TEATRO › TERMINó AYER EL FESTIVAL ARGENTINO DE TEATRO EN SANTA FE
La programación incluyó, además de espectáculos de la provincia anfitriona, otros provenientes de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y San Juan. Además de obras ya consagradas de Spregelburd, Ure y Tolcachir, entre otros, se conoció mucho de lo mejor que se produce actualmente en el interior.
› Por Cecilia Hopkins
Desde Santa Fe
Organizado por la Universidad Nacional del Litoral, la octava edición del Festival Argentino de Teatro terminó el domingo en las salas más importantes de la capital santafesina. Con un criterio federal, la programación incluyó, además de espectáculos de la provincia anfitriona, otros provenientes de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y San Juan. El encuentro, al igual que los ciclos Argentino de Danza y Argentino de Literatura, que también promueve la UNL, constituye, según subrayó Luis Novara, secretario de Cultura de la universidad, "una oportunidad para conocer las nuevas tendencias teatrales del país y, desde nuestro lugar, una nueva apuesta a la calidad, a la continuidad y al trabajo sostenido en el tiempo".
Entre los participantes de esta muestra que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro, el gobierno de la Ciudad de Santa Fe y el gobierno provincial, Rafael Spregelburd estuvo presente por partida doble; además de Apátrida. Doscientos años y unos meses, espectáculo que él mismo interpreta junto al músico Federico Zypce, realizó una función de Todo, su última obra de conjunto. La familia argentina, de Alberto Ure, con dirección de Cristina Banegas, y Tercer cuerpo, de Claudio Tolcachir, fueron otras de las propuestas más esperadas. No obstante fueron muy bien recibidas por el público local las obras de las provincias. A sala llena se presentaron: proveniente de San Juan, Feroz, de Ariel Sampaolesi y Andrea Hernández; Simulacro y fin, de Córdoba, con dramaturgia y dirección de Maximiliano Gallo, de Rosario, Mujeres de ojos negros, de Romina Tamburello, con dirección de Paola Chávez, y de Río Colorado, El Lazarillo de Tormes (de sus fortunas y adversidades), con dirección de Guillermo Troncoso. Además de las obras, integrantes de Critea (Círculo de Críticos de las Artes Escénicas Argentinas) dictaron un taller sobre su especialidad y fue presentada la publicación de la Secretaría de Cultura, "Apuntes de Teatro 02", con notas de opinión y entrevistas a actores, directores y dramaturgos.
La apertura del festival estuvo a cargo de la Comedia UNL 2010, con su aplaudido espectáculo Edipo y yo, con dramaturgia y dirección de Edgardo Dib. El cierre del encuentro también fue responsabilidad de la Comedia Universitaria, esta vez con su última producción, La penúltima oportunidad, del santafesino Rafael Bruza, bajo su propia dirección. Fundado hace ocho, este elenco se conforma cada temporada en función de la propuesta que realiza el director elegido en cada oportunidad. En el caso de La penúltima... ésta es la primera vez que Bruza dirige un texto propio: "Es interesante porque puedo traicionar al autor y no sentirme culpable", comenta entre risas en diálogo con Página/12. Definida por él mismo como "una comedia metafísica, aunque sin pretensiones" sus protagonistas (interpretadas por Silvana Montemurri y Cristina Pragnanelli) son dos mujeres que se encuentran encerradas en un cementerio. Enfrentadas entre sí por el amor de un mismo hombre, al conocer la noticia de su muerte deciden suicidarse para encontrarse con él en el más allá, con el objeto de seguir disputando su amor."Es la primera vez que escribo una obra con personajes femeninos", comenta Bruza, también autor de Tango turco y El cruce de la pampa. "Lo interesante de la escritura es que es un proceso de conocimiento, porque me permite acercarme al mundo de la mujer desde una mirada masculina y también desde mi parte femenina. En todo caso, siento que la obra reivindica el mundo de la mujer", asegura.
--En sus obras el tema del amor suele estar muy presente.
--Sí, me interesa el tema del amor verdadero. Supuestamente, Marta y Juana se matan para seguir al hombre que aman, pero luego se dan cuenta de que lo que más quieren es seguir compitiendo entre ellas.
--Una competencia que tiene a Dios de testigo...
--Sí, es un Dios pedante y soberbio, pero que tiene la fuerza de conquistar a quien no cree en él. Se puede decir que ésta es una comedia cristiana... irreverente, pero cristiana al fin. Porque parte del presupuesto de que existe otra vida y que la muerte es una oportunidad de purificación.
--En un tiempo imposible de medir...
--Sí, porque el alma no sabe nada acerca del tiempo. Se sigue siendo joven eternamente: es el cuerpo el que nos marca el paso de los años. Así entonces, el tiempo es algo inasible, que no se puede explicar: nos afecta, nos marca, pero no podemos definirlo. Si tuviese conciencia de sí mismo, seguro que el tiempo sería más piadoso (risas).
--¿Por qué los personajes descubren que las palabras destino y sentido son anagramas?
--Esto les hace pensar que son palabras que están vinculadas directamente: si cada uno conociera su destino, el sentido de cada vida sería más claro y viceversa.
--La espera también es otro de sus temas recurrentes...
--Sí, estos personajes, como los de Arlt, están a la espera de un suceso extraordinario. El tema de la espera se da en muchas obras latinoamericanas. La diferencia con el tratamiento que le dan los autores europeos, como Beckett, es que nuestra espera es esperanzada, llena de hechos y propuestas.
--¿Nunca escribió una obra que no fuera una comedia?
--No. Me gusta la comedia porque me parece que es una forma amable de reflexionar sobre algo. No me gustaría violentar al espectador con situaciones hirientes. Y también porque es una manera de reírse de uno mismo, de lo ganado y de lo perdido. Claro que uno no puede reírse de todo: hay temas, como el racismo, el nazismo o la discriminación, que no resisten la risa.
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