Jueves, 17 de noviembre de 2011 | Hoy
TEATRO › SE PRESENTó EN EL CERVANTES LA OBRA COMPLETA DE GRISELDA GAMBARO
La Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y la editorial De la Flor unieron esfuerzos para llevar a todo el país las 46 obras escritas por la dramaturga, reunidas en cuatro tomos. “Tal vez fue un abuso haber escrito tanto”, dijo, con modestia.
Por Cecilia Hopkins
Coeditada entre la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) y Ediciones de la Flor, se presentó en el foyer del Teatro Cervantes una obra en cuatro tomos que reúne 46 piezas teatrales escritas por Griselda Gambaro, lo que constituye la totalidad de su producción dramatúrgica hasta la fecha. Los volúmenes, que integran la Colección Biblioteca Popular podrán ser consultados en las bibliotecas populares de todo el país y así cumplir con el objetivo de “ampliar el acceso a la cultura y brindar oportunidades de lectura a amplios sectores de la población”. El acto contó con la presencia de la propia autora, el director teatral e investigador Silvio Lang, autor del prólogo del primer tomo (los otros tres estuvieron a cargo de Nelly Schnaith, Patricia Zangaro y Cristina Banegas), la directora teatral Laura Yusem y la presidenta de la Conabip, Lic. María del Carmen Bianchi. Los actores Joaquín Furriel y la misma Banegas, por su parte, realizaron durante la presentación la lectura de fragmentos de La malasangre y de La Señora Macbeth, piezas de las cuales formaron parte en los elencos que las llevaron a escena, la primera, bajo la dirección de Laura Yusem, en 2006; la segunda, de Pompeyo Audivert, en 2005.
Bianchi destacó que la Colección Biblioteca Popular surgió en 2005, casi como una amenaza a las editoriales: “En ese momento en que todo se había ido a pique –destacó la funcionaria– quisimos construir algo diferente y editar lo que no tenía cabida en el mercado, saturado de libros de autoayuda neoliberales. Así que con algunos editores de prestigio pusimos todo el esfuerzo en rescatar a nuestros autores, para acercarlos a las nuevas generaciones”. Bianchi subrayó la importancia de incluir a Gambaro en la colección que ya integran autores como Juan Gelman, Juan Filloy y Atahualpa Yupanqui: “Gambaro ha sido un faro en nuestro teatro, porque con espíritu creativo y maestría supo delinear el peso cotidiano de la violencia y el poder en momentos oscuros de la Argentina”, delineó.
“Griselda Gambaro es la primera mujer que entra en la historia de la dramaturgia argentina”, afirmó Lang al comenzar su discurso, luego de las breves palabras de Rubens Correa, director del Cervantes. Del pormenorizado análisis que realizó a modo de advertencia preliminar para la lectura de la obra, Lang eligió destacar dos características de la autora: su poder de ruptura y reinvención de las condiciones sociales de su tiempo y su mirada femenina. Es así como esta “baquiana del tiempo”, como la bautizó, tiene el poder, según manifestó, de ir más allá de la circunstancia social que la atraviesa para reinventar otras realidades. Por otra parte, el investigador apuntó que “su mirada femenina incrusta un presente nuevo porque ejecuta un desplazamiento de la mirada” y es en esta dirección que Gambaro “realiza unos recorridos no previstos por el orden masculino”. Por esta cualidad, Lang consideró que la autora –atenta a “lo débil, lo inútil, lo sumergido”– encuentra una voz que le es propia al asumir “su diferencia objetiva y su singularidad subjetiva”.
Por su parte, Yusem recordó que su primer encuentro con Gambaro fue en 1982, cuando ésta le ofreció la dirección de La malasangre, obra ambientada en la época de Rosas que, sesgadamente se refería a los años de la dictadura. Llevada a escena por segunda vez en 2006 por la misma Yusem, la obra había sido escrita originalmente a pedido de Soledad Silveyra: “Solita tuvo mucha valentía para llevar adelante aquel proyecto, porque era una obra muy potente, que significaba para todos el comienzo de una nueva historia”, afirmó tras recordar a otros directores que, antes que ella, llevaron a escena obras de Gambaro, como Jorge Petraglia, Roberto Villanueva y Alberto Ure. Finalmente, cuando le tocó el turno, Gambaro declinó hacer un discurso. Tuvo, sí, palabras de agradecimiento ya que, según expresó, “si un autor escribe y no edita, su campo de llegada es muy reducido”. Y considerando los cuatro volúmenes expuestos en la mesa, se disculpó: “Tal vez fue un abuso haber escrito tanto”.
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