TEATRO › DANIEL CASABLANCA DIRIGE LAS SUPLICANTES, DE ESQUILO, EN EL TEATRO LA COMEDIA
El actor es integrante de Los Macocos, pero desde hace años es un apasionado de la tragedia griega. Sin embargo, no participa sobre tablas de esta puesta fiel al texto original por cuestiones de physique du rol: “Salgo y la gente se ríe”, reconoce.
› Por María Daniela Yaccar
Como buen Macoco, Daniel Casablanca es experto en hacer reír. Pero más allá de su cuarto de siglo como miembro del trío que ha creado un estilo en el humor, y del taxista irreverente al que da vida en Toc toc, este hombre “mitómano y melómano” tiene una pasión menos conocida: la tragedia griega. La nueva obra que dirige, Las suplicantes, de Esquilo, con dramaturgia de Gabriela Biebel, no es un brote repentino de seriedad: Casablanca lleva dos décadas experimentando con el género en su escuela. Es decir, casi la misma cantidad de tiempo que arrastra con Martín Salazar y Gabriel Wolf en Los Macocos. La puesta respeta la solemnidad del texto original y la vestimenta de la época, y hasta incluye coros en griego. “Un adolescente al que le gustan el heavy metal y los comics está más cerca de este género que del teatro convencional”, arriesga el actor, que comparte la dirección con Andrés Sahade.
En un momento en el que en el ámbito alternativo son tendencia los clásicos transformados –Romeo y Julieta en versión lésbica o Medea en formato cabaret son dos ejemplos recientes–, Casablanca apostó a la fuerza intrínseca de una obra que se ubica entre los años 467 y 458 antes de Cristo. No descarta el otro camino: con sus alumnos suele ofrecer muestras que mueven al clásico de época. Sin embargo, su olfato le indica que hay lugar para abandonar el refresh. “El teatro griego tiene mucho de épico, de la síntesis del comic y narradores que avanzan o terminan historias sin que haya actores representando”, reflexiona. Para ilustrar que se trata de “un mercado que está floreciendo”, traza un paralelo con el cine: “Quentin Tarantino y Robert Rodríguez no son tontos”. La desmesura y los héroes cotizan alto.
“A Esquilo la antigüedad lo hace muy moderno. Eurípides, que era un adelantado de los trágicos, hoy me parece más viejo. Es más novelesco, melodramático.” Casablanca conoció la tragedia a los 19 años, cuando estudió con Cristina Moreira el método Lecoq. A sus alumnos los entrena durante un año en el teatro griego. Antes pasaba por diversos autores, hasta que se quedó sólo con el padre de la tragedia. “Tiene todas las opciones: textos de varones, mujeres y coros; me acercaba más a la muestra como producto cerrado. Habla de un solo tema. Es sintético, entonces podés cambiar de orden los textos sin modificar el resultado. Tiene una claridad, una precisión, un minimalismo y una síntesis narrativa que te permiten hacer ese juego”, se explaya. Las suplicantes es la primera obra que no nace de uno de sus cursos, sino por iniciativa de sus ex alumnos (Lucía Ballefin Benites, Guadalupe Bervih, Gabriela Biebel, Santiago Camporino, Andrés Sahade y Alejandro Zanga).
En Las suplicantes, las danaides, hijas de Dánao, escapan del matrimonio al que quieren obligarlas los hijos del rey de Egipto y llegan a Argos para pedir protección. Ante la amenaza de una guerra inminente, el rey Pelasgo decide realizar una consulta popular. “Pensar que un país podía entrar en guerra con otro por defender a mujeres que no querían casarse habla de una modernidad absoluta del pueblo griego”, sostiene Casablanca. “También aparece la crítica de Pericles sobre la democracia porque, a pesar del poder absoluto que tiene, este hombre carece de poder.” Ni hablar de la vigencia de esta obra en relación con su dimensión política, a días de la renuncia de Mubarak. “Pero, además, todo el pensamiento es súper moderno. La griega era una cultura impresionante. Entonces uno se pregunta por qué los yanquis son tan brutos.”
Para Casablanca, la representación fiel de la tragedia responde a “reglas inverosímiles”, por la antigüedad del texto y por el abandono de la estética realista. “Toda la gente tiene que estar convencida, conocer este lenguaje, más allá de juntarse para ensayar un proyecto. Hay una ideología detrás, de muchos años, desde lo estético, lo ético y la forma autogestiva de producción”, subraya. El estar convencido corre tanto para abajo como para arriba del escenario. “No hay otra manera de trabajar este género. ¡Esto está dedicado a los dioses! Como espectador, podés aceptar las reglas o no, pero sabés que adentro las están aceptando todos.”
El humor es su hábitat natural como actor, por eso Casablanca puede desarmar la tragedia a la luz de la risa. “Con Los Macocos decimos que la risa es una cosa seria: uno tiene que estar muy serio trabajando para encontrar el efecto. Acá podríamos decir lo contrario. El actor tiene que estar divirtiéndose para que sea efectivo. La tragedia se asocia con el actor sufriendo, pero él está feliz. Tiene que estar disfrutando esos grandes sufrimientos y dolores. Está muy concentrado, en un juego muy profundo, y el espectador debe entrar al mismo estado de intensidad”, se explaya.
Casablanca, que ha dedicado varias tomas de la sesión fotográfica a posar graciosamente con su hiperquinético can, es consciente de lo que despierta en el público: “Salgo a escena y la gente se ríe”. De ahí su decisión de no ponerle el cuerpo a la tragedia. “Desde la dirección o la docencia la disfruto mucho, es una extensión mía”, destaca. Dentro de la puesta en escena concede un lugar fundamental a la música, su primer amor. Es pianista y con Los Macocos encontró el lugar para continuar explotando esta otra faceta artística. Para Las suplicantes hizo una selección cuidadosa, que incluye a Philip Glass, Irene Papas y John Zorn. “El género trágico exige physique du rol”, argumenta sobre su elección de mirar desde afuera, para establecer un nuevo contraste en relación con el humor. “El opuesto es un efecto cómico, tiene sentido en la comedia pero no en la tragedia. En un espectáculo de humor, yo puedo ser campeón del mundo de pesos pesado.”
* Toc toc va de miércoles a domingo en Multiteatro, avenida Corrientes 1283. Las suplicantes, los martes a las 20 en La Comedia, Rodríguez Peña 1062.
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