Vie 19.11.2010
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TEATRO › GABRIELA TOSCANO Y CARLOS RIVAS HABLAN DE HAMLET, LA METAMORFOSIS

“Shakespeare debe decirse con el cuerpo”

Ambos empezaron a pensar hace diez años en esta puesta, hecha en un espacio no convencional y con la actriz en el rol protagónico. “No busqué interpretar a un hombre, sino que debí descubrir mi propia naturaleza masculina”, explica ella.

› Por Cecilia Hopkins

Que una mujer interprete el papel de Hamlet es una idea original que la mítica Sarah Bernhardt llevó a escena en 1899. En la Argentina hubo algunos trabajos de investigación teatral que tomaron el mismo rumbo, pero fueron poco difundidos. Por estos días, Gabriela Toscano tiene el rol protagónico de esa obra de Shakespeare, junto a un elenco de once actores, entre quienes está el director de la obra, Carlos Rivas. Las funciones de Hamlet, la metamorfosis son los sábados a las 20.30 y los domingos a las 20 en Arriba de Rivas, una pequeña sala ubicada sobre el Café de Rivas, en Estados Unidos 308 (“el nombre es pura coincidencia”, aclara el director). Basado en el texto original, con una puesta que dura casi tres horas, el espectáculo comienza cuando un grupo de actores que viaja en una balsa desde un lugar y un tiempo indefinidos atraca en tierra firme para representar la tragedia del príncipe de Dinamarca. “Hamlet es un sueño personal”, le confiesa Rivas a Página/12, junto a Toscano, su mujer, y amplía: “Hice esta obra para permanecer genuinamente en contacto con la vocación que descubrí en la adolescencia”.

Por su parte, la actriz resolvió secundarlo por motivos similares: “Hace diez años que comenzamos a ensayar nosotros dos solos, con la idea de ponerla en escena alguna vez”, relata. “Ahora siento que tengo mucha más experiencia que entonces y que es en este momento que tengo que llevar adelante este desafío”. La protagonista de Para vestir santos asegura que es en el teatro donde “el actor va descubriendo cómo es su instrumento y aprende a conocerse a sí mismo”. La pareja cuenta que el elenco ensaya desde hace un año todos los días, y que los diversos aspectos de la producción fueron asumidos grupalmente: “Es un proyecto vocacional realizado por profesionales”, resumen.

Esta es la primera ocasión en que Rivas se desempeña como director y actor a la vez. Su último trabajo fue para la televisión (Laura y Zoe, junto a Cecilia Roth y Susú Pecoraro) y, dado que él mismo se considera más apto para roles que bordean lo humorístico, en principio quería interpretar el rol de Polonio, padre de Ofelia, a quien Hamlet termina matando. Finalmente, debió hacerse cargo del personaje del rey Claudio, tío del protagonista y asesino de su propio hermano, “un hombre que elige matar con veneno, un modo femenino de asesinar”, apunta Rivas. Según relatan, salvo el papel de Hamlet, en un principio todo el elenco fue rotando por diversos personajes, hasta que quedó establecido el reparto actual. Los demás actores son Mercedes Spangenberg, Catherine Biquard, Adriana Marqués, Cecilia Dellatorre, Pablo Mariuzzi, Pablo Rinaldi, Jorge Lifchitz, Andrés Potaluppi, Michael Shomron y Silvio Shuberoff. Ya desde el comienzo del proyecto los integrantes del grupo resolvieron no estrenar en un teatro convencional, de modo que recorrieron teatros hasta dar con esta sala que cuenta con un escenario mínimo y varios espacios adicionales en diferentes alturas para desplegar esta puesta de pequeño formato. “Buscábamos la cercanía con el espectador, queríamos casi rozarlo”, afirman actriz y director.

“Hamlet es, para mí, la historia de cuatro jóvenes –Ofelia, Laertes, Fortimbrás y el protagonista– que terminaron destruyendo sus vidas por culpa de los adultos”, afirma Rivas. Es por esto que el director le asigna tanta importancia en su versión a cómo Hamlet mira y juzga el mundo de los adultos. Otra de las ideas que guiaron su trabajo de puesta fue la necesidad de reforzar el carácter femenino de algunos personajes: “Hamlet es un personaje de naturaleza femenina –asegura Rivas–, por eso quise trabajar poniendo el acento en el artista que veo en él; un artista a quien las circunstancias lo obligan a ser un político, e incluso, a ser cruel. No creo que Hamlet hubiese elegido ser príncipe ni tener la responsabilidad de enderezar al mundo”, argumenta el director.

