Mié 01.06.2011
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TEATRO › RUBENS CORREA VUELVE A LA DIRECCIóN TEATRAL CON SPAGHETTI

El arte culinario de Da Vinci

El director del Cervantes montó en el Teatro del Pueblo una obra que retrata con humor y abundantes datos históricos la vida de Leonardo en la corte del rey Francisco I, donde funcionaba como organizador de las comilonas reales.

› Por Cecilia Hopkins

Obra escrita en 2007 por Gabriel Pasquini y Mariano Co-ssa, Spaghetti obtuvo al año siguiente el primer premio del Concurso Nacional de Obras de Teatro organizado por el Instituto Nacional del Teatro. El año pasado, los mismos autores convocaron a Rubens Correa para la puesta y dirección de esta obra, que ya puede verse en el Teatro del Pueblo (Av. Roque Sáenz Peña 943) con la actuación de Héctor Bidonde, en el rol de Leonardo Da Vinci, y Alejandra Balado, Mariano Gladic y Federico Barroso Lelouche, como la cocinera, el rey Francisco I de Francia y Francesco Melzi, asistente del pintor, respectivamente. Al frente de la conducción del Teatro Cervantes, Correa agradece el hecho de volver a la dirección, porque le significa “una especie de descanso de la cantidad de tareas que demanda el Cervantes”, según cuenta en una entrevista con Página/12. La puesta de este texto le dio, además, un motivo para investigar “una época que, para mal y para bien, hizo que el mundo cambiara para siempre”, dice en referencia a los primeros años del siglo XVI, cuando tiene lugar la acción de la obra, “una época en la que está naciendo el capitalismo y surgiendo, con él, el individualismo, un tiempo en el que se abandona el sentido medieval de lo anónimo y lo corporativo, así como el poder de la Iglesia por sobre todas las cosas”, según concluye.

La acción de Spaghetti transcurre en Francia, donde Leonardo Da Vinci vive, junto al aprendiz y secretario personal Francesco Melzi, bajo el mecenazgo del rey Francisco I. Entre retratos, proyectos de invenciones y apuntes de cocina, Leonardo pasará éste, el último año de su vida. Entretanto, el rey intentará robarle la receta de los spaghetti, un extraño plato que lo obsesiona. La obra retrata con humor y abundantes datos históricos la vida del maestro en la corte. Correa lo caracteriza como un excéntrico en su época: “Era un gourmet y hasta en la ropa se distinguía de los demás: usaba túnicas cortas, de color rosa. Además, escribía al revés para que no pudiesen robarle las ideas, algo que podría objetarse como contradictorio, porque Leonardo y la Nueva Ciencia estaban a favor de la divulgación del conocimiento”, opina el director.

Como también se da a entender en la obra, además de ser el amante de Da Vinci, Melzi consagró toda su vida a ordenar los papeles del maestro. “Mientras se trasladaba de un lado al otro con Leonardo, transportaba estos papeles dentro de unas 1500 carpetas –según cuenta Correa–. Estos documentos fueron abandonados en un granero, perdiéndose así las dos terceras partes de lo que había escrito Leonardo. La cocinera, un enigmático personaje que en la obra ironiza sobre temas relacionados con la comida, separa con su presencia las escenas y ubica al relato en un sitio extrañante. Sin embargo, también ella fue un personaje que existió. Se llamaba Battista di Vilussis y heredó de Leonardo la mitad de un viñedo”, aporta el director.

A propósito de la obsesión que la obra le atribuye al rey, que llega a la traición por conseguir la receta del famoso plato, Correa afirma que, según sus lecturas, Da Vinci tenía la costumbre de ponerse en rebeldía con aquellas personalidades que lo mantenían bajo su tutela: “Leonardo tuvo una relación muy extraña con sus mecenas, porque proyectaba y prometía cosas que luego no cumplía”, afirma Correa, que recuerda haber leído que Da Vinci estuvo encerrado dos años, comiendo y bebiendo con sus asistentes, antes de comenzar a pintar La Ultima Cena en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie, en Milán, pretextando averiguar qué estaban comiendo Jesús y sus apóstoles durante la Ultima Cena. El caso es que, como cuenta el director, “cuando los priores del convento no pudieron solventar más los gastos, le pidieron al mecenas Ludovico Sforza que convenciera a Leonardo para que comenzara a pintar la obra”. En Spaghetti, se lo ve a Leonardo como un organizador de las comilonas reales: “Organizaba verdaderas puestas en escena porque fue un refinado para su época. Sabía cómo presentar las comidas y en qué orden. Incluso, tuvo un restaurante con Boticelli y fue, se podría decir, un precursor de la nouvelle cuisine: poca comida, poca carne, muchos vegetales y buena presentación”, resume el director.

–Da Vinci era todo un adelantado a su época...

–Leonardo representa el ansia generalizada por el conocimiento, que es algo muy de su época, pero a la vez, tenía una mirada sobre la realidad que no se correspondía con el tiempo que le tocó vivir. Sus inventos, por ejemplo, no pudieron ser llevados a la práctica porque la tecnología que él necesitaba no existía.

–¿Cuál es el punto de vista de la obra?

–Hay una trama casi policial que se arma a partir de las presiones del rey sobre Leonardo y un juego de miradas que la obra propone. Está presente el poder, que quiere hasta lo que se le niega, las ideas adelantadas, fuera de época, de Leonardo, que, podría decirse, vive en el futuro. Y la mirada que aporta Melzi sobre la realidad, que sueña con ser lo que no puede alcanzar.

–La cocinera es un personaje con ribetes simbólicos...

–Sí, es la fiel acompañante de Leonardo, que está más allá de las pasiones que mueven a los otros. Es por esto que puede ver más allá y acceder a la magia. En la obra, ella aporta la mirada del distanciamiento.

–¿Spaghetti habla sobre lo que no puede dejarse como herencia?

–Melzi creyó que podía aprender a ser genial, pero eso no se enseña ni se transfiere. En cambio, el rey quiere especialmente lo que Leonardo le niega.

–¿Cuál es la idea de arte que maneja la obra?

–El arte no tiene que aplacar sino que debe inquietar. Tiene que ser como un bocado selecto que lo deja a uno con ganas de comer más.

–En Spaghetti, Da Vinci usa la idea del hambre como metáfora...

–Claro, porque a la comida le daba un sentido filosófico. Leonardo cree en un impulso, en una necesidad de conocer que en el hombre opera como el hambre.

* Spaghetti. Teatro del Pueblo (Av. Roque Sáenz Peña 943). Sábados a las 22.30, domingos a las 17.30.

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