Miércoles, 24 de agosto de 2011 | Hoy
TEATRO › FILOSOFíA DE VIDA, DE JUAN VILLORO, CON DIRECCIóN DE JAVIER DAULTE
Alfredo Alcón y Rodolfo Bebán encarnan a dos ex amigos, filósofos ambos, que se reencuentran después de muchos años para dirimir diferencias intelectuales y de otro tipo. Un ingenioso juego dialéctico que encubre cuestionamientos existenciales.
Por Hilda Cabrera
Con un humor intelectual cercano al de las comedias neoyorquinas de éxito –por la construcción de diálogos vivaces en los que se intenta incluso que una situación dolorosa derive en comicidad–, Filosofía de vida avanza por terrenos conocidos sin desatender el gusto por desentrañar las incógnitas que genera la dialéctica hombre-sociedad. Para develarlas están los dos filósofos de esta historia, ex amigos que se reencuentran después de años, empeñados, cada cual según su estilo, en contrariarse utilizando conceptos vertidos en un lenguaje que invita al espectador curioso a sondear en los manuales de frases ingeniosas. El forzado reencuentro de estos varones se debe al interés de uno de ellos, el ascendente Pato Bermúdez, miembro de una academia de letras, por incorporar a la institución a su ex compañero de andanzas, aquí el Profesor, con el fin de borrar un blooper lejano, irrisorio, del que fue protagonista la máxima autoridad de la academia. La anécdota se completa con la incorporación de otros personajes: la esposa del Profesor, Clara, una señora de mente abierta y sensualidad gozosa, y dos jóvenes.
En esta versión y dirección de Javier Daulte, quien da curso a la obra del escritor mexicano Juan Villoro entrecruzando secuencias “realistas” con otras fantasiosas (los “solos” del Profesor), los personajes en conflicto muestran perfiles netos, aunque no prototípicos. El rol del Profesor que ostenta un pasado de geniecillo arisco dentro de su oficio y halla refugio existencial en los grandes pensadores es interpretado entre sutilezas y destellos por el admirable Alfredo Alcón. A su personaje le cabe la reflexión rigurosa (no necesariamente académica) que lo hace fuerte en su indisimulada fragilidad. Rigor que le permite resistir el embate de las convicciones de los otros, incluidas las de su mujer.
Pero no es sólo la estrategia de la ironía o del retruécano lo que sustenta la obra. En este juego que se quiere cómico toma cuerpo la pregunta sobre qué camino tomar en la vida y qué ha quedado de una historia sentimental que convirtió a los dos filósofos en varones en pugna. Esa historia es la que finalmente retrotrae la acción a los tiempos del enamoramiento, la traición y la impostura.
Si el “móvil” del humano es la búsqueda de la felicidad, Filosofía... advierte que el camino es laberíntico, al menos para esos señores que han perdido la juventud. No aparenta serlo para los jóvenes que no caen en el tormento de los vaivenes amorosos ni en la angustia de no saber cómo vivir. Es el caso de la sobrina que regresa de un periplo por la India y el chofer, en realidad, un actor encubierto, contratado para trasladar al Profesor de un lado a otro y darle batalla para que corrija sus deliberados errores semánticos. Una “retórica de la torpeza” traducida por Marco Antonio Caponi, intérprete de Esteban, el chofer “presocrático”. La mujer es en este duelo de ex amigos que hace tiempo no se ven el nudo gordiano que sólo sabrá cortar uno de ellos. En el rol de la esposa amante, testigo y protagonista de viejos sucesos, Claudia Lapacó recorta a su personaje con pasión y ternura. Sagaz en la diatriba, su Clara muestra el filo de un pensamiento que a veces desemboca en un grito sabiamente dosificado. Una reacción que pone paños fríos a la bronca que le produce el despotismo de ese marido filósofo y ocurrente, que acaso encubra una obsesiva necesidad de afecto.
El contrapunto gana interés con cada personaje, también con el otrora seductor Pato Bermúdez, una ajustada y definitoria composición del actor Rodolfo Bebán. Su Bermúdez combina humor y tristeza en el enfrentamiento con ese Profesor escéptico que, entre mimetizarse en la sociedad o enfrentarse a ella, elige el margen. Es él quien, al referirse a lo propio, descubre lo insustancial de la postura de los que le ofrecen la distinción. Ese sinceramiento se convierte en cierre de una impostura, y de un melodrama que no se consume en sí mismo, porque el ingenio y la broma mantienen su lugar. “El filósofo debería morir de un argumento adverso”, apunta el Profesor, abroquelado en un espacio escénico dominado por una gran biblioteca (acaso “aspiración metafísica a querer abarcarlo todo”), donde las luces y la música aportan por momentos un romanticismo graciosamente celebrado por una Clara a la que no se le escapan prioridades ni omisiones.
8-FILOSOFIA DE VIDA
De Juan Villoro
Elenco: Alfredo Alcón, Rodolfo Bebán, Claudia Lapacó, Marco Antonio Caponi y Alexia Moyano
Versión y dirección: Javier Daulte
Diseño de escenografía: Alicia Leloutre
Iluminación: Eli Sirlin
Vestuario: Mariana Polski
Sonido: Pablo Abat
Técnica: Jorge Pérez H. Mascali
Asistente de dirección: Franco Battista
Comunicación: Gabriela Kogan
Producción general: Pablo Kompel y Adrián Suar
Lugar: Teatro Metropolitan II. Corrientes 1343. Funciones: miércoles y jueves a las 21; viernes a las 21.30, sábado a las 20 y 22.15, y domingo a las 20.
Localidades desde 110 pesos.
Tel. 5236-3000 www.plateanet.com
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