–¿Por qué Hamlet se siente obligado a hacer lo que no quiere?

Carlos Rivas: –Compelido por el medio, uno siente que la vida lo obliga a conquistarse un lugar, a aprender a manejar las armas que se usan en la sociedad y otras cosas que a veces no tienen nada que ver con uno. Quise poner el acento en la indignación juvenil que siente este personaje ante la existencia, ante la exigencia de la obtención del éxito. El mandato social obliga a conseguir cada vez más logros, a avanzar sobre los otros.

–Usted vuelve a la idea de asignar al arte un costado femenino...

C.R.: –Culturalmente, a los varones se nos educa para que nuestros sentimientos no sean blandos. Es a la mujer a quien se le permite el abordaje de lo artístico. Si uno ve a un hombre cosiendo o tejiendo, enseguida tiene la impresión de que es una imagen trasgresora. Las tareas precisas, sutiles, delicadas, no parecen estar destinadas a los varones.

–¿Qué riesgos hay en que una actriz interprete a un varón?

Gabriela Toscano: –No busqué interpretar a un hombre sino que debí descubrir mi propia naturaleza masculina, hasta en el modo de maniobrar un cuchillo. Hoy ya empiezo a escucharme hablar de un modo diferente.

–¿Por qué Horacio, el amigo de Hamlet, también es representado por una actriz, la misma que encarna a Ofelia?

C.R.: –Porque ellos dos son los únicos personajes que aman verdaderamente a Hamlet y sienten por él un amor de naturaleza femenina. Me gustó que una misma actriz se vistiese de hombre y de mujer. En realidad, creo que no hay tanta diferencia entre hombres y mujeres. Lo que pasa es que durante nuestras vidas todos debemos ir corrigiendo nuestra forma de actuar y sentir para encajar en el modelo de lo que se espera de nosotros.

–¿Por qué tituló su versión Hamlet, la metamorfosis?

C.R.: –Hamlet duda, porque matar le parece un acto inhumano. Aun matar a quien no puede resistir la ambición de poseer, como su tío Claudio. Es un adolescente y debe hacer una transformación que le demanda un gran esfuerzo físico e intelectual. Para cumplir con el mandato del padre debe destrozarse a sí mismo y convertirse de mariposa a gusano.

–Toscano, ¿qué oportunidades le brinda este papel?

G.T.: –Antes hice otros clásicos, como Madera de reyes, de Ibsen; La gaviota, de Chejov; Los pequeños burgueses, de Gorki. Pero Shakespeare es distinto: si en Chejov hay que actuar lo que se piensa, además de hacer eso mismo, aquí también hay que accionar. Uno tiene que hacer que suceda lo que está diciendo. Hamlet es un gran personaje y no quería postergar más el deseo de hacerlo.

–¿Qué textos de Hamlet son los que más les gusta decir?

G.T.: –Hay muchos temas en esta obra: está lo sentimental, lo político... A mí me gusta referirme al “ser o no ser”, no tanto por el tema del suicidio, sino por la idea de que hay que cargar el fardo de esta vida ante todas las dificultades que plantea.

C.R.: –A mí me interesa la dimensión política de la palabra que hay en la obra. Veo que la palabra institucional está vacía de sentido y que es por eso que los jóvenes desconfían de los valores de los adultos. Las palabras se usan como telón de fondo de los actos del poder, de eso que no figura en el discurso. Por esta razón, Hamlet pareciera querer nombrar todo de nuevo y así recuperar el sentido.

G.T.: –Es increíble, pero hoy pasan las mismas cosas de las que se habla en esta obra...

C.R.: –Algunos podrán decir que hoy Shakespeare es para ser leído. Sin embargo, además de ser poética, su palabra tiene una cualidad dramática que pide ser acompañada de acción. Yo le encuentro un calibre mortífero, porque no es una palabra meramente literaria, reflexiva o intelectual, sino una palabra que necesita ser dicha con el cuerpo de un actor.

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