Mar 31.05.2011
espectaculos

TEATRO › YO SOY FIJMAN, POR EL GRUPO CRISOL TEATRO

Secretos de la poesía

Marcela Fraiman, Martín Ortiz y Alan Robinson montaron una obra que rescata la vida y la obra de Jacobo Fijman, el poeta que murió en 1970 tras casi 30 años de internación psiquiátrica.

› Por Cecilia Hopkins

Escrita entre los actores Martín Ortiz y Alan Robinson, Yo soy Fijman es el séptimo espectáculo del grupo Crisol Teatro, fundado en 2002 por Marcela Fraiman y Carolina Resnisky. La idea de realizar un montaje que resumiera la vida y la obra poética de Jacobo Fijman (ver recuadro) surgió en una velada de poesía organizada en la sala que el grupo tiene en Arismendi al 2600, donde hoy se vuelve a ofrecer este espectáculo estrenado el año pasado. En aquella oportunidad, el mismo Robinson recitó un texto de Fijman, que funcionó como detonante para los integrantes del grupo, quienes sintieron la necesidad de conocer su obra, rescatarla del olvido y ofrecerla a un público teatral. Sentados en mesas y muy próximos a los intérpretes, “los espectadores y los actores están incluidos en una ceremonia que juega con los límites de las convenciones teatrales”, según apunta Fraiman, la directora del espectáculo resultante, en una entrevista con Página/12, junto a los autores de la dramaturgia. Completan el elenco Carina Resnisky, Federico Mercado y el escritor Vicente Zito Lema quien, por haber conocido muy de cerca al poeta, tiene a su cargo cinco intervenciones en las que cuenta anécdotas y recita textos.

Definida como “un cruce entre la poesía, la entrevista y el relato”, la obra sintetiza el pensamiento de Fijman: “entiendo la poesía como un estado de ánimo antes de la reflexión”, se escucha decir a uno de los actores, citando al poeta, “y en la reflexión mi alma crece, se hace ligera: en estos tiempos de crueldad en que vivimos, que anuncian tiempos de mayor desgracia humana, deberíamos resguardar todo lo referente a la poesía como un gran secreto... hay que prepararse para salvar a la poesía de sus enemigos”, resume. El espectáculo también alude a las sucesivas crisis emocionales que vivió Fijman, que fueron la causa de su desaparición en vida. Porque años después de formar parte del grupo Martín Fierro, de desempeñarse como periodista en diversos medios, tras una internación psiquiátrica, el poeta quedó recluido en el Borda durante casi 30 años, sin figurar en sus registros. Fue precisamente Zito Lema quien tuvo a su cargo la búsqueda de Fijman por diversas instituciones psiquiátricas con el objeto de rescatarlo de su encierro. Lamentablemente, tal como se cuenta en el espectáculo, su libertad fue efímera, ya que murió en 1970, un año después de restablecer el contacto con el mundo exterior.

–¿La internación de Fijman estuvo muy ligada a su escritura?

Martín Ortiz: –Fijman siguió escribiendo poesía a lo largo de casi 30 años de internación en el Borda. Este hecho hizo que fuera quedando al margen de todo. Su entorno intelectual y artístico lo olvidó, de modo que decidió aislarse y seguir produciendo reflexiones sobre la Biblia y escribiendo su poesía mística, cargada de potentes imágenes. Dedicarse plenamente a su oficio le significó asumir riesgos y un costo muy alto.

Alan Robinson: –La locura puede suceder de repente, por múltiples causas. Y deja una marca para siempre. Fijman decidió quedarse recluido, conectado con el misterio que implica unir unas palabras con otras.

–¿Por qué creen que prefirió aislarse?

Marcela Fraiman: –Tal vez hoy no estaría internado alguien como él. Fue un adelantado a su época: era un judío convertido al cristianismo en los años ’30 y, a la vez, un vanguardista anárquico con una obra muy ligada a lo instintivo.

–¿Cómo está tratado el tema de la demencia en la obra?

A. R.: –No queríamos presentar a la demencia desde un costado romántico, como si fuera un estado necesario para la creación. Pero tampoco queríamos demonizar la locura.

M. O.: –Zito Lema encuentra a Fijman preguntándoles a los mismos internos. Fueron ellos quienes lo guiaron hacia la biblioteca, donde sabían que él estaba. Que no haya estado siquiera registrado en el Borda habla de Fijman como de un desterrado. Y esto nos da una idea de lo que la locura significa para la sociedad.

–El tópico de la poesía atraviesa la obra. ¿En qué aspecto se identifican como grupo?

M. F.: –Si no hay carga poética, si no hay metáfora, encontramos al arte muy digerido. Nos interesa ofrecer una mirada crítica, ir al encuentro del espectador a través de una ceremonia que lo incluya.

* Yo soy Fijman, sábados, 21 hs. En Teatro El Crisol, Arismendi 2658.

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