan?

M. A.: –Ninguno de los dos se dejó nunca tocar la cara. Ni por nosotros mismos.

F. K.: –Usamos un maquillaje de base que vamos alterando en función del personaje que vamos a interpretar. Las pestañas postizas son las mismas, luego modificamos las cejas, el mentón, los pómulos, los labios...

–¿Y los demás cambios que realizan?

F. K.: –Los cambios son en segundos. Pero no me preguntes cómo lo hago porque no te lo voy a decir (risas). Algunos son verdaderamente milagrosos.

–¿Siempre hay riesgos de que algo salga mal?

M. A.: –En tantos años nos pasó de todo con los vestidos, las pelucas o los tacones, pero nunca paramos un show. Se sufre mucho porque siempre hay riesgos, por cualquier detalle que se escape. El peligro es caer en el ridículo. Porque nosotros no hacemos una parodia de los personajes que imitamos sino que, por el contrario, los sublimamos.

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