TEATRO › STOMP VUELVE A BUENOS AIRES DESPUéS DE SEIS AñOS
El combo, pionero en hacer espectáculos de música y teatro percutiendo todo lo que encuentra a su paso, presentará en siete funciones su nuevo espectáculo. “No necesitamos palabras para comunicarnos con la gente”, afirma Donisha Brown, una de sus integrantes.
› Por Sebastián Ackerman
La vida es ritmo: ésa parece ser la consigna. Todo lo que pueda producir un beat, marcar un compás, será considerado como un instrumento, y no importa que sean escobillones, encendedores metálicos, tachos de basura, bolsas plásticas, cajas de fósforos, pelotas de básquet, botas o ruedas de tractor. Stomp encuentra musicalidad en los elementos más triviales o insólitos y los convierten en instrumentos, una manera de mirar el mundo con ojos extrañados, y descubrir las cosas como si fuera la primera vez. “Stomp es un viaje energético de ritmo, movimiento y comedia”, intenta definir Donisha Brown, directora asistente e integrante de la compañía, en comunicación telefónica con Página/12 desde Los Angeles, horas antes de partir hacia Buenos Aires. “El grupo es un conjunto de géneros teatrales y disciplinas como la performance, el rock and roll y el teatro callejero. Es una mixtura de ritmos, movimiento y comedia”, detalla sobre Stomp, el nuevo espectáculo, con el que vuelven a la Argentina tras seis años.
Brown no se preocupa sobre qué contestar cuando le preguntan de qué trabaja: “Digo que soy performer en el show de Stomp”, responde con sencillez, y recuerda su ingreso al grupo, allá por 1999, año en que los conoció en un show. “Fue cuando estaba en la universidad y me enamoré de lo que vi –confiesa–. Y cuando me enteré de que estaban haciendo audiciones, me presenté y por suerte pude entrar...”, concluye con humildad. Tras más de diez años casi viviendo de gira, afirma que la compañía “es como una familia”. “Nos queremos entre todos, pero a veces necesitamos nuestro espacio... Nos divertimos entre todos, seguro, y también a veces peleamos, pero siempre con el objetivo de hacer un buen show”, apuesta.
–En los espectáculos de Stomp no hay palabras ni diálogos. ¿Se entienden igual?
–Claro, la gente definitivamente entiende qué está sucediendo en el escenario. No usamos palabras para comunicarnos con los espectadores, pero sí usamos música y diferentes ritmos. El ritmo es un lenguaje universal, sin dudas. Entonces, no importa dónde vayamos, la gente va a entendernos.
–Después de tanto tiempo actuando en tantos lugares, ¿les pasaron cosas por las que dijeran “esto no puede estar sucediendo”?
–Nuestros espectáculos son de los que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Tuvimos murciélagos volando en el escenario, una alarma de incendios sonando mientras actuábamos, espectadores peleándose, partes de la escenografía que se rompían... Lo gracioso es que muchas veces la gente cree que esas cosas extrañas ¡son parte del show! Lo grandioso del grupo es que no tenemos que hacer como si estas cosas locas no pasaran... Usualmente tratamos de incorporar lo que sucede al espectáculo.
Stomp ya es, en sí, una marca. Mucho ha pasado desde su nacimiento, en 1991, en las calles de la ciudad inglesa de Brighton, donde Luke Cresswell y Steve McNicholas actuaban para un puñado de circunstanciales espectadores, hasta este presente en el que hay elencos de gira por todo el planeta mostrando cómo es eso de vivir haciendo ritmo, y en qué marcas de gaseosa, cerveza o telefonía contratan al grupo para aparecer en sus publicidades. Y por este éxito, merecido, las diversas formaciones de la compañía se presentaron en más de 350 ciudades de Estados Unidos, Japón, Corea, Brasil, Chile, China, Sudáfrica, Grecia, Australia, España, Francia, Italia, entre otros, y resultaron fuente de inspiración para grupos como Mayumaná o El Choque Urbano, por mencionar algunos ejemplos.
–El grupo nació como actuación callejera. ¿Sigue utilizando ese espacio? ¿Disfruta más de actuar en teatros o en las calles?
–Ocasionalmente hacemos eventos en la calle o al aire libre, pero el espectáculo en sí siempre está pensado para hacerse en un teatro, con luces, sonido, escenografía y demás. Algunos chicos del elenco hicieron espectáculos callejeros con otros grupos... Personalmente, prefiero actuar en teatros, pero sin dudas hay algo especial con la energía, la espontaneidad y la adrenalina que se genera en la actuación callejera.
Cada espectáculo es diferente, afirma Brown. No sólo porque el público es diferente cada noche, o porque el elenco que sube al escenario puede variar entre una función y otra, o porque hay una “energía” particular en cada presentación, sino también porque dentro de esa maquinaria de relojería suiza que es un show de Stomp hay espacio para la improvisación: “La mejor manera de mantener cierto espacio de libertad, de improvisación y creatividad, es confiar en los artistas con los que estás actuando”, apuesta. “Siempre estamos tratando de perfeccionarnos, proponiéndonos nuevos desafíos. Confiamos todos en todos, sabemos que podemos generar espacios para explorar actoral o musicalmente, pero también todos sabemos cómo volver al corazón del espectáculo”, aclara rápidamente.
–¿Encuentran diferencias entre el público europeo y el latinoamericano?
–Todos los públicos son diferentes, no sólo entre países o continentes diferentes, sino también noche a noche. En general, los sudamericanos son los más ruidosos y los que quieren participar del espectáculo enseguida, y los europeos suelen tomarse más tiempo para entrar en calor. La verdad, somos muy afortunados por poder viajar alrededor del mundo tan fácilmente y ser bien recibidos en tantos países diferentes. Todavía no conozco Argentina y tengo la ilusión de que el público sea tan caluroso como me cuentan.
* Stomp se presentará hoy a las 21, mañana a las 18.30 y 22.30, el sábado a las 17 y 22 y domingo a las 16 y 20 en el teatro Opera, Corrientes 860.
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