TEATRO › HOY SE ANUNCIA LA REAPERTURA DEL LEGENDARIO TEATRO DEL PICADERO
El 30º aniversario de Teatro Abierto es el marco ideal para el encuentro de hoy, en el que diversas personalidades del arte y la cultura celebrarán el retorno de las actividades a la sala.
› Por Hilda Cabrera
La reconstrucción del Teatro del Picadero y la proximidad del 30º aniversario de Teatro Abierto 1981 serán materia de la conferencia de prensa que se realizará hoy a las 17 frente al teatro ubicado en el pasaje Enrique Santos Discépolo 1847, a metros de Corrientes y Callao, cuya demolición total pudo evitarse luego de las acciones realizadas en 2006 y 2007, quedando sellado en 2008 el compromiso de la empresa constructora D’Buenos Aires de recuperar y preservar la fachada original y el ámbito teatral del predio. Finalmente, y por Ley 2980, el espacio fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad. Participarán del acto personalidades vinculadas con las artes escénicas y la cultura en general, para anunciar allí las actividades conmemorativas y las propuestas artísticas abiertas al público, programadas para el 28 de julio, día y mes en el que se inició en 1981 el ciclo TA, como una forma de resistencia cultural a la dictadura militar. Entonces se presentaron veinte obras breves y quedó afuera Antes de entrar dejen salir, de Oscar Viale, por complicaciones técnicas. Entre las singularidades de aquel ciclo está la de haber sobrevivido al incendio intencional que arrasó la sala Del Picadero el 6 de agosto. Convertida en foro de artistas y público opositor a la dictadura, la iniciativa se sustentó en la “declaración de principios” escrita por el dramaturgo Carlos Somigliana y leída por el actor Jorge Rivera López a modo de discurso inaugural, donde se dejaban en claro las razones que los animaban: “Porque aspiramos a que nuestro valor se sobreponga a cada uno de nuestros miedos... porque amamos dolorosamente a nuestro país, y éste es el único homenaje que sabemos hacerle...”.
Los organizadores de la convocatoria de hoy son integrantes del Grupo Tuñón, de Síntesis Porteña en Comuna 3; CTA Cultura; Asociación Espacio Social, Asociación Tesis 11; de la rectoría de la Escuela Mariano Acosta; la Cooperativa de Trabajo Hotel Bauen; el Bar Cultural Mordisquito; la Asociación Ensamble Lírico Orquestal y S.O.S. Cultura. Las adhesiones son igualmente numerosas. Provienen de personalidades de la cultura, algunas ligadas al ciclo pionero, como Carlos Gorostiza, Roberto “Tito” Cossa, Pacho O’Donnell, Raúl Serrano, Virginia Lago, Raúl Rizzo y Osvaldo Santoro; Javier Margulis, Eugenia Levin, Arturo Balassa (director de la película País Cerrado. Teatro Abierto); Oscar Rovito; David “Coco” Blaustein y muchos más.
No es éste el primer intento de reapertura del teatro. El autor y director Hugo Midón, recientemente fallecido, fue convocado años atrás para conducir la programación artística de ese espacio, donde se llegó a estrenar El Pelele, obra presentada por La Banda de la Risa y dirigida por Claudio Gallardou, inspirada en El señor Badanas, del español Carlos Arniches. Pero aquel emprendimiento de septiembre de 2001 no pudo sostenerse y la sala cerró. El mismo Midón señaló que fue una experiencia fallida: “Los costos de refacción fueron más altos de lo que había previsto el dueño (el empresario Lázaro Droznes), y no se pudo solucionar el problema de la acústica”.
En cuanto a Teatro Abierto 1981, es justo recordar que la rebeldía del teatro argentino tiene historia, más allá de la singularidad del contexto en el que se dio y el empuje solidario y creativo de sus protagonistas. TA surgió, en principio, del agravio que sufrieron los autores ante la indiferencia y el menosprecio de sus obras por parte de quienes dirigían las instituciones oficiales. Se sabe que el teatro argentino no le dio la espalda a la realidad y la expresó de modo directo o metafórico. Entre las piezas más cercanas al fenómeno se encuentran Visita (1975) y Marathon (1980), las dos de Ricardo Monti; El señor Galíndez (1973) y Telarañas (1976), de Eduardo “Tato” Pavlovsky; Archivo General de Indias (1972), de Paco Urondo; e Historias de una cárcel (1972), de Osvaldo Dragún. Y hubo más, pegadas al ‘81. La malasangre, de Griselda Gambaro, estrenada en 1982, cuando los medios seguían manteniendo al día sus listas negras, y los prohibidos y sospechosos debían emigrar o escribir bajo otro nombre.
Así como TA ’81 no nació de la nada, tampoco acabó ese año. Hubo ciclos en 1982 y 1983, ofrecidos en el desaparecido Odeón y en la sala Margarita Xirgu. Afirmada la democracia, sobrevivió bajo diferentes formatos, con algunos protagonistas de la primera hora y otros nuevos, reafirmando la diversidad de opiniones y estéticas. Las convocatorias se dieron bajo nombres tales como Teatrazo y Arte Abierto. Por entonces se imponían otros modelos de actuación y producción, y el teatro se enlazaba a la realidad de manera más metafórica. Aunque diferente en su concepción y objetivos, pero semejante por la amplitud de convocatoria, se destacó en los últimos años la creación de Teatro por la Identidad, cuyos ciclos fueron apoyados por no pocos integrantes de TA. Motivos no han faltado. Como decía el fallecido Osvaldo Dragún a propósito de las presentaciones del ’81: “El objetivo profundo fue volver a mirarnos a la cara, sin vergüenza”.
